¡Basta de ataques machistas contra las mujeres que luchamos!

Este miércoles ha tenido lugar en el Congreso de los Diputados la segunda parte de la moción de censura al Partido Popular. El día anterior, la portavoz del grupo de Unidos Podemos, Irene Montero, plasmó en su intervención, con total claridad, no solo los casos de corrupción bochornosos que rodean al PP, sino la lacra social a la que tenemos que enfrentarnos las mujeres trabajadoras cada día: la violencia machista.

La situación de opresión a la que nos enfrentamos las mujeres trabajadoras es realmente cruda. Fuentes oficiales del Instituto de la Mujer contabilizan ya 27 mujeres asesinadas a manos de sus parejas, ex parejas u otros hombres de su entorno en lo que llevamos de año. Es decir, 7 mujeres más han sido asesinadas que el año pasado en este mismo periodo. Sin embargo, hay aún datos que están siendo estudiados, lo que podría elevar esta cifra a 52 feminicidios en tan solo seis meses, siendo febrero el más cruento, con 15 mujeres asesinadas.

Mientras esto sucede, el PP aboga por los recortes en igualdad de género y acumula una reducción presupuestaria de más del 26% en los últimos siete años. No es ninguna casualidad que solo el 21% de las mujeres asesinadas hubieran denunciado a sus parejas, pues la respuesta que obtienen por parte de las instituciones las mujeres que dan el paso de denunciar, es el cuestionamiento y la absoluta desprotección para ellas y sus hijos/as. Más de 800 mujeres muertas en quince años, y el único propósito que tiene el Partido Popular es guardar falsos minutos de silencio en la Cámara y posar en la foto frente a los ayuntamientos.

El cinismo del Partido Popular es mayúsculo. A la vez que con sus políticas perpetúan y profundizan esta violencia machista se creen con el derecho a reírse de nosotras y despreciarnos cuando nos ponemos en primera línea de la lucha social. El último ejemplo ha sido el lamentable espectáculo que dio en el día de ayer el portavoz el portavoz del PP, Rafael Hernando, cuando se refirió a Irene Montero, contestando a Pablo Iglesias, con las siguientes palabras: "Hay quien dice que estuvo mejor la señora Montero que usted, pero no diré yo esto porque si no, no sé qué voy a provocar en esa relación". Qué vergüenza que se crean con el derecho a despreciarnos y juzgarnos de esta forma. No es la primera vez que caras públicas de Podemos u otras organizaciones de la izquierda tienen que aguantar comentarios de este tipo por ser mujeres que están al frente de las movilizaciones o de los movimientos sociales. Otro ejemplo, fue también las declaraciones del concejal del PP en Palafolls, Óscar Bermán, quien opinó que la alcaldesa de Barcelona debería estar "limpiando suelos".

La desigualdad a la que nos enfrentamos las mujeres trabajadoras se encuentra en prácticamente todos los aspectos de la vida social y cotidiana. Lo vemos en la brecha salarial, que ronda ya más del 22%. Lo vemos en el mercado laboral cuando nos preguntan sobre nuestra maternidad antes de ser contratadas. Lo vemos también en algunos países donde las niñas no pueden ir a la escuela o son obligadas a contraer matrimonio con hombres más mayores que ellas. Pero también lo vemos en los países capitalistas más desarrollados, donde somos carne de cañón para la explotación sexual, donde cerca de 45.000 mujeres y niñas son víctimas de la trata.

No podemos permitir que se nos desprecie en nuestros puestos de trabajo, ni que el Congreso de los Diputados, ni cualquier otro lugar, sirva de altavoz para toda clase de prejuicios y comentarios machistas por parte de los cromañones de la derecha y del Partido Popular. Estos mismos que estarían encantados de que las mujeres trabajadoras nos quedásemos en casa, calladitas y a nuestras tareas. Pero lo llevan claro si creen que van a poder seguir sometiéndonos. En los últimos años las mujeres se han puesto al frente de las distintas luchas sociales: en la defensa de los puestos de trabajo como las espartanas de Coca Cola o en defensa de unas condiciones laborales dignas como las Kellys, al frente de la lucha contra los desahucios como las compañeras de la PAH, al frente de las movilizaciones contra la violencia machista como el movimiento NiUnaMenos en América Latina o en defensa del derecho al aborto en Polonia o en el Estado español.

La violencia machista no es ninguna broma ni ningún chiste para hacer gracias y menos desde la tribuna parlamentaria. Es necesario que las mujeres trabajadoras sigamos organizándonos y luchando, codo con codo con nuestros compañeros, contra todo tipo de ataques machistas. Hemos demostrado a través de la práctica la fuerza imparable que tenemos cuando nos organizamos. Nos quieren sumisas ¡nos tendrán libres y combativas!