Miles de personas toman las calles ante el Estado de Sitio en la Puerta del Sol.


A primeras horas de la mañana los equipos de limpieza de la comunidad de Madrid, auxiliados por cuerpos de la policía nacional, recogían los restos de los acampados en el paseo del prado y del punto informativo que se mantenía en Sol, mientras la policía desalojaba a los que quedaban allí. La razón, “hay que adecentar la ciudad ante la inminente visita del Papa para las Jornadas Mundiales de la Juventud”, y los “indignados” sobran de la estampa que se quiere dar de Madrid.

 


Ante semejante desfachatez, se había convocado para las 20:00 de la tarde una concentración en contra de esta medida. Cuando la hora se iba acercando, efectivos policiales fueron cerrando los accesos a la Puerta del Sol, y exigiendo a la gente que permanecía en la misma que se retirara inmediatamente. Varios grupos de personas decidían permanecer, algunos realizando una sentada, y otros  quedándose  de pie, haciendo como si la cosa no fuera con ellos. Ante estos grupos la policía se dirigió empleando las ya últimamente conocidas  como “acciones más contundentes”. Mediante empujones, patadas y puñetazos fueron desalojando a todos los que quedaban. Junto a esto, por orden gubernativa quedaban cerradas tanto la estación de metro, como la estación de cercanías de Sol, no efectuando ningún tren parada en ellas, para  evitar así la  llegada  de personas a la Puerta del Sol.


Sin embargo, la gente más allá de irse a sus casas por miedo ante semejante actuación,  permanecía en las entradas a Sol, agrupándose y formando columnas que empezaban a tomar grandes dimensiones. Entre mil y mil quinientas personas por cada entrada, y en aumento según se conocía la noticia. Cánticos como el de “esta plaza la vamos a tomar”, o “la plaza es mía, no de la policía”, se sucedían en todas las calles que rodeaban Sol. Mientras, se bromeaba con que la policía había hecho de Sol su nuevo aparcamiento, ya que no cesaban de llegar lecheras y más lecheras. Como anécdota, se puede resaltar que en la calle Carretas se procedió  a la expulsión de un infiltrado de la policía. Este personaje trató de defenderse explicando que venía de la asamblea de Lavapiés, pero varios compañeros le identificaron como policía secreta y como infiltrado en otras manifestaciones, entre ellas en los piquetes del 29-S.


Alrededor de las 21:30, las diferentes columnas agrupadas en las entradas de Sol comenzaron  a marchar hacia la Gran Vía, cortando el tráfico a su paso ante el estupor de viandantes y conductores. Gritando “lo llaman democracia y no lo es” y el conocido “que no nos representan”, se fue descendiendo por la gran vía llegando a Alcalá, donde se unieron dos grandes columnas que demostraban la fuerza con la que es capaz de golpear el pueblo en movimiento un 2 de agosto. Allí se empezaron a escuchar consignas llamando a la huelga general, y a favor de la lucha obrera, dejando claro el carácter de clase que tiene este movimiento. Al final, unas 15.000 personas se agolpaban delante del cordón de seguridad que impedía el acceso al Congreso de los Diputados y rodeaban la fuente de Neptuno. Allí la policía volvía  a hacer gala de su violencia ante los manifestantes. Posteriormente el movimiento se dirigía a la Plaza Mayor para concentrarse y tener una asamblea a las 00:30.


Desde el Sindicato de Estudiantes creemos que esta demostración de fuerza, esta manifestación totalmente inesperada para muchos, ha sido la confirmación empírica de que el caldo de cultivo está preparado para un escenario de confrontación social. Como se gritaba en la calle Carretas esta noche “se va a acabar la paz social”. Más movimientos explosivos, y mucho más fuertes se irán dando en los próximos meses, cuando los ataques y los recortes se aceleren y profundicen. Ya sólo faltan los elementos que canalicen todo este vapor, que eviten que se pierda toda esta rabia, y lo transformen en una energía que tumbe este sistema y plante las semillas de un mundo más justo.