Desde hace meses la plantilla de los autobuses urbanos de Valencia está en lucha. Como viene siendo habitual, el Ayuntamiento de Valencia, del PP, ayudado por diferentes medios de comunicación, realiza una campaña de desinformación, intentando presentar a los trabajadores como insolidarios. Las razones que les llevan a la lucha son convenientemente escondidas. Por otra parte, les impone servicios mínimos que son un atentado al derecho de huelga.
Lo que los trabajadores quieren es el mantenimiento de la plantilla y el cese de las medidas de privatización. Luchan contra los despidos injustos por enfermedad, por la cobertura de vacantes, contra la externalización de servicios, por la conversión de los contratos parciales y las horas extras en nuevos puestos de trabajo, contra las privatizaciones de líneas (se ha permitido una línea privada de autobuses para el acceso al nuevo Hospital La Fe, cuando el proyecto de una similar, pero pública, duerme el sueño de los santos desde hace cinco años), etc.
El Sindicat d’Estudiants apoya esta lucha. ¿Por qué?
1º) Porque, como muchos trabajadores, somos también usuarios de los autobuses. Y por tanto somos también interesados en un transporte público y de calidad. Una disminución de la plantilla implica también la disminución de la frecuencia, y también menos seguridad (el ritmo de trabajo aumenta). Es decir, se reduce la calidad, mientras los precios suben abusivamente sin miramiento hacia la grave situación económica que sufrimos muchas familias obreras. La privatización que se está aplicando (líneas privadas en sustitución de públicas, servicios subcontratados, etc.) implica una aceleración de estos problemas, ya que las empresas privadas sólo miran por sus beneficios. El mantenimiento de los autobuses tiende a empeorar; las medidas de seguridad, a relajarse, y la frecuencia, a recortarse.
2º) Porque somos hijos de trabajadores, y estudiamos hoy con la aspiración de trabajar en condiciones dignas mañana. El paro masivo, la destrucción de empleo fijo, la reforma laboral, nos afecta gravemente, como al resto de la clase obrera. No podemos permitir que se pierda ni un solo puesto de trabajo fijo, que se cierre ni una sola puerta a nuestro futuro. Menos aún, en empresas (como las públicas) donde (fruto de luchas anteriores) se mantienen condiciones de trabajo mejores que en el resto. Puestos de trabajo fijos, con buenas condiciones, bien remunerados, es lo que necesitamos, no sólo en la EMT, sino en todo el transporte público, en la sanidad y la educación pública. Rebajaría enormemente el paro y daría satisfacción a muchas necesidades sin cubrir de la población.
Los cargos de la EMT y del Ayuntamiento pretenden hacernos creer que los trabajadores son unos privilegiados. ¡Curioso, que lo diga gente con nóminas escandalosamente abultadas! ¡Curioso también, que mientras se recorta la plantilla de la EMT aumenta el número de cargos directivos! No, no es un privilegio tener condiciones laborales dignas, tampoco lo es que haya suficientes autobuses públicos para cubrir la demanda, suficiente frecuencia, suficiente seguridad, y precios baratos. ¿No hay dinero para eso, y sí hay 2.000 millones de euros para la edición de la Copa del América?
Estamos en época de ataques salvajes a lo que nuestros padres y abuelos conquistaron con su lucha. Los auténticos privilegiados, los banqueros y grandes empresarios, son beneficiados por la política del Ayuntamiento, de la Generalitat y del Gobierno. Ante eso sólo nos queda el camino de la lucha. Una lucha que ha de ser masiva y global. La de la EMT, como la de Ferrocarrils de la Generalitat (en lucha por motivos similares), es un ejemplo, y su triunfo será una acicate para la movilización en otros casos. ¡Apóyala!, participando en las manifestaciones, y escribiéndonos para organizar un Comité de Solidaridad.