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Este viernes 22 de junio, decenas de miles de mujeres, de jóvenes, y también miles de compañeros que han estado a nuestro lado, volvimos a llenar las calles de indignación y furia. La marea feminista ha desbordado Madrid, Catalunya, Euskal Herria, País Valencià, Andalucía, Galiza y todos los territorios del Estado, levantando un grito ensordecedor contra esta justicia patriarcal que protege a los violadores. Las compañeras de Libres y Combativas hemos participado de manera muy activa en esta gran demostración de fuerza.

En Madrid, la manifestación desbordó todas las previsiones. Más de 100.000 personas tomamos las arterias centrales de la ciudad: desde la calle San Bernardo, sede del Ministerio de Justicia, una concentración multitudinaria se convirtió en manifestación recorriendo la Gran Vía y la Plaza de Cibeles, para acabar finalmente al lado de las escalinatas del Congreso de los Diputados. Es difícil describir la sensación de rabia, pero sobre todo de determinación que nos contagiaba a todas y todos los presentes. No paramos de gritar y corear consignas: ¡Esta justicia es una mierda! ¡No es abuso es violación! ¡Justicia patriarcal la estáis juzgando a ella! ¡Tranquila hermana esta es tu Manada! y muchas más. Las mismas imágenes se vivieron en cientos de ciudades, desde Bilbo a Iruñea, en Sevilla o Málaga, en Valencia y Barcelona.

A la misma hora que este terremoto de indignación social se producía, los cinco violadores de La Manada salían en libertad gracias a un sistema judicial que, despreciando el sentir de millones de mujeres, y también de hombres solidarios, demuestra que constituye un sólido pilar del patriarcado.

Las compañeras de Libres y Combativas hemos señalado que La Manada no es un caso aislado. Protegiendo a estos cinco criminales hay jueces y juezas, políticos y políticas que con sus sentencias, recortes y su cultura de la violación garantizan que continúe impune esta ola de violencia contra la mujer. Hay un régimen capitalista que defiende los privilegios y beneficios de una minoría, a costa del sufrimiento y la explotación de millones de mujeres, de niños, de migrantes y trabajadores. La Manada es el sistema.

En estos días hemos escuchado muchas voces desde el gobierno, en el parlamento, en las tertulias televisivas y las tribunas periodísticas, que hablan de la ausencia de perspectiva de género de los tribunales y la necesaria educación en ese sentido de jueces y juezas. Desde Libres y Combativas rechazamos este argumento ridículo que lo que pretende es justificar lo injustificable y ocultar el problema de fondo.

En la carrera judicial no sólo hay hombres, hay muchas juezas que, al igual que sus compañeros, emiten sentencias indignas que absuelven a violadores, maltratadores y acosadores. ¿Acaso esas juezas no ven lo que vemos las millones de mujeres que hicimos la huelga feminista del 8M o que llenamos las calles contra la sentencia de La Manada? Por supuesto que lo ven, no hace falta tener la carrera de derecho para ser consciente de lo que ocurre. La cuestión es que ellas, como la mayoría de jueces hombres, forman parte de una casta que es seleccionada meticulosamente para servir al sistema y garantizar el orden establecido, perpetuando la opresión de clase, de género y de raza.

No, el problema no es la falta de educación de los jueces y juezas, ni de que haya más “juzgados especializados”. Lo que hay que preguntarse es por qué los jóvenes de Altsasu, cuya inocencia ha sido más que demostrada, se pudren en la cárcel por un delito que no han cometido. Por qué tuiteros y raperos son enviados a prisión por escribir canciones contra la monarquía. Por qué jóvenes como Alfon siguen encarcelados y miles de activistas de la izquierda son perseguidos judicialmente, procesados y condenados por luchar contra las injusticias del sistema. Por qué votar el 1 de octubre en Catalunya es considerado un crimen mucho más grave que una violación grupal probada fehacientemente, o las agresiones fascistas y homófobas quedan siempre impunes.

Después de que millones de mujeres hayamos protagonizado una huelga feminista histórica el pasado 8M, y tras haber vaciado las aulas de todo el Estado el 10M en la huelga general estudiantil contra la sentencia de La Manada, el aparato judicial ha urdido una nueva provocación para burlase de nosotras y hacernos creer que hagamos lo que hagamos no podemos cambiar nada. Por eso es muy importante que el movimiento feminista vaya a la raíz del problema: la justicia es un instrumento fundamental del sistema capitalista, como también lo son otras instituciones desde las que se nos oprime. El hecho de que haya mujeres en cargos judiciales, ocupando ministerios, dirigiendo bancos o en puestos de mando del mundo empresarial y político, no evita la explotación ni la discriminación salarial, ni elimina el machismo y la violencia contra nosotras.

Hay que señalar también que el nuevo gobierno de Pedro Sánchez ha demostrado que su “feminismo” no es más que una pose, una frase hueca, gestos hipócritas que esconden una política continuista que se pliega ante la justicia patriarcal. Con las declaraciones de su portavoz afirmando que “esta decisión hay que enmarcarla dentro de la normalidad del sistema judicial y que el gobierno la respeta”, está todo dicho. Puede que haya 11 mujeres en el gobierno del PSOE, pero si las políticas que aplican siguen manteniendo la lógica del sistema, las injusticias no desparecerán y los criminales de La Manada podrán disfrutar de libertad gracias a esta legalidad podrida.

La experiencia vuelve a demostrar que la lucha feminista, si quiere vencer, debe ser de clase, revolucionaria y anticapitalista. Ese es el programa que desde Libres y Combativas, el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria defendemos sin ningún tapujo.

El movimiento feminista debe continuar impulsando la movilización más masiva y contundente, saber cuales son sus aliados y cuales no, y concretar sus exigencias que en el caso que nos ocupa son muy claras: anulación inmediata de la libertad de La Manada. ¡Los violadores deben volver a prisión! Inhabilitación fulminante de los magistrados implicados, y depuración del sistema judicial de jueces y juezas machistas, reaccionarios y fascistas. En las calles, con la lucha ¡Sí se puede!
¡No es abuso es violación! ¡Nosotras si te creemos!