Este fue el grito más coreado en la concentración que se celebró la tarde-noche del viernes 18 de enero frente a la sede madrileña del PP. En las anteriores 48 horas, un torrente de informaciones en referencia a casos de corrupción en el seno del PP llenaba los noticiarios, las tertulias, las conversaciones en la calle y en las redes sociales.
El ya famoso ático marbellí del presidente de la Comunidad de Madrid y el estallido del escándalo Bárcenas con todas sus ramificaciones, se convertían en la gota que acercaba el vaso al desborde. Después de meses de ataques sin precedentes a las conquistas sociales de la clase obrera, con la excusa de “aunar esfuerzos, apretarnos el cinturón, remar todos juntos…”, combinados con un trasvase sin precedentes también de dinero público a bancos y grandes empresas, lo que se nos pone ante los ojos es la forma de vida de la burguesía y sus representantes políticos: una podredumbre y un cinismo sin límites (el “no me consta” de Cospedal será recordado mucho tiempo).
Ante esto, se convocó esta concentración en Génova. Por supuesto, la derecha no iba a dejar que se desarrollara sin más y la reaccionaria delegada del Gobierno en Madrid, Cifuentes, se empeñó a fondo en las horas previas amenazando a diestro y siniestro con multas a quien se acercara a la sede madrileña del PP. Dejando claro que no era un farol, a las 17:30, una hora y media antes de la concentración, ya era difícil circular en coche por la cantidad de furgonetas de antidisturbios (35 según El País) que había en Génova y a las 18:30 la policía cortó la calle en dos puntos, cien metros arriba y otros cien debajo de la sede, para evitar la imagen de una concentración en sus puertas. A pesar de todo esto, entre los dos puntos nos reunimos entre tres mil y cuatro mil personas, jóvenes, trabajadores, jubilados, integrantes de la marea verde y la marea blanca…, lanzando consignas contra la corrupción, el PP y la represión.
Las amenazas de Cifuentes se cumplieron. A pesar de la ausencia total de incidentes, durante el desarrollo de la concentración se produjeron al menos dos retenciones por la policía y al final de la misma, cuando menos gente había, se realizaron numerosas identificaciones.
Aunque la prensa reaccionaria como el Abc salió enseguida a decir que la concentración había sido un fracaso, esto no ha sido más que una pequeña muestra (fue convocada con sólo unas horas de antelación) del ambiente de profundo cabreo y rabia contra la derecha que se respira en Madrid.