El movimiento feminista en el Estado español ha vuelto a dar una lección inolvidable este 8 de marzo. Desde por la mañana, con la huelga estudiantil feminista y las movilizaciones juveniles organizadas por Libres y Combativas y el Sindicato de Estudiantes, hasta por la tarde en las manifestaciones unitarias, centenares de miles de mujeres trabajadoras y jóvenes, acompañadas por nuestros compañeros de lucha, hemos respondido con una fuerza tremenda llenando las calles de todos los territorios.
Aquí estamos las feministas, feministas antifascistas, somos el grito de las que ya no están, me cuidan mis amigas y no la policía, no es un caso aislado se llama patriarcado, solidaridad con las hermanas trans… y muchas consignas más, resonaron durante horas con una potencia difícil de describir en las calles de decenas de ciudades. Una marea morada multitudinaria –con pancartas y carteles caseros que se contaban por miles– después de dos años de pandemia insoportable, se ha levantado de nuevo enseñando su puño contra la violencia machista, la LGTBIfobia y el fascismo. Una jornada ejemplar que también ha sido un canal de expresión de todo el descontento acumulado con las políticas del Gobierno de coalición.
El papel de vanguardia que ha jugado la juventud en estos últimos años dentro del movimiento feminista es innegable. Y este año, las estudiantes y jóvenes nos hemos vuelto a colocar en primera línea de la lucha por la igualdad y nuestros derechos.
Dos millones de estudiantes vaciamos las aulas secundando la huelga general estudiantil convocada por el Sindicato de Estudiantes y Libres y Combativas y más de 100.000 abarrotamos las calles y plazas en las manifestaciones que organizamos. Ayer expresamos toda nuestra rabia no solo contra el machismo imperante que sufrimos todos los días, sino también contra todo lo que ha significado esta pandemia para nosotras y nosotros. La misma juventud que ha sido condenada al desempleo y a la precariedad, cuya salud mental ha sufrido una hecatombe, criminalizada hasta decir basta por los medios de comunicación… hemos hecho de este 8M un grito de guerra contra este sistema que no tiene nada que ofrecernos.
Hem tornat a omplir els carrers de Catalunya contra la violència masclista i la justícia patriarcal que ens ofega i ampara els discursos d'odi de la dreta! Visca la lluita de la dona treballadora! Visca la lluita feminista! Visca la lluita LGTBI! ✊🏽💜🏳️🌈#8M2022 #Barcelona pic.twitter.com/FXHZdBUdP6
— Sindicat d'Estudiants🎗 (@SindicEstudiCat) March 8, 2022
Las cifras de participación en las manifestaciones no dejan lugar a dudas: 40.000 en Barcelona, 15.000 en Madrid, 9.000 en València, 8.000 en Bilbo, 5.000 en Sevilla, 2.000 en Málaga, 1.000 en Vigo, y miles más en otras muchas ciudades y localidades… y esta respuesta masiva es también el fruto del trabajo de convocatoria que hemos desarrollado desde Libres y Combativas y el Sindicato de Estudiantes. En un mes y medio hemos repartido más de 250.000 hojas y pegado 40.000 carteles por nuestros barrios, hemos intervenido directamente en más de 600 institutos con nuestra propaganda y organizado numerosas asambleas en institutos y facultades. Gracias a esto, ayer más de 500 activistas organizamos de forma enérgica las manifestaciones, vendimos más de 1.500 ejemplares de nuestro periódico feminista y 2.000 nuevas compañeras y compañeros se afiliaron a Libres y Combativas para seguir construyendo el feminismo anticapitalista y antifascista.
Un 8M masivo a pesar del silencio y la política de paz social del Gobierno
El carácter clasista volvió a marcar por completo las movilizaciones feministas de este 8M, incluso a un nivel superior al de otras ocasiones. De nuevo se ha puesto en evidencia lo que late en el corazón de este levantamiento y porqué es una de las expresiones más avanzadas y profunda de la lucha de clases en el Estado español y en todo el mundo. Quienes cogemos nuestras banderas moradas y llenamos las calles 8M tras 8M señalamos al sistema capitalista como responsable de nuestra opresión.
Pero si hay un mensaje que destaca de forma especial es el que mandamos a la extrema derecha. Somos muy conscientes de la amenaza que suponen Vox, el Partido Popular y las bandas fascistas para nosotras. La respuesta que le dimos ayer a estos reaccionarios, que cada día están más envalentonados, fue ensordecedora. Un nuevo ejemplo de cómo se combate a la ultraderecha y del potencial que existe para derrotarlos con una política correcta.
Pero tenemos que ser claras. La jornada de ayer había sido diseñada para que pasara lo más inadvertida posible. El silencio de los medios de comunicación en los días previos no es casualidad y el Gobierno PSOE-UP ha continuado agitando su campaña de propaganda hueca para seguir imponiendo la estrategia de la paz social, contando con el estimable apoyo de la burocracia sindical que un año más se ha negado a convocar huelga general.
Este 8M también ha sido una forma de expresar la decepción y el desencanto que sentimos millones de trabajadoras y trabajadores con la agenda aplicada por el “Ejecutivo más feminista y progresista”. No hemos vivido avances significativos en los derechos de la mujer, la política de vivienda sigue dejando intacto el poder de las grandes inmobiliarias y se prudecen miles de desahucios, nos intentan vender que han derogado la reforma laboral del PP cuando es mentira y ahora, por si no hubiera sido ya suficiente, apoyan una guerra imperialista en Ucrania colocándose del lado de los mismos poderes (OTAN, UE y EEUU) que han destruido países enteros mientras nos hablan de la “paz” y la “diplomacia”.
La estrategia de la paz social y de la unidad nacional con la burguesía y el imperialismo occidental choca directamente con las condiciones de vida insoportables de las mujeres y hombres de la clase obrera. Por eso ayer, a pesar del boicot activo y de todos los agentes implicados para que las movilizaciones fueran lo más reducidas posible, todo ese malestar que se ha incubado bajo la superficie irrumpió de una forma tan espectacular.
La lucha nos hace libres. ¡Únete a Libres y Combativas!
La confianza que hoy sentimos todas y todos los que participamos en las movilizaciones es increíble. Lo que hicimos ayer fue impresionante y superó todas las expectativas. Volver a levantar la bandera del feminismo de clase con esta determinación es una inspiración y demuestra todo lo que está por venir en el próximo periodo.
Lo dijimos: este 8M volvemos con fuerza a las calles. Eso hemos hecho y eso seguiremos haciendo. Porque si algo ha demostrado esta jornada es que el movimiento por la liberación de la mujer trabajadora sigue más vivo que nunca y que no se va a dejar asimilar ni domesticar. Para seguir impulsando el feminismo anticapitalista y revolucionario día a día, os animamos a uniros a Libres y Combativas y a construir con nosotras una alternativa que nos permita conquistar la igualdad, la libertad y el respeto que merecemos.