El régimen del 78 ha fracasado en su objetivo de lograr la estabilidad y la paz social. La calle es escenario de movilizaciones multitudinarias. Desde la batalla de los pensionistas, la gran huelga general del 8M, la lucha de los jóvenes y estudiantes contra los recortes educativos, contra el cambio climático, o la lucha ejemplar del pueblo catalán por la república, marcan una tendencia de fondo.
El enorme hartazgo con una realidad de desempleo y precariedad crónica, de violencia machista, corrupción y represión del Estado no puede esconderse. La crisis más profunda del sistema capitalista español desde la caída de la dictadura no remite, y en el horizonte se dibujan acontecimientos aún más turbulentos.
El papel de la movilización de masas en las calles
La opinión pública burguesa lleva mucho tiempo construyendo una mitología sobre la llamada “democracia representativa” y sus instituciones, ocultando así la auténtica dictadura que ejercen los grandes poderes económicos sobre la sociedad. Para esta tarea no se han regateado esfuerzos ni recursos, empezando por la utilización de la intelectualidad sobornada, las universidades, los medios de comunicación y una legión de políticos pagados generosamente y corrompidos hasta la médula. Cuando esto no ha sido suficiente, el aparato del Estado ha esgrimido su músculo represivo para responder a la lucha de clases que el juego parlamentario no puede contener.
Una de las características de la época histórica que vivimos es precisamente el descrédito que viven las instituciones de la democracia burguesa. Los capitalistas lo han intentado todo para revertir esta situación y sacudirse responsabilidades. Desde el golpe de mano en el PSOE para asegurar la investidura de Rajoy en 2016, hasta la invención de un nuevo partido de la derecha como Ciudadanos. Desde la manipulación de la cuestión nacional catalana para jalear el españolismo más rabioso, hasta la represión judicial y policial contra todos los movimientos sociales de envergadura.
Ninguna de estas maniobras les ha servido. Millones de trabajadores y jóvenes se han enfrentado a la ofensiva de los capitalistas, de sus partidos y de su Estado de una manera asombrosa. Y queremos subrayar esta idea, pues en la izquierda parlamentaria se insiste una y otra vez en lo desfavorable de la “correlación de fuerzas”. Nada más lejos de la realidad. Lo que sí es una total utopía es pensar que es posible conseguir transformaciones sociales de calado respetando las reglas del sistema y sin tocar el poder de la banca y los grandes monopolios empresariales; regla a la que se ha ceñido el PSOE y lamentablemente también los dirigentes de Podemos.
La clase trabajadora y la juventud han demostrado estar cien metros por delante de estos dirigentes. Sólo los más cegados por el escepticismo pueden negar que las movilizaciones que han sacudido el régimen del 78 surgen del impulso y la iniciativa desde abajo, y que los aparatos burocratizados de CCOO, UGT y el PSOE han quedado completamente desbordados.
El ascenso de Vox y las contradicciones del bloque reaccionario
Una lucha de clases en ascenso también produce otros efectos. En las próximas elecciones del 28 de abril nos enfrentamos a un avance importante de la extrema derecha, y no se puede descartar que el bloque reaccionario —PP, Cs y Vox— pudiera alzarse con el triunfo en las urnas. ¿Cómo se explica esta aparente contradicción?
La polarización política creciente no sólo refleja el giro a la izquierda de amplios sectores la clase trabajadora, la juventud y de capas medias empobrecidas; también existe una enorme frustración con los partidos del sistema que sacude a los sectores más atrasados de la sociedad, y alimenta la demagogia reaccionaria de Vox.
En las elecciones andaluzas vimos los efectos profundamente desmovilizadores que tiene la política continuista con los recortes y la austeridad del PSOE. Las promesas incumplidas, la corrupción, los pactos con Ciudadanos, llevaron a Susana Díaz a perder la Junta de Andalucía. Unidos Podemos también sufrió un fuerte varapalo, pagando en las urnas su renuncia a impulsar y liderar la movilización social.
En este contexto los viejos demonios han vuelto a hacer acto de presencia, en el lenguaje, en los gestos y en el programa del PP, Cs y Vox. Esta última formación se nutre de la radicalización de la base social de la derecha ante el ascenso de la lucha de clases. Su programa, lleno del ADN franquista más desafiante, antiobrero, machista y racista, se complementa con un liderazgo que cobija bajo sus alas a numerosos militares que no esconden su devoción por el dictador Franco, a jueces homófobos y misóginos, y a fascistas.
Las perspectivas electorales de Vox son buenas y seguro que conquistarán una tajada considerable de la base electoral del PP. Ninguna encuesta les da por debajo del 10%, pero incluso este resultado podría ser superior. Esta es la razón de la desesperación de Pablo Casado y de sus declaraciones y gestos trufados de rancio franquismo. Los medios de comunicación ocultan conscientemente la grave crisis que recorre a la derecha. No sólo el PP puede enfrentar una situación compleja, las expectativas de Albert Rivera y Ciudadanos también han menguado considerablemente.
Los acontecimientos indican que la correlación de fuerzas en la calle es mucho más favorable para la clase obrera que para la reacción. La manifestación españolista en Colón (Madrid) del pasado 10 de febrero no colmó las expectativas de sus organizadores: 200.000 personas acudieron a la llamada, muy por detrás del millón esperado. En contraste, la huelga general feminista del 8 de marzo fue un auténtico tsunami, en la línea de las movilizaciones multitudinarias de los pensionistas, las huelgas estudiantiles contra el cambio climático, las protestas masivas a favor de la sanidad pública en Galicia, Valladolid y Teruel, la gran huelga del taxi en Madrid, o las manifestaciones de masas en Catalunya contra el juicio farsa del Supremo y en solidaridad con los jóvenes de Altsasu.
El 28A: ¡Derrotar a la derecha en las urnas y en las calles!
El ascenso de Vox ha colocado a amplios sectores de la clase trabajadora y la juventud en máxima tensión. Existen poderosos factores para empujar a la base social de la izquierda a una fuerte movilización electoral. Pero también hay un ambiente de decepción, especialmente entre capas que apoyaron con entusiasmo a Podemos y que apenas les distinguen ahora con la socialdemocracia tradicional.
En estas condiciones, una parte nada desdeñable de los votos que Pablo Iglesias arrancó en 2015 y 2016 retornarán al partido de Pedro Sánchez. El “voto útil” al PSOE volverá a jugar un papel político y diferentes factores refuerzan esta previsión. La memoria histórica de los crímenes de la dictadura, que las expectativas electorales de Vox vuelven a poner a flor de piel, también juega a favor del voto útil. En un ambiente tan polarizado es muy complicado que se den mayorías holgadas.
Desde el Sindicato de Estudiantes contribuiremos con todas nuestras fuerzas a la derrota del PP, Cs y Vox en las elecciones del próximo 28 de abril. Como millones de trabajadores y de jóvenes harán este 28 de abril, es fundamental cerrar el paso a la derecha en las urnas. Pero esta actitud no significa extender un cheque en blanco a un PSOE -que sigue aceptando la lógica del sistema, que ha renunciado a revertir las gravísimas contrarreformas del PP…- o a la izquierda parlamentaria.
La experiencia histórica ha dejado claro que votar no basta. Los cambios sociales profundos se logran mediante la confrontación con los grandes poderes económicos y políticos, la organización y la lucha. Para derrotar a la derecha en las urnas y defender los intereses de los trabajadores, de la juventud y de todos los que sufrimos las consecuencias de la crisis capitalista, se necesita continuar con la movilización masiva. Sabemos que la única forma de acabar con la LOMCE, el 3+2, la Ley Mordaza, los ataques a nuestros derechos democráticos, frenar los desahucios, es saliendo masivamente a las calles. Tenemos que construir una izquierda combativa, con fuertes raíces en el movimiento obrero, en los centros de estudio y en los movimientos sociales. ¡Así podremos conseguir todas nuestras reivindicaciones!
¡Para frenar a la derecha, es la hora de la lucha y la organización!
¡Únete al Sindicato de Estudiantes!