La juventud es uno de los sectores más golpeados por la crisis del Coronavirus. Los acontecimientos que estamos viviendo suponen un nuevo choque a nuestras perspectivas de futuro –que antes de la pandemia ya eran muy complicadas– y nos colocan, de nuevo, ante un abismo de incertidumbre, despidos y recortes en nuestras condiciones salariales y de vida.
Los hijos e hijas de la crisis económica no hemos vivido nunca la “prosperidad” que tanto predica el sistema capitalista y sus defensores. Hemos crecido con las contrarreformas, los tijeretazos a la educación y a la sanidad públicas, los ataques a los derechos laborales y democráticos, con la degradación de nuestros barrios, con el abandono escolar, los trabajos más precarios y los precios abusivos de los alquileres. Al mismo tiempo, hemos vivido los rescates a la banca o hemos visto cómo una minoría de parásitos capitalistas hacía crecer sus negocios y beneficios a costa de la explotación y miseria de la gran mayoría de la sociedad. Hoy, durante la mayor crisis sanitaria que ha golpeado el mundo, la historia se repite.
La esclavitud laboral como norma
La burguesía y la derecha siempre han tenido como objetivo la destrucción de la educación pública no sólo por el gran negocio que supone para los empresarios de los centros concertados y privados o la jerarquía de la Iglesia católica, sino también para privar a los hijos de los trabajadores de cualquier tipo de formación y convertirnos en mano de obra barata para explotar sin reparo.
Todos los datos que conocemos sobre la precarización de las condiciones laborales entre la juventud –las peores de toda la Unión Europea– se sustentan sobre esta base. Durante esta crisis del Coronavirus, el conjunto de la clase trabajadora está siendo víctima de ERTEs y despidos y la juventud no escapamos de esta lógica. Al contrario, somos el colectivo que más estamos sufriéndolos. Desde el anuncio del estado de alarma en el mes de marzo, se ha despedido a 68.500 trabajadores al día; de éstos, el 53% son menores de 35 años y más de un tercio se engloba en la franja de edad de los 20 a 29 años.
El Estado español ya es el país europeo con mayor paro juvenil con un 32%. Estos datos no son ninguna casualidad: los contratos precarios y los trabajos temporales (que afectan al 73,5% de los menores de 25 años) han asfaltado el camino hacia el precipicio laboral. A todo ello se suma los más de medio millón de ERTEs presentados en sectores donde los jóvenes ocupamos una gran parte de los puestos de trabajo, como la hostelería, el comercio o la construcción. El ERTE de Inditex que afecta a 25.000 trabajadores, en Burger King a 14.000, en Primark a 7.000 o en el grupo Zena Alsea (Starbucks, Domino’s Pizza…) afectando a 22.000. En muchas de estas empresas -a pesar de que cuentan con fortunas multimillonarias y podrían garantizar el 100% del sueldo de todos sus empleados los meses que fueran necesarios- la mayoría de los trabajadores, los que no han sido directamente despedidos, verán reducidos sus sueldos a cien, doscientos o trescientos euros. La patronal no sólo nos condena a la cola del paro sino también al hambre, a la pobreza y a la enfermedad.
Nuestras vidas no valen nada bajo el capitalismo
Un ejemplo muy clarificador de lo poco que importa nuestra salud al Ibex35, la CEOE y la banca, es la situación que viven los riders. En un momento de catástrofe social donde las muertes por el COVID-19 superan las 23.500, los repartidores de productos y comida a domicilio, la mayoría contratados por Amazon, Glovo, Deliveroo y Uber Eats, son considerados “trabajadores esenciales”. Además de ello, estas multinacionales no sólo no están facilitando medidas de protección –la mayoría de trabajadores se compran ellos los guantes, las mascarillas y los geles desinfectantes mientras se amontonan en las puertas de los restaurantes sin poder respetar la distancia de seguridad– sino que además en plena pandemia aplican recortes salariales: los trabajadores de Glovo han pasado de recibir 2,5 euros por recogida a 1,2 y sin cobrar ninguna bonificación por riesgo. Para la clase dominante nuestra vida vale menos de un euro y medio.
Escenas como estas se repiten en los supermercados, en Correos o los hospitales públicos. La explotación capitalista no se ha detenido con la pandemia, ha crecido exponencialmente. Lamentablemente, esta situación trágica cuenta con la complicidad del Gobierno PSOE-UP y los sindicatos tradicionales.
El “escudo social” es un fraude que deja en la cuneta a la juventud y los trabajadores
Pedro Sánchez y los ministros y ministras del PSOE y Unidas Podemos han presentado el plan adoptado por el Gobierno como un “escudo social” que protege “al conjunto de la sociedad”. Pero nada más lejos de la realidad. Este Gobierno que se dice de izquierdas ha regalado 100.000 millones de euros a los bancos, empresarios y especuladores para que sus beneficios no se resientan mientras ofrecen migajas a la clase trabajadora y a la juventud. Se han negado a nacionalizar la sanidad privada para ponerla al servicio de las necesidades sanitarias que existen; las “ayudas” al alquiler anunciadas a bombo y platillo perpetúan los negocios de la banca y los fondos buitre; a nivel educativo no han tomado ni una sola medida en defensa de los estudiantes de familias trabajadoras; bajo la excusa del Coronavirus han reforzado el papel del ejército y la policía en las calles… ¡Y ahora piden a la derecha unos nuevos Pactos de la Moncloa para “reconstruir” el país! ¿Qué “escudo social” es este? Basta ya de lecciones de moral y apelaciones a la responsabilidad individual y más actuar en beneficio de las familias trabajadoras.
La pandemia del coronavirus acabará, pero la crisis económica que se extiende por todo el mundo se recrudecerá golpeándonos con todavía más fuerza. Por eso, la necesidad de levantar una alternativa revolucionaria entre la juventud es más evidente y urgente que nunca.
La organización y el combate de clase son la única salida
Hace unos días, los riders protagonizaban las primeras manifestaciones bajo en confinamiento en Málaga, Sevilla y Madrid. Esta es la única forma de defender nuestro derecho a la vida. ¡Sólo el pueblo salva al pueblo!
El capitalismo no puede ser más humano ni más social. La catástrofe es su verdadero rostro. Una minoría de personas, los capitalistas, controlan la sociedad y actúan contra la clase trabajadora y la juventud, contra el medioambiente, y contra lo que haga falta, para garantizar sus beneficios. Por eso, derrocar este sistema es una cuestión de vida o muerte.
A la clase obrera nunca nadie nos ha regalado nada. Los derechos que nuestros abuelos, abuelas y padres y madres consiguieron gracias a la lucha, nos los están arrebatando. Nos han expulsado de los estudios superiores con las impagables tasas universitarias, nos niegan la cultura y el acceso a un ocio sano, nos condenan a las enfermedades psicológicas y mentales, a sueldos de miseria y a trabajos basura. Por eso, tenemos claro que cuando el confinamiento termine, la lucha en la calle volverá a colocarse como una prioridad para todos nosotros y nosotras, para decir que no permitiremos que vuelvan a cargar esta crisis sobre nuestros hombros.
Desde el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria lo tenemos claro. Hay que levantar una alternativa socialista y revolucionaria. La única forma de ganarnos un futuro digno, donde nadie nunca más conozca la desigualdad, es transformando la sociedad en líneas socialistas. La juventud jugará un gran papel en esta tarea. ¡No hay tiempo que perder!
¡Únete al Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria!