Ayer saltaba a los medios de comunicación el envío de una carta amenazadora con cuatro balas de Cetme a Pablo Iglesias. Un nuevo ataque que no es ajeno a la escalada de agresiones, atentados y amenazas que los fascistas están perpetrando contra los activistas de la izquierda, contra los inmigrantes y contra los movimientos sociales. ¿Cuál ha sido la respuesta del llamado «Estado de derecho»? Blanquear a los fascistas y garantizarles una completa impunidad. Eso sí, desde el Ministerio del Interior, cuyo titular también ha sido amenazado por estos matones, no se ha dejado de criminalizar y de perseguir a la izquierda combativa, reprimiendo duramente numerosas movilizaciones sociales y juveniles en defensa de la libertad de expresión y de los servicios públicos.
En Madrid hemos asistido al espectáculo bochornoso de que el delegado del Gobierno del PSOE ha legalizado numerosas manifestaciones negacionistas y de apología del nazismo, mientras prohibía las feministas del 8M o enviaba a los antidisturbios a golpear con saña a los vecinos y vecinas de Vallekas cuando protestaban ante la presencia de Vox en este barrio obrero.
Desde Izquierda Revolucionaria queremos manifestar nuestra solidaridad con Pablo Iglesias, de la misma manera que lo hicimos cuando su local en Cartagena fue atacado con un artefacto incendiario por miembros de la extrema derecha. Como es público, no ha habido ningún detenido por esta acción criminal.
Iglesias va a denunciar estas amenazas ante los tribunales, y hoy mismo ha abandonado el debate electoral en la Cadena SER cuando la candidata de Vox, Rocío Monasterio, ha puesto en duda las amenazas fascistas. Es correcto lo que ha hecho Iglesias. No se puede consentir que los medios de comunicación, incluso los que van de progresistas como la SER, blanqueen a la extrema derecha de manera tan vergonzosa. ¿Qué hubiera ocurrido si estas cuatro balas las hubiera recibido Isabel Diaz Ayuso? Pues que hubiéramos tenido desde la mañana hasta la noche a todos los programas de televisión, tertulias, telediarios y editoriales abriendo con esta noticia para golpear a la izquierda.
En cualquier caso, la pregunta es concreta: ¿Cómo se combate al fascismo? ¿Apelando a la judicatura o a la policía, llenas de franquistas reaccionarios? ¿Llamando a que se cumpla la ley del régimen del 78?
La experiencia histórica, y la de estos años también, demuestra que al fascismo solo se le puede combatir con una política genuinamente de izquierdas que confronte con la oligarquía financiera, con el aparato del Estado y con la ultraderecha del PP y de Vox, defendiendo medidas drásticas para acabar con los recortes sociales y para meter mano a los grandes poderes económicos. Una política que se base además en la movilización contundente del movimiento obrero y de la juventud, para hacer morder el polvo a esta escoria. La lucha contra el fascismo es una lucha política y también física. ¡No pasarán!