¡Basta ya de alentar la privatización de la universidad pública!

¡Por un plan público de inversión para garantizar una formación de calidad y segura!

El Ministro de Universidades ha estado desaparecido durante meses de la escena educativa. Manuel Castells se ha negado en rotundidad a aplicar un plan de rescate a la universidad pública y mantiene unas tasas universitarias totalmente desorbitadas que expulsan a los hijos e hijas de las familias trabajadoras de la universidad –especialmente en el contexto de crisis económica en el que nos encontramos–. Por si esto fuera poco, en una entrevista en Carne Cruda, Castells apuntaba a la “necesidad” de que las universidades públicas “busquen financiación a través de la empresa privada”.

El modelo estadounidense: universidades que funcionan como bancos donde las empresas controlan todo

En dicha entrevista, Castells ponía como ejemplo el caso de la Universidad de Berkeley –donde él trabajaba antes de incorporarse al ministerio–, que definía con las siguientes palabras: “Era una Universidad pública de gran prestigio ligada a la financiación de empresas privadas”. No es la primera vez que el ministro defiende el modelo universitario instalado en EEUU, uno de los más elitistas y de prácticamente imposible acceso para la clase obrera en Estados Unidos debido a su elevado coste, donde las universidades son financiadas en prácticamente su totalidad por capital privado. Las “donaciones” –totalmente interesadas– de magnates empresariales y oligarcas constituyen una parte fundamental de ésta. En 2013, el dinero que recibieron las diez principales universidades del país fue de 34.000 millones de dólares, entre las que destacan la Universidad de Stanford con 931 millones y Harvard con 7921.

Evidentemente, los capitalistas no regalan esta cantidad ingente de dinero a cambio de nada. A pesar de que el ministro Castells defiende que hay que recibir con los brazos abiertos a todo el dinero que financie la universidad pública –da igual de donde venga– siempre y cuando se “garantice la independencia y autonomía” de la Universidad en cuestión, la realidad en Estados Unidos demuestra que eso es una utopía. Como reza el refrán popular: quien paga al flautista escoge la melodía. La educación es una necesidad social fundamental para el conjunto de la población y los capitalistas lo saben muy bien. Por eso hacen todo lo posible por introducir la ideología del sistema capitalista (el individualismo, la competición entre estudiantes, la ley del “máximo esfuerzo”…) en nuestras aulas y pretenden convertir –como sucede en EEUU– a las universidades en espacios donde difundir su propaganda reaccionaria. Cerrar a cal y canto las facultades a los hijos e hijas de la clase trabajadora es una prioridad para ellos. Negando nuestro acceso a la educación superior nos convierten en mano de obra barata que poder explotar en los puestos de trabajo a cambio de sueldos de miseria.

Pero estos “desinteresados” empresarios no sólo tratan de controlar la universidad pública por una cuestión ideológica, sino porque también, de esta manera, consiguen convertirse en los amos y señores de los recursos y méritos de las propias facultades. En la mayoría de universidades públicas estadounidenses se desarrollan amplios programas científicos y de investigación –financiados en parte con fondos públicos y los impuestos de la población–. En ellos, las empresas farmacéuticas que parasitan la universidad pública, mediante sus “donaciones”, se aprovechan de la investigación que realizan laboratorios universitarios seguir haciendo negocio. De esta manera, por ejemplo, si en uno de estos estudios se encontrara la cura para la Covid19, la titularidad de la patente recaería sobre la empresa.

El resultado de todo esto es dramático. La única forma de poder acceder a la universidad es que los estudiantes pidan préstamos. La deuda federal estudiantil ha alcanzado su máximo histórico de 1,7 billones de dólares y es la segunda causa de endeudamiento de las familias estadounidenses, sólo por detrás de las hipotecas. 44 millones de estudiantes deben más de 37.000 dólares por cabeza y el 70% no tiene como devolverlo. En la Universidad de California el 20% de los estudiantes son sin techo. El problema, evidentemente, no termina al acabar los estudios: el 20% de los estadounidenses con más de 50 años tienen deudas relacionadas con su educación.

La única solución es rescatar a la Universidad pública y garantizar su gratuidad

Es francamente increíble y muy indignante que un ministro de Unidas Podemos defienda este modelo educativo para el Estado español, un modelo que se ha aplicado en numerosos países, como Chile, y ha cosechado resultados escalofriantes para el estudiantado con menos recursos. Hacer de la educación un negocio, implantar el clientelismo, la corrupción y la expulsión de las familias trabajadoras de los estudios superiores no tiene nada que ver con una política de izquierdas. Más bien es todo lo contrario.

El Ministro de Universidades apuntaba que esta financiación privada debía ir a solventar las deficiencias que existen en la Universidad pública y a mejorar las equipaciones técnicas para facilitar las clases telemáticas. Pero es totalmente mentira que “uno de los grandes problemas de la universidad española es que las empresas no ayudan a mantenerla”, como afirmaba Castells. El principal problema es precisamente las políticas de privatización de la enseñanza universitaria, los recortes, los planes clasistas como el 3+2, el recorte en las becas –becas que siguen estancadas a pesar de la reforma anunciada por el ministro– y un largo etcétera. El problema es que no se ha puesto en marcha un plan de rescate a la enseñanza y universidad públicas. Esta es la única solución. Un plan de inversión que permita mejoras técnicas y de higiene para hacer frente a la Covid19, para garantizar una educación presencial pública y de calidad, para asegurar condiciones laborales a nuestros profesores y la gratuidad de todos los estudios superiores.

Esta es la tarea urgente que tiene por delante el gobierno PSOE-UP: revertir la política educativa aplicada por los gobiernos del PP que nos han llevado a una situación catastrófica. Tienen que poner todos los medios necesarios para terminar con un modelo de universidad pública que cada vez se parece más a la privada en vez de empujar a la universidad pública a manos de empresas.

Hay que levantar una respuesta ante este inicio de curso caótico: ¡la lucha es el único camino!

Como en los institutos y escuelas, la universidad no ha escapado de un inicio de curso marcado por la improvisación y la falta de recursos que están poniendo en peligro nuestra salud y vulnerando nuestro derecho a la educación. El protocolo universitario presentado por Castells –que además es de cumplimiento “voluntario” por parte de las direcciones universitarias– es totalmente ridículo y los y las estudiantes nos estamos enfrentado a situaciones surrealistas y muy graves: con el semestre en marcha, estudiantes que no conocemos todavía nuestros horarios; un modelo semipresencial caótico que favorece a los estudiantes con más recursos económicos y tecnológicos; la falta de profesores impide no sólo la resolución de dudas sino también un contacto fluido que asegure nuestro aprendizaje; estudiantes que no podemos entrar en las aulas por el aforo establecido y tenemos que escuchar la lección desde el pasillo donde no se puede garantizar la distancia de seguridad…

Desde el Sindicato de Estudiantes hemos insistido durante meses que la situación que vive la Universidad pública es totalmente sangrante y las medidas que son necesarias aplicar no se pueden postergar más. El inicio de curso ha confirmado trágicamente punto por punto lo que la comunidad educativa hemos advertido. No podemos permitir que bajo la excusa de la Covid19 y la crisis económica, se cierren las puertas de la Universidad pública a los estudiantes de familias obreras para siempre. Llevamos años luchando contra la privatización y exigiendo una Universidad pública, gratuita, democrática y de calidad. Hoy todas estas reivindicaciones cobran más relevancia que nunca.

Junto a los compañeros y compañeras de los institutos, nuestros profesores y familias, debemos organizar una respuesta contundente. Por ello, la comunidad educativa debemos impulsar una huelga general educativa –desde infantil a la universidad– seria y unificada para forzar al Gobierno PSOE-UP a dar un giro de 180 grados. La lucha es el único camino para que se escuche nuestra voz y el Gobierno cumpla con las reivindicaciones de la comunidad educativa, empezando por la puesta en marcha de un plan de rescate a la enseñanza pública que pase por la inversión de 7% del PIB.

Ministro Castells: ¡menos privatización y más inversión!

¡Por una educación 100% gratuita, presencial, de calidad y segura!

 1. Harvard cerró el último ejercicio fiscal con 29.200 millones en sus arcas que, sumado a los beneficios anteriores, equivale a la misma riqueza de la República Dominicana.