Los resultados en las elecciones del pasado 26J han causado una gran impresión en miles de jóvenes que, tras haber luchado de forma incansable en las calles, veíamos ilusionados la posibilidad de un giro a la izquierda, también en el Parlamento. Aunque las valoraciones que hacían las encuestas reflejaban unas enormes posibilidades de crecimiento para la formación de Unidos Podemos, e incluso vaticinaban la superación del PSOE e incluso la del PP en algunos casos, la realidad ha sido bien distinta.
Finalmente el panorama quedaba de la siguiente manera: un PP fortalecido que aumenta de de 123 a 137 escaños y logra 7.906.185 votos (lo que significa un aumento de casi 700.000 papeletas respecto al 20D ); un PSOE que, a pesar de perder 5 diputados (pasando de 90 a 85) y 125.000 votos, resiste los peores augurios y evita el sorpasso de Unidos Podemos; y una formación como Unidos Podemos que cosecha unos resultados completamente distintos a los esperados: mantiene la suma de escaños que lograron Podemos e Izquierda Unida por separado el 20D, 71 diputados, pero experimenta un fuerte retroceso en votos, en concreto pierde 1,06 millones.
¿Cómo se explica el avance del PP y el retroceso de Unidos Podemos?
Ante esta amarga sorpresa no han faltado las voces que pregonan argumentos del tipo “la culpa es de la gente”, “tenemos lo que nos merecemos” y muchas otras variantes que, ante la falta de una buena explicación, tratan de justificar que la responsabilidad es “de la gente”. Pero nosotros no podemos dar por buena esta explicación porque lo cierto es que simple y llanamente, no se corresponde con la realidad.
La gente no es tonta, ni merece un gobierno del PP ni nada por el estilo. Ha sido en concreto la movilización de la clase trabajadora y la juventud la que en estos últimos años ha hecho posible un verdadero terremoto social y político que ha trastocado por completo los planes del Gobierno de Mariano Rajoy. Los millones que salimos el 15M, a las marchas por la dignidad, en las manifestaciones de la Marea Blanca y la Marea Verde, en las huelgas generales, parando desahucios… todo eso es lo que ha provocado sudores fríos a la oligarquía y también ha hecho posible, entre otras cosas, el propio surgimiento de Podemos y la confluencia entre Podemos e Izquierda Unida en estas últimas elecciones. Todo esto no se puede calificar de otra forma que no sea como algo extraordinariamente positivo. Ese es el ADN que está presente en todos los movimientos sociales que en estos años hemos llenado las calles, también ha hecho de Podemos lo que es hoy, una fuerza capaz de conseguir un apoyo masivo, de millones de luchadores y luchadoras. Este hecho nos tiene que recordar de dónde venimos, dónde nos hemos hecho fuertes y más aún a la luz de estos resultados electorales en los que la derecha sale beneficiada, que la lucha por cambiar las cosas no puede circunscribirse sólo a lograr la mayoría en parlamento, es imprescindible ligarla y mantenerla firmemente vinculada a la lucha en la calle y la movilización.
La lucha por la mayoría en el parlamento debe ir acompañada de la lucha en las calles.
En estos años de batalla contra los recortes del PP desde el Sindicato de Estudiantes hemos insistido en multitud de ocasiones en la necesidad de la movilización en la calle y en la organización consciente por parte de los trabajadores y la juventud. Esto no es ningún detalle para nosotros. Siempre que echamos la vista atrás, cuando analizamos cómo se lograron las grandes conquistas del movimiento, nos encontramos con esta respuesta: la enseñanza y sanidad públicas, las pensiones, los derechos de los trabajadores, el derecho al aborto o al divorcio, incluso el propio derecho a voto para elegir un gobierno… todo esto se arrancó a base de movilización en la calle, algunos de estos derechos incluso en momentos donde el propio parlamento no existía tal y como lo conocemos hoy, sino que lo que había en su lugar era una férrea dictadura. Hoy mismo, también vemos esos ejemplos en vivo y en directo con cuestiones como la lucha contra los desahucios. Si no hubiera sido por las miles de personas anónimas que han puesto sus cuerpos frente a los golpes de la policía, no se habría conseguido - no sólo parar esos desahucios - sino avanzar en cuestiones como la “dación en pago” y que han liberado a muchas familias de una situación insostenible y límite.
Los que luchamos por una sociedad en la que el poder de unos pocos no aplaste a la mayoría, siempre debemos de utilizar todas las herramientas a nuestra disposición para avanzar todo lo posible para que se lleven a cabo políticas de izquierdas, en favor de la mayoría social, incluido luchar por una mayoría en el parlamento. La movilización, la organización y la lucha son elementos indispensables en esta ecuación y lo cierto es que, la táctica de Unidos Podemos, a pesar de contar con el apoyo de millones de trabajadores, ha dejado completamente de lado esta cuestión en los últimos años y en concreto en los últimos meses.
En el Sindicato de Estudiantes siempre hemos tenido clara esta idea, y actuado en consecuencia hemos podido impulsar importantes campañas de presión contra el gobierno y todos aquellos que por activa o por pasiva están de acuerdo en asumir los recortes del Partido Popular. De esta forma cuando salimos públicamente a denunciar el acuerdo de la dirección del PSOE con la derecha - con Ciudadanos - para aplicar los dictados del FMI, la no derogación de la LOMCE y otros ataques no sólo lo hicimos con palabras, sino también con la movilización: convocando una huelga general estudiantil en todo el Estado que los días 13 y 14 de Abril tiñó las calles de verde y de gritos de lucha contra la subida de tasas, la LOMCE y el 3+2. Esa es la táctica con la que podemos lograr buenos resultados, también en el parlamento, pero sobre todo en el sentido más práctico de que toda una serie de medidas dañiñas para la mayor parte de la gente se retiren. El aliento de la movilización es lo que nos hace fuertes, lo que le da fuerza a nuestras palabras y a nuestras demandas.
La campaña del miedo y la falta de una respuesta clara y contundente por la izquierda.
En esta tesitura, los capitalistas no han cesado en su campaña salvaje contra la izquierda y la movilización social. Han tratado de criminalizar una y mil veces al movimiento, pero además de eso han introducido la idea de que todo lo que acompañase a un gobierno de Unidos Podemos, era equivalente al caos más absoluto. Han aprovechado la difícil situación que atraviesa la revolución venezolana, el desabastecimiento provocado por el acaparamiento de alimentos, medicinas y productos de primera necesidad que los capitalistas están llevando a cabo de forma concienzuda para hacer caer al gobierno de Maduro. Han intentado crear la idea de que si la izquierda que lucha llegaba al gobierno, situaciones similares y de violencia e inseguridad podrían producirse aquí. Y la respuesta que han dado los dirigentes, sobre todo de Podemos, han sido tan tibias que no han conseguido rebatir esta sarta de mentiras. Esta campaña interesada de los oligarcas y sus grandes medios de comunicación no ha sido rebatida con contundencia, cuando es sencillo explicar que quien niega educación, medicinas y los derechos más básicos no son más que el PP, el FMI, los grandes empresarios y banqueros que llevan años arrebatándonos lo más básico, aquí y en todo el mundo. ¡Ese caos lo provocan ellos, no los que luchamos por una sociedad más democrática, más justa, donde los recursos estén para cubrir las necesidades básicas de toda la población!
Esto ha tenido serias consecuencias y muy negativas en estos resultados electorales. Aunque el discurso de Pablo Iglesias desenmascarando el pacto PSOE – Ciudadanos y su negativa a participar en una maniobra tan aberrante contra los trabajadores fue muy positiva, no ha sido suficiente. ¡Las palabras son necesarias, pero los hechos lo son todavía más! En este sentido, la falta de una respuesta contundente, apoyada en la movilización en la calle, ha sido clave para que esa campaña del miedo orquestada por los grandes poderes económicos calara entre todo un sector de trabajadores que, en esta ocasión, ha decidido quedarse en casa y no votar. Todo habría sido muy distinto si desde ese mismo momento la dirección de Podemos hubiera llamado a la movilización en la calle contra la formación de un gobierno Ciudadanos-PP-PSOE, y hubiera dado respuesta de manera clara y contundente a todas las acusaciones interesadas y falsas que se vertían contra ellos.
Otro elemento que ha tenido un cierto peso ha sido la experiencia de los ayuntamientos del cambio en ciudades como Madrid, Barcelona o Cádiz. La pérdida de votos para Unidos Podemos o En Comú Podem refleja que todas las expectativas que millones de personas habían puesto ilusionadas en estas candidaturas no han respondido a lo esperado. A pesar de algunas reformas y avances que hayan podido llevar a cabo, lo cierto es que no ha habido ningún cambio radical en la vida de los habitantes de estas ciudades. Los problemas de falta de recursos en los servicios públicos, de infraestructuras en los barrios, de falta de plazas en centros públicos, becas, viviendas en alquiler social, el elevado precio del transporte… todos estos problemas siguen sin resolverse. Si su política hubiese abordado de forma tajante los problemas creados por la derecha en el pasado y que lastran la vida de millones de personas día a día, el efecto habría sido de animar al voto a la candidatura de Unidos Podemos Adoptar abiertamente un programa de expropiación de las viviendas vacías con las que los bancos especulan, prohibir los desahucios, remunicipalizar todas las empresas privadas que se hacen de oro a costa de explotar a los trabajadores y de robar al erario público… estas tres simples medidas habrían podido servir como palanca para avanzar y dar la vuelta a la tortilla a nivel estatal, rebatiendo en los hechos la estrategia del miedo que la derecha ha cosechado con tanta dedicación y asegurando la movilización del voto de los que todos estos años hemos sufrido las políticas del PP.
Gobierne quien gobierne no vamos a aceptar ni un solo ataque a la educación pública
¡Derogación de la LOMCE, el 3+2 y reversión de todos los recortes y despidos ya!
Muy probablemente la derecha utilice estos resultados electorales para conformar un gobierno de apoyo completo a las medidas de austeridad y recortes ordenados desde Bruselas. Incluso antes de las elecciones el PP ya aceptaba llevar a cabo un nuevo recorte de 8 mil millones de euros que querrán sacar de nuevo de la sanidad y la educación públicas. Evidentemente el PP va a contar con todo el apoyo necesario por parte de Ciudadanos, pero tampoco sería de extrañar que la dirección del PSOE, de una u otra forma colaborase activa o pasivamente en esta táctica, como ya lo intentó hacer en su pacto con Ciudadanos tras el 20D.
Seguro que la derecha utilizará también su posición reforzada en el parlamento para argumentar que esos recortes y ataques que planean son legítimos. Pero nosotros tenemos que ser claros ¿Cómo que es legítimo impedir que jóvenes de barrios obreros puedan estudiar, que haya decenas de miles de niños sin plazas públicas, que cierren nuestras facultades e institutos, que existan personas con carencias alimentarias por la falta de comedores escolares y ayudas a sus familias, que el Estado español se haya convertido en tercero de Europa (solo detrás de Rumanía y Bulgaria) en pobreza infantil por las políticas de recortes del PP? ¡De ninguna manera! Eso no es legítimo, de la misma forma que no lo son los desahucios, los recortes en la sanidad pública que provocan muertes, los ERES de empresas multimillonarias que dejan a miles de familias en el paro como pretendía hacer la multinacional Coca Cola…
Ante este escenario los dirigentes de Unidos Podemos tienen una gran oportunidad para volver a levantar la bandera de lo que les hizo nacer y convertirse en una fuerza poderosa: la movilización masiva en la calle, donde somos fuertes, donde podemos poner en jaque al nuevo gobierno, a sus recortes y a sus ataques. Desde el Sindicato de Estudiantes entendemos que no podemos dar tregua a quienes no han hecho más que atacarnos en estos últimos años intentado arrebatarnos todo, incluido lo más básico. No vamos a permitir que contrarreformas franquistas como la LOMCE, el 3+2, la subida de tasas o el cierre de centros continúen. No podemos dejar que nos arrebaten nuestro derecho a la educación a los que provenimos de familias trabajadoras. Por eso, lo decimos alto y claro: si este nuevo gobierno sigue la misma senda nos tendrá enfrente, en la calle y luchando.
¡La lucha continúa!