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Ayer, 24 de julio, víspera del Día de Galicia, la tragedia golpeó a esta comunidad. Un tren Alvia que hacía el trayecto Madrid-Ferrol, descarrilaba brutalmente a la entrada de Santiago de Compostela. En este momento son 80 las víctimas mortales contabilizadas. Las imágenes de decenas de heridos siendo rescatados entre los amasijos de metal en los que se trasformaron muchos vagones del tren, quedarán grabadas en nuestra memoria. Todos hemos sentido la angustia de los familiares y amigos buscando a sus allegados. Desde el Sindicato de Estudiantes queremos enviar todo nuestro cariño y solidaridad a estas personas.
El Pueblo en acción

En todo el Estado, pero muy especialmente en Galicia y en Compostela, se palpa el desasosiego de la gente. Pero esa sensación convive con otra: el orgullo por la respuesta del pueblo ante esta tragedia. Los ejemplos de entrega y solidaridad son muchos, empezando por la actuación de los vecinos de Angrois, la zona en la que descarriló el tren. Angrois es una parroquia de la periferia de Compostela. Una zona humilde. La reacción de los jóvenes y trabajadores del barrio, rescatando con sus propios medios a muchos heridos, fue inmediata. Rápidamente los vecinos llevaron mantas y agua al lugar del accidente. Incluso palés de madera para ser usados como camillas improvisadas. Sin duda su rápida actuación, interviniendo antes de la llegada de los servicios de rescate, habrá salvado más de una vida.

Pero los ejemplos de entrega solidaria no acaban ahí. Desde el mismo momento en el que se hizo pública la necesidad de sangre para atender a las víctimas, miles de personas se dirigieron a los centros hospitalarios para donar. En pocas horas todas las necesidades estaban completamente cubiertas y los servicios sanitarios tuvieron que pedir a la población que dejase de acudir.

La clase trabajadora jugó también un papel esencial. Los bomberos de la provincia, en huelga precisamente para exigir más medios humanos con los que poder cumplir su trabajo, desconvocaron inmediatamente el paro y acudieron en masa al lugar del accidente. Los trabajadores del sector sanitario fueron también un ejemplo extraordinario. Multitud de médicos y enfermeros fuera de servicio o incluso desempleados, se volcaron en atender a las víctimas. Todos doblaron turno.

Esta actitud abnegada por parte de la población, contrasta vivamente con la del Gobierno del PP que, más allá de las fotos, no fue capaz ni de redactar correctamente un comunicado de condolencia, al añadir por error en el mismo, aunque parezca increíble, una párrafo sobre el terremoto en China.

¿Qué ocurrió?

Pasado el primer impacto por lo sucedido, una pregunta va abriéndose camino: ¿cómo fue posible que ocurriese una catástrofe así? La prensa burguesa ya señala a un culpable: el conductor del tren, que excedió la velocidad permitida. Los errores humanos pueden ocurrir, pero desde luego existen multitud de condicionantes que los pueden favorecer o dificultar (condiciones laborales, formación, medios técnicos, infraestructuras…). En este caso, además, hablamos de un conductor experimentado, con una larga experiencia laboral, tal y como acredita el sindicato de maquinistas (Semaf).

Todavía no han pasado siquiera 24 horas y hay muy poca información; todas las hipótesis son aproximaciones condicionales. Pero la escasa información publicada señala otros factores además del posible error humano.

Ansias de beneficios e insuficiente inversión

La curva de A Grandeira donde descarriló el tren es muy pronunciada y “complicada” según el propio ADIF. Que se trataba de un punto negro para un tren de alta velocidad no podía ser una sorpresa para nadie. El periódico El País relata un incidente revelador. “Los usuarios de ese convoy, que recorre la distancia entre Madrid y Ferrol, conocen bien esa curva. El día de la inauguración de ese trazado —el 10 de diciembre de 2011—, al llegar a la misma, el tren dio un bandazo que provocó el desequilibrio de algunos de los usuarios. Hubo, ese día, un murmullo general sobre lo dura que era esa curva después de más de 80 kilómetros de línea casi recta de AVE desde Ourense” (http://politica.elpais.com/politica/2013/07/24/actualidad/1374701732_356780.html).

Por su parte, el Sindicato Ferroviario denuncia que la curva corresponde a “un trazado antiguo, de vía convencional, que no está preparado para que circule por él un tren de alta velocidad, sobre todo en una curva tan cerrada. El maquinista se ve obligado a frenar de forma brusca, cuando viene de una velocidad media de 250 kilómetros por hora, y en sistema de segundos debe pasar a 80”

(ccaa.elpais.com/ccaa/2013/07/25/galicia/1374754693_288688.html).

El trazado de la vía implicaba una curva tan pronunciada y potencialmente peligrosa porque se quiso ahorrar en expropiaciones de tierras. Pero además, y sabiendo que esa curva era complicada, resulta indignante conocer que ese tramo de vía no estaba dotado de un correcto sistema de seguridad.

Según el sindicato de maquinistas Semaf, el accidente se “hubiera podido evitar” de haber dispuesto del sistema ERTMS (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/07/25/galicia/1374754693_288688.html)

Hasta cuatro kilómetros antes de llegar a ese punto, la vía estaba dotada del sistema ERTMS[i], que frena automáticamente el tren sin necesidad de que lo haga el conductor. Sin embargo, el tramo de la curva de A Grandeira sólo dispone del sistema ASFA (Anuncio de Señales y Frenado Automático), mucho menos eficaz que el anterior porque, si la señal está en verde, sólo frena automáticamente cuando el tren supera los 200 kilómetros/hora.

La información aun es incompleta. Pero ocurra lo que ocurra todo parece indicar que el racaneo, la falta de inversión suficiente (tanto en las expropiaciones como en los sistemas de seguridad) jugaron un papel clave en el accidente. Esta explicación es aun más creíble cuando observamos los continuos recortes en el sistema ferroviario denunciados por el colectivo gallego “Salva o tren” (del que forma parte el Sindicato de Estudiantes). Toda la política del gobierno consiste en entregar a manos llenas dinero a los grandes banqueros, a costa de recortar el gasto sanitario, en educación y sí, también en infraestructuras y seguridad.

Exigimos responsabilidades

En el año 2006, un terrible accidente de metro en Valencia causó la muerte de 43 personas. En ese momento el gobierno valenciano, también del PP, acusó al conductor –fallecido en el accidente- por exceso de velocidad. Las pruebas de que esta explicación era completamente insuficiente eran abundantes. La Generalitat pretendía desviar la atención sobre su responsabilidad en la falta de inversiones y en el abandono del metro. Siete años después, el tesón de los familiares, exigiendo responsabilidades, ha provocado que el caso se vuelva a abrir.

En Galicia podemos enfrentarnos a un escenario similar. Es decir, que el Gobierno central y la Xunta traten de culpar al conductor y eludir cualquier responsabilidad. Desde el Sindicato de Estudiantes exigimos una investigación independiente y que se esclarezca toda la verdad. Para eso la presión social va a ser importante. Pensamos que es necesario que desde ya las organizaciones sindicales y políticas de la izquierda preparen el terreno de la movilización para dirimir todas las responsabilidades.

-Solidaridad con todas las víctimas, familiares y amigos

-Por una investigación independiente y hasta el final

-Exigimos responsabilidades

-Basta de recortes sociales que ponen en peligro nuestra seguridad

[i] European Rail Traffic Management System