Libres y Combativas

“Estoy muy orgullosa de ser una mujer de clase trabajadora, de mi situación humilde, que me hace antes que ser activista por la libertad sexual, ser una activista social, que lucha contra las injusticias sociales”


Libres y Combativas hemos entrevistado a la compañera Mar Cambrollé, presidenta de ATA, la Asociación de Transexuales de Andalucía. En esta conversación hablamos sobre la lucha histórica de las personas trans por sus derechos y libertades, los obstáculos que el PSOE está imponiendo en la tramitación de la llamada Ley Trans y cómo la lucha feminista no está separada de la lucha del colectivo trans.

Libres y Combativas (LyC): ¿Cuándo nace la lucha LGTB y de las personas trans en el Estado español?

Mar Cambrollé (MC): Yo situaría el nacimiento de esta lucha en los 70, cuando se sustituye la Ley de vagos y maleantes por la Ley de peligrosidad social.
Esto despierta el rechazo de ciertas personas que empiezan a organizarse en Catalunya en un espacio que se llama el Movimiento Español de Liberación Homosexual (MELH). Estamos hablando todo de colectivos clandestinos y semi clandestinos, que venían de una persecución política similar a la que han sufrido los militantes de izquierdas y los sindicalistas. En aquel entonces la brigada político social nos pisaba los talones para meternos presas.

Y esa lucha, yo siempre he dicho que, de una manera brutal e inmisericorde golpeó a las personas trans por el hecho de ser visibles. Aunque el objeto de las leyes del franquismo perseguía a los homosexuales, en verdad se referían a nosotras. Yo creo que al franquismo poco le importaba con quién tú te acostarás en la privacidad de tu alcoba, el franquismo lo que castigaba de una manera brutal es que desafiáramos la expresión de género de forma abierta, visible. Precisamente por eso las personas trans que éramos muy visibles o aquellas que tenían una expresión de género no muy normativa, éramos tachadas como las locas de los pueblos, de los barrios…

LyC: ¿Cómo fue la represión a las mujeres trans durante el franquismo?

MC: Las mujeres trans pagamos los peores maltratos de esa dictadura. Éramos expulsadas de nuestros hogares. No te dejaban hacer un tránsito social en tu casa. No se podía estudiar por el gran acoso que recibíamos de alumnos y profesorado. Muchas tuvieron que abandonar desde la escuela primaria.

Sin estudios, expulsadas de los hogares y con un mercado laboral cerrado a cal y canto, lo único a lo que podíamos recurrir para poder subsistir y pagar las hormonas (este tratamiento estaba completamente fuera de la salud pública) era la prostitución no elegida. No era un medio para vivir, sino la única salida a la que te obliga un sistema.

Sin embargo las mujeres trans siempre hemos sido muy valientes. Nunca rechazamos movilizarnos por miedo a que nos metieran presas, a que nos dieran palizas, a que nos chantajearan o incluso a que la policía y los funcionarios públicos en las cárceles abusaran sexualmente de nosotras. Una chica de Valencia, que se llamaba Natacha Rampova, contaba como en un solo día la violaron hasta 8 veces en su celda y cómo los propios funcionarios de prisión la vendían y sacaban dinero permitiendo que sus compañeros de cárcel la violaran.

Pero esta opresión no solamente tenía un componente de género o un componente sexista sino que tenía también un claro componente de clase, porque era con las personas más pobres, las personas que veníamos de la clase trabajadora, o incluso de un ambiente lumpen, contra las que se cebaron.

Aquellas personas que provenían de la burguesía siempre tenían amigos. Amigos del padre, del comisario, del juez, del abogado... Y siempre se escaparon de la prisión. Por eso en la represión a las personas trans siempre iba por delante el componente de clase.

LyC: ¿Cuándo se crea la primera organización trans en el Estado español?

MC: Fue en los 80. Por entonces las mujeres trans se prostituían en el paseo de la Castellana de Madrid y eran brutalmente atacadas por las bandas fascistas. Los skinhead tenían la consigna de "a la caza del travelo", "a la caza del maricón". Y casi todas las noches iban y pegaban con cadenas y porras a las prostitutas transexuales, muchas veces en presencia de la propia policía que no hacía nada.

Y ahí nace, como una respuesta ante la persecución neonazi y la impasibilidad de la policía, en el 82/83, la primera organización trans en el estado español, que se llama transexualia. Años después, en el 91, los skinhead matan en Catalunya a Sonia Rescalvo, una mujer transexual a la que patearon hasta la muerte, y como respuesta a esto nace el colectivo transexual de Catalunya. (CTC).

Pero creo que hay también una ruptura bastante fuerte en el colectivo trans a partir del 2000, cuando el movimiento trans se da cuenta de que el colectivo LGTBI, el institucionalizado, no le representa. Y quiero distinguir al institucionalizado de la gran mayoría de colectivos LGTBI, en los que sí existe un componente de clase como pueda ser el orgullo crítico de Madrid o Andalucía, la crida en Catalunya… y que sí va de la mano del movimiento trans. Si algo caracteriza al movimiento trans es no ser un movimiento clientelista o que se arrodille ante la clase burguesa.

Yo estoy muy orgullosa de ser una mujer de clase trabajadora, de mi situación humilde, que me hace antes que ser activista por la libertad sexual, ser una activista social, que lucha contra las injusticias sociales.

Entiendo que las luchas identitarias tienen que ir unidas de la mano. Es importante golpear al capital en todos sus tentáculos porque al final tienen una cabeza única, que es la banca, el Ibex 35. Usan todos los mecanismos que tienen para poder oprimir a todas las personas por cuestión de género, de su identidad, orientación… pero por encima de todo el capital a quien explota es a la clase trabajadora en todas sus expresiones. Por eso yo no entiendo la lucha de una manera separada.

LyC: El PSOE acaba de bloquear la Ley Trans en el Congreso posicionándose de facto con la derecha y la ultraderecha, pero como habéis mantenido desde el principio vais a seguir luchando porque “habrá Ley Trans”. ¿Cuál es ahora el siguiente paso?

MC: Vamos a seguir. La línea roja ni siquiera la ponemos nosotras, sino las 12 leyes autonómicas que ya existen sobre autodeterminación del género. No vamos a permitir que una ley estatal menoscabe este derecho, que hasta el Tribunal Constitucional reconoció de manera explícita en 2019. Una ley estatal no puede menoscabar el derecho constitucional e inalienable de los menores al cambio de sexo y nombre registral. Es un derecho que también reconoce el Consejo de Europa, que indica a todos los estados que para proceder al cambio registral de nombre y sexo de las personas trans ha de ser a través de un trámite administrativo gratuito, sin requisitos médicos, periciales ni judiciales y sin límites de edad.

Lo que ocurrió el 18 de mayo en el Congreso de los Diputados, con el bloque de PP, Vox y PSOE frente a la ley trans, nos dejó una foto muy clara del “trans-fachito”. Una imagen como la del trío de Colón pero esta vez con el PSOE. Sin embargo también queremos destacar que todos los demás partidos votaron a favor, y que únicamente estos tres se opusieron. Estamos muy orgullosas de que el resto de partidos apostaran por los derechos humanos de las personas trans. Pero vamos a seguir adelante hasta sacar esta ley. Por eso también más de 80 colectivos de diferentes territorios del Estado español, hemos pedido a los organizadores del orgullo de Madrid, que el Partido Socialista no sea invitado mientras no levante el veto a las personas trans, porque lo que está promoviendo es un sentimiento de odio y desprecio hacia nosotras.

LyC: Y por último, ¿qué opinas de la posición de algunos sectores que se consideran feministas pero opinan que las personas trans no podéis formar parte del movimiento feminista?

MC: Yo creo que el feminismo nunca me ha abandonado y soy parte del feminismo. Me niego a llamar feministas a estas cuatro o cinco mujeres, a esta minoría, que hablan desde su privilegio de académicas y burguesas, por mucho que algunas militen en partidos de izquierdas. Es corromper el nombre del feminismo. El feminismo creo que es una herramienta para luchar contra todas las opresiones, que tiene unas señas de identidad que permiten ponerse en la piel de una mujer negra o gitana, la capacidad de ponernos en la piel de las mujeres pobres, de las Kellys, de las que tienen los huesos rotos teniendo que hacer jornadas interminables de 24 habitaciones, de las que tienen las manos rotas de trabajar el campo, de las explotadas en situaciones de esclavitud en muchísimos puestos de trabajo. Y cómo no, también, ponernos en la piel de mujeres lesbianas, bisexuales y transexuales. Cuando el feminismo pierde estas señales de identidad... será otra cosa, pero no feminismo.

No es posible que se pueda llamar feminismo si el discurso y el fondo es el mismo que ha defendido siempre la ultraderecha y los fundamentalismos religiosos.

El feminismo es la lucha de las mujeres contra todas las opresiones.