Alentados por el Partido Popular y Vox, cientos de reaccionarios se han lanzado en la última semana a las calles del barrio Salamanca de Madrid blandiendo banderas de España y dejando escenas esperpénticas. La reivindicación de esta mugre social es muy clara: hay que abrir la actividad económica para llenar los bolsillos de la patronal, y atacar al Gobierno central para ocultar el desastre que Ayuso ha provocado en Madrid. La salud de la población les importa un bledo.
Para aquellos que constituyen la principal base social de la extrema derecha; parásitos rentistas y especuladores que se hacen de oro con la precariedad, los recortes y la privatización, los negocios están siempre por encima de la salud. Esta es, además, la excusa perfecta para quitar el foco mediático que hay sobre Díaz Ayuso y el PP, apoyado por Vox y Ciudadanos, responsables directos de la mayor matanza que ha vivido la ciudad de Madrid desde la Guerra Civil.
El descaro y la soberbia con la que han tomado la calle Núñez de Balboa estos vividores va totalmente en la línea del papel que juegan en la sociedad. Opulencia y ese orgulloso atraso reaccionario y casposo que caracteriza a la burguesía española. Todo ello, aderezado por el conchabamiento con las fuerzas represivas del Estado.
No es ninguna casualidad que una de las portavoces de la movilización sea Sonsoles Queipo de Llano y Álvarez de Toledo, que si bien podría ser perfectamente familiar del general fascista, es una aristócrata local ligada a la ultraderecha, cuya fortuna familiar se ha basado en la expoliación de campesinos, la especulación y la corrupción dentro del régimen franquista.
Fuera de la Milla de Oro de Madrid, y con la inestimable ayuda de la prensa conservadora, algunas decenas de elementos reaccionarios y ultraderechistas se han lanzado a dar rienda suelta a su españolismo intentando ocupar plazas y calles de barrios obreros como Vallecas, Carabanchel o Moratalaz y en localidades del sur como Alcorcón. Las imágenes muestran cómo este intento se ha topado de bruces con la respuesta de la juventud trabajadora madrileña.
De manera inmediata, cientos de jóvenes, con el apoyo de activistas de los barrios, se han organizado para acudir durante los últimos días a hacer frente a la ofensiva reaccionaria, a través de las redes sociales. Exactamente las mismas y los mismos jóvenes que han protagonizado las movilizaciones feministas del 6 y el 8M o que han sido parte de la Marea Blanca y la Marea Verde.
Las instantáneas han mostrado que no solo hay una fuerza tremenda y mayoritaria para responder a las provocaciones de la extrema derecha, sino que entre las capas más avanzadas hay un enorme deseo de dar una contestación en las calles a la política criminal del Partido Popular.
En este sentido, desde las direcciones de las organizaciones que sustentan al Gobierno se llama a no salir a las calles, a ignorarlos, a no “provocar ni caer en su trampa” o a “no rebajarnos a su nivel”, colocando así a la juventud que se moviliza en la misma categoría que al polvo social de los barrios ricos de Madrid. Y es que no es cierto que las protestas en el barrio Salamanca sean una simple cuestión de irresponsabilidad. Estas protestas tienen objetivos políticos claros que van en contra del interés general, que buscan el retorno forzado a los puestos de trabajo y a las aulas sin ninguna medida de control sanitario y que lanzaría a millones de personas a la exposición frente al coronavirus. Estas protestas están orquestadas por la patronal y el IBEX 35, y tratan de fortalecer a Vox y al PP.
Desde Izquierda Revolucionaria y el Sindicato de Estudiantes estamos participando activamente en estas movilizaciones y consideramos que la llamada a la desmovilización es un error completo, e insistimos; no responde al sentimiento de las millones de personas que han votado al PSOE y a UP. La ofensiva de la extrema derecha no se frena con tuits y comunicados, sino con la movilización enérgica.
La estrategia de la paz social y la Unidad Nacional desarma y paraliza a la clase obrera y la juventud ante un enemigo que no va a dar ninguna tregua. Hacemos un llamamiento a todos los colectivos y organizaciones de izquierdas a responder frontalmente y de manera unitaria a la extrema derecha, contra la precariedad y en defensa de la sanidad pública. Hay que construir comités antifascistas en cada barrio, centro de estudios o de trabajo, para responder organizadamente a su violencia y sus provocaciones.
La radicalización de la derecha en medio de la pandemia por el Covid-19 pone de manifiesto la necesidad urgente de construir una alternativa revolucionaria con una política consecuente e independiente, que lleve adelante un sindicalismo combativo, impulse la lucha contra la extrema derecha y sea un foco de referencia para los millones que sufrirán en sus carnes las consecuencias de la crisis capitalista que se agudiza. No hay tiempo que perder: ¡Únete a la resistencia! ¡Únete al Sindicato de Estudiantes! ¡Únete a Izquierda Revolucionaria!
¡No pasarán!