La carrera de Medicina siempre se ha caracterizado por ser una de las carreras donde las trabas académicas y sociales se han mostrado de una manera más cruenta de cara a frenar la formación de los hijos de los trabajadores.

Además de contar con una de las notas de corte más alta de todas las facultades, el elevado grado de formación que requiere la carrera obliga al estudiante a dedicar seis años de su vida al estudio universitario. A esto se ha de sumar el elevado precio de las matrículas (alrededor de los 1.400 euros anuales en la Universidad de Barcelona), horarios incompatibles con cualquier trabajo y el desorbitado precio de los libros, de los cuales claramente hay una dotación insuficiente en las bibliotecas.

Que la nota de acceso sea tan elevada no responde a una falta de demanda de médicos, sino que es el resultado de la continua estrategia de la burguesía por devaluar el servicio público llevando a cabo políticas de privatización y falta de inversión en infraestructuras, material y formación de profesionales. Algunas organizaciones, con intereses corporativos, defienden que el problema es que los médicos están mal distribuidos. Esto no tiene nada que ver con la realidad de los barrios obreros y las condiciones laborales de los médicos, sobretodo los residentes, que realizan jornadas laborales interminables (de hasta más de 60 horas con guardias de 24 horas incluidas) a la vez que cobran salarios de mileurista. El año pasado, el propio Ministerio de Sanidad reconoció que en los próximos años la sanidad contará con un déficit de 25.000 médicos.

Una vez acabada la carrera, el estudiantes cuenta con alrededor de 8 meses para preparar-se el examen MIR. Este último año, en el cual se ha de estudiar el temario de 6 años, es una traba más para el acceso a la práctica de la medicina por parte de los hijos de los trabajadores. Estudiar todo el temario en un tiempo tan limitado implica prácticamente que el 100% de los estudiantes necesiten pagar una academia privada, ya que no existen ningún tipo de academias públicas, para sistematizar el estudio y ser guiados. El estudiante que no pueda pagarse estas costosas academias y opta, ya que no tiene más remedio, a estudiarse el temario por libre, seguro que partirá en condiciones de inferioridad.

Por si esto no fuera suficiente, recientemente se ha planteado una reforma del MIR que ataca aún más las condiciones de estudio y laborales de los futuros médicos. Para empezar, se pretende reducir los meses de estudio para prepararse el examen MIR, medida que desde un punto de vista pedagógico es claramente perjudicial además de que beneficia a quien pueda asistir a una academia.

El eje principal de la reforma es la estructuración de la residencia  en dos periodos, uno más general y otro más específico. Se ha respaldado este nuevo sistema de organización con la excusa de dar una formación más amplia y facilitar el cambio de especialidad. En realidad, estos argumentos, de la misma manera que sucedió con los Planes de Bolonia en cuanto a la movilidad europea, no son nada más que la hoja de parra con la que tapar las vergüenzas de una reforma salvaje. Aún así, ni estos argumentos se sostienen, ya que para cambiar de especialidad tendrás que renunciar a tu plaza.

Con el nuevo sistema la residencia al estar dividida en dos etapas supondría incrementar de 4 a 5 años la situación actual. Esto claramente supondrá tener a los residentes un año más trabajando igual que cualquier médico pero cobrando menos y haciendo más horas.

La primera etapa corresponderá a una formación troncal (con 5 opciones), a la cual se accederá con el mismo sistema de nota que el actual, y en la segunda el residente escogerá una especialidad incluida en al troncalidad que haya realizado y que ofrezca su UDT (centro o conjunto de centros en los cuales trabaje). Durante los dos años de troncalidad el residente tendrá que hacer un examen anual además de evaluaciones cualitativas realizadas por el tutor o comité de evaluación de la UDT. Además una vez finalizado el segundo año habrá de realizar un examen estatal común a su troncalidad. De todas estas evaluaciones obtendrá una nota para escoger especialidad: 40% MIR, 30% exámenes anuales y evaluaciones cualitativas y 30% prueba estatal del tronco. Todas estas evaluaciones lo que harán será devaluar el título universitario, que prácticamente será inútil para escoger especialidad, y someterá al residente a una situación de estrés insoportable ya que tendrá que compaginar el trabajo (con una jornada más extensa que cualquier otro médico), la vida familiar o de pareja y el estudio para exámenes que podrán ser aún más duros que el actual MIR. Todo esto, hasta los 29 años.

Además, con la introducción de la evaluación cualitativa computable para escoger especialidad, se da pie a la posibilidad de que haya, y seguro que los habrá, todo tipo de favoritismos para otorgar las notas, donde seguro que contará la afinidad que tengas con el tutor y entraran en juego cuestiones de clase como el hecho de que hijos de médicos se vean favorecidos además de la represión sindical. Este sistema será una herramienta más para expulsar de la Medicina a aquellos residentes que desde un principio se posicionen defendiendo la sanidad pública y denunciando las condiciones de explotación laboral que existen entre los médicos más jóvenes. En esta línea, el Ministerio ha planteado la posibilidad de que en el primer año de residencia te puedan expulsar si “demuestras” falta de aprovechamiento o insuficiencias en el aprendizaje. Además, si acabas el segundo año con una puntuación negativa (en las correspondientes evaluaciones) tu contrato de formación será rescindido y te echarán del hospital. El texto no explica que sucederá con los residentes que después de dedicar 9 años de su vida al estudio de la medicina sean expulsados del programa.

La alternativa del Sindicato de Estudiantes es:

•    Un séptimo año de formación (para prepararte el examen MIR) reconocido y que se pueda realizar en academias públicas gratuitas donde se asegure una dotación de profesorado y material para preparar el examen en las mejores condiciones.
•    Una jornada laboral al acabar la carrera no superior a las 40 horas semanales y un salario igual a los demás profesionales médicos.
•    La supresión de la reforma MIR.
•    Incremente de la dotación de todos los profesionales sanitarios a la sanidad pública y así como la incorporación masiva de odontólogos y podólogos.
•    Incremento de la inversión en sanidad. No a la privatización de los servicios públicos.
•    Incremento de los presupuestos destinados a la universidad pública hasta llegar a un 2% del PIB y un plan de choque de 8.400 millones de euros, inmediato, para mejorar la educación pública.
•    Ratio máximo de 50 alumnos por aula en la universidad.
•    Aumento sustancial de las becas, becas-salario de 1.100 euros al mes, para poder garantizar la plena dedicación a los estudios.
•    Ampliación y construcción de bibliotecas, aumentando la dotación de las actuales. Apertura en horario ininterrumpido los fines de semana habilitando espacios para poder comer. Dotación de laboratorios dignos.
•    Ampliación de las plazas en la universidad para el acceso desde ciclos formativos. Las notas de acceso desde ciclos son un ataque a los hijos de los trabajadores, una parte importante de los cuales accede a la universidad por esta vía.
•    Supresión de la selectividad y construcción de 250.000 nuevas plazas universitarias. El hijo del obrero a la universidad.