EL EMPRESARIO DESPIDE A TODOS LOS TRABAJADORES POR EXIGIR EL PAGO ÍNTEGRO DE LOS SALARIOS Y OTROS DERECHOS BÁSICOS
Los 80 mineros de Antracitas de Gillón llevan dos semanas acampados ante la mina y movilizándose a diario en defensa de sus puestos de trabajo y de unas condiciones de trabajo dignas.
Antracitas de Gillón es una empresa de Cangas del Narcea (área occidental de Asturias) cuya plantilla, formada en casi su totalidad por jóvenes trabajadores, pertenece legalmente a dos subcontrtas (Induminer y Prosinves). Antracitas pertenece a su vez a García Munté Energía una empresa con sede en Barcelona y que está participada por una multinacional holandesa. Esta división no es más que una trampa legal para burlar la legislación vigente, que obliga a que cualquier empresa con más de 50 trabajadores tenga Comité de empresa, y mantener a los trabajadores divididos, desorganizados y sin ningún tipo de representación ni cauce para defender sus derechos. Los propietarios legales de las subcontratas y de la empresa tienen estrechos vínculos y explotan salvajemente a los mineros cuyos contratos son eventuales, la mayoría hasta fin de obra, y cuyos salarios además de mucho más bajos que en otras empresas del sector no suelen ser cobrados en su integridad. Las condiciones laborales que sufren la mayoría de los trabajadores de la minería privada de la cuenca del Narcea parecen más propias del siglo XIX o del franquismo que de la tan cacareada democracia bajo la que nos dicen que vivimos. Los trabajadores ahora despedidos, por ejemplo, cobran por metros de carbón, lo que obliga a ritmos extenuantes, si sufren un accidente importante pueden ver sus contratos rescindidos. El que proteste ante esta situación ya sabe lo que le espera: irse a la calle, engrosar las filas del paro y tener muchas posibilidades de no encontrar empleo en ninguna de las otras minas privadas de la zona, Cangas del Narcea (área occidental de Asturias), donde las condiciones de trabajo y salarios son iguales o peores y las empresas están controladas por empresarios que aplican las mismas prácticas mafiosas y represivas. De alrededor de 800 mineros que quedan en esta zona más de 300 trabajan en precario en condiciones parecidas o incluso peores a las de los trabajadores de antracitas de Gillón..
El pasado 16 de enero los trabajadores de esta empresa decidieron decir basta. El relevo de la mañana se negó a entrar a trabajar en protesta ante los reiterados incumplimientos por parte de la empresa en cuestiones como el pago íntegro de los salarios, el material y las condiciones de trabajo. Tras este paro el empresario se reúne con los representantes que los trabajadores eligen en asamblea (hasta ese momento carecían de representante alguno), promete estudiar sus demandas y dar una respuesta en una reunión que se concierta para el miércoles de la semana siguiente. El empresario no se presenta a dicha reunión y cuando lo hace, el viernes, lejos de acceder a ninguna de las reivindicaciones despide a 36 trabajadores. El resto de la plantilla perteneciente a la otra subcontrata decide solidarizarse con sus compañeros despedidos y comienza la huelga. El empresario cierra la empresa y despide al resto de los trabajadores.
En estos momentos los compañeros mantienen alta la moral y la disposición a luchar por sus derechos y se reúnen diariamente ante la puerta de la empresa donde mantienen una acampada permanente durante las 24 horas del día para evitar que el empresario pueda sacar la producción. Desde el Sindicato de Estudiantes pensamos que para que ganen esta batalla es necesario que el resto de los trabajadores les demos todo nuestro apoyo y solidaridad. Este es un ejemplo de cómo uno de los sectores más explotados de nuestra clase, los jóvenes trabajadores eventuales de las subcontratas, se ha puesto en marcha para defender unos derechos mínimos y básicos, sin embargo incluso esos derechos tan mínimos chocan con la sed inagotable de beneficios de unos empresarios parásitos.