Bárbara Areal · Izquierda Revolucionaria / Libres y Combativas

¡Abolir la esclavitud sexual y defender a las víctimas!

Cuando el pasado 4 de agosto se publicaba en el BOE la inscripción de la “Organización de Trabajadoras Sexuales. OTRAS”, el debate sobre la legalización de la prostitución arreció con fuerza. La ofensiva de la patronal del negocio del sexo, proxenetas y puteros, dio un paso al frente, envuelta en una supuesta defensa de los derechos de las mujeres que ejercen la prostitución. Desde entonces, una parte importante de la izquierda reformista y del feminismo transversal se ha retratado, haciendo el caldo gordo a los que quieren convertir la violencia sexual en una actividad económica legítima. Enfrente, la voz de la izquierda de clase, revolucionaria y consecuente, y del feminismo combativo y anticapitalista también se ha alzado, denunciando las maniobras que pretenden normalizar la forma más repugnante de la opresión patriarcal.

Representantes de CCOO, CGT, del ayuntamiento de Barcelona encabezado por Ada Colau, y de organizaciones como “Anticapitalistas”, justificaron a este mal llamado sindicato, en realidad una organización encabezada por proxenetas , argumentando que permitiría mejorar las condiciones de las “trabajadoras del sexo” y evitar abusos. Un discurso que obvia lo esencial, y es que la inmensa mayoría de las mujeres que se ven obligadas a vender su cuerpo lo hacen por necesidad y no por elección. La prostitución representa la ruptura más infame de la igualdad entre hombres y mujeres.

Proxenetas amenazados por el auge de la lucha feminista

La prostitución es una de las herramientas más antiguas, útiles y efectivas para la perpetuación del machismo y el patriarcado. El mensaje es claro y directo: una mujer es una mercancía que se puede comprar para la satisfacción de cualquier hombre que disponga de un poco de dinero. Y aunque la controversia sobre si es o no un trabajo como otro cualquiera viene de lejos, cabe preguntarse por qué en los últimos años ha superado los estrechos círculos a los que estaba limitada para transformarse en un debate de dimensión social.

El ascenso de la lucha de masas feminista tiene mucho que ver con ello. Y es que cuando millones de mujeres tomamos las calles para dejar bien claro que somos las dueñas exclusivas de nuestro cuerpo y que no aceptamos ninguna servidumbre ni sumisión en la familia, ni en el trabajo y tampoco en las relaciones sexuales, todos los defensores del patriarcado, todos los que obtienen un beneficio político, económico e ideológico de nuestra opresión, se sienten amenazados. No hablamos sólo de quienes ocupan escaños, sillones en los consejos de administración del IBEX 35 o nos arengan con su moral homófoba y pederasta desde los púlpitos. En especial los proxenetas, estrechamente vinculados al mundo empresarial y político, al aparato policial y al narcotráfico, obtienen más de 20.000 millones de euros anuales de la explotación sexual de las mujeres, han puesto en juego todas sus armas para garantizar que su negocio no sea cuestionado socialmente.

Libertad de elección: otra mentira de ricos

Capitalismo y patriarcado van de la mano, por eso mismo la prostitución no es sólo un asunto de mujeres en general, sino especialmente de mujeres pobres. La imagen machacona que se repite en los reportajes favorables a la legalización, mostrando universitarias que se financian sus estudios ‘acompañando’ a refinados y educados hombres de negocios, no tiene nada que ver con la cruel realidad que estamos tratando.

Hablamos del sufrimiento cotidiano de millones de mujeres de nuestra clase, de las más oprimidas y, por tanto, las más vulnerables. En el Estado español el 70% de las que se encuentran atrapadas en el negocio del sexo son inmigrantes, en Inglaterra el 81%, en Alemania el 85%. En India, 20 millones de mujeres ganan 2 dólares al día por su “participación” en esta “industria” tan lucrativa. ¡2 dólares al día por ser penetrada oralmente, vaginalmente y analmente por hombres desconocidos! En Nueva York, el 75% de las menores que se prostituyen actualmente son negras.

Prostitución es miseria, esclavitud, racismo y abuso. No, la mayoría de las prostitutas no tienen oportunidad de elegir. ¿De qué estamos hablando señores y señoras partidarias de la legalización y que consideráis la prostitución como un trabajo más? Es especialmente lamentable que haya organizaciones de izquierda y feministas, que intentan transformar esta esclavitud en sinónimo de libertad, de empleo digno y derechos. Normalizar la prostitución como una actividad laboral no es otra cosa que blanquear la compra-venta del cuerpo de las mujeres más pobres convirtiéndolo en un mero objeto desprovisto de voluntad.

“Cerveza, salchichas y mujeres ilimitadas por 70€”

La legalización de la prostitución, como en el caso de Alemania, arroja un balance claro. Nadie duda del gran negocio que representa para los propietarios de los 3.500 burdeles del país, pero para las mujeres que venden su cuerpo las cosas son muy diferentes.

Como en toda relación de dominio, la violencia sobre quien debe sumisión es inevitable, y la cosificación de la mujer alcanza cotas superlativas: “Nuevas chicas en el burdel Calígula en Berlín. Oferta de ‘sexo absolutamente salvaje: 20 minutos por 20€.’”. Como en toda actividad mercantil que se precie, los respetables proxenetas compiten por ofrecer el producto más exclusivo, ofertando en Internet ‘servicios’ de este tipo: “El miércoles estamos organizando una fiesta ‘gang-bang’ (sexo grupal de varios hombres con una mujer) con Tina, de 19 años, embarazada de 6 meses… cuesta 35€.”

En Alemania el consumo de prostitución se ha incrementado un 30% a consecuencia de su normalización. Como señala la doctora Ingeborg Graus en su artículo, “que la gente joven celebre su graduación en un burdel” o se oferte un “tour guiado por los burdeles de la ciudad de Berlín a los estudiantes recién llegados” es habitual. ¿Alguien puede sostener que estas prácticas no alimentan la cultura de la violación? Un estudio realizado dos años después de la legalización (2004) por el Ministerio de la Familia alemán, concluyó que el 92% de las prostitutas habían sido agredidas sexualmente.

El abolicionismo hipócrita del PSOE. Por una alternativa de clase que defienda a las prostitutas y acabe con la trata y la esclavitud sexual.

Oponernos activamente a la legalización de la prostitución significa también luchar contra la criminalización de las prostitutas, y denunciar la hipocresía y oportunismo del gobierno del PSOE en su supuesto feminismo.

Este gobierno cuenta con muchas mujeres en su seno, es cierto, pero recordemos que el presidente y todas las ministras han manifestado su respeto con las decisiones judiciales que dejan en libertad provisional a los violadores, o condenan a Juana Rivas con una sentencia insolentemente machista. Lo mismo se puede decir sobre la realidad social que obliga a decenas de miles a vender sus cuerpos en las calles y burdeles. El gobierno del PSOE durante años, con sus políticas de despidos, recortes sociales, desahucios, medidas represivas contra los y las inmigrantes, precariedad y bajos salarios, y humillación respetuosa ante el poder de la Iglesia, no ha hecho nada por combatir las raíces de la prostitución. Tener una posición formalmente abolicionista y ser un pilar sólido del sistema capitalista y del patriarcado es una completa incongruencia.

Las mujeres explotadas por la mafia del sexo son objeto de la violencia salvaje que genera este sistema económico. Su liberación no vendrá de la mano de sindicatos de proxenetas, ni de normalizar su esclavitud convirtiéndola en “trabajadoras del sexo”, sino de la batalla por transformar la sociedad. Desde Libres y Combativas luchamos en primera línea por los derechos de las víctimas, no por garantizar el negocio a sus verdugos. Por eso exigimos a los poderes públicos:

  • Endurecimiento de las penas a los proxenetas, traficantes de personas y beneficiarios de la explotación sexual de seres humanos. Incautación de sus fortunas personales y patrimonio para invertirlos en garantizar los derechos sociales y económicos de sus víctimas y sus familias.
  • Regularización y derecho a la ciudadanía para todas las prostitutas extranjeras víctimas de la trata.
  • Otorgar a las prostitutas medios económicos para salir de la esclavitud sexual. Vivienda pública digna y accesible, empleo digno o subsidio de paro hasta encontrar trabajo, y protección social, sanitaria y educativa a sus hijos e hijas que evite la violencia contra ellos.
  • Educación sexual obligatoria en los centros educativos desde la escuela infantil hasta la universidad, para combatir el machismo, la violencia contra las mujeres y la homofobia.