¡Fuera el franquismo de nuestras aulas!
Tras varias semanas de negociación entre los miembros del trifachito – PP, Cs y Vox - en la Junta de Andalucía para implantar el Pin Parental en el curso 2020/21, Alejandro Fernández, portavoz de Vox en el parlamento autonómico ha anunciado sus intenciones de llegar hasta el final con tal de aplicar esta involución franquista en nuestras aulas y de retirar su apoyo al Gobierno de la Junta hasta que se imponga.
Esta ofensiva de Vox no es casualidad. Coincide con las masivas protestas de la juventud contra la represión, la brutalidad policial y en defensa de los derechos democráticos, reprimidas y criminalizadas duramente por la policía y el Ministerio del Interior. La ultraderecha está muy rabiosa por este levantamiento de la juventud y la cercanía del 8M. Por eso siguen su ataque al movimiento feminista y a la juventud, criminalizando las movilizaciones del 8M y a todas las y los jóvenes que salimos a la calle contra este sistema y la violencia que ejerce sobre nosotras. Por eso vuelven a la carga para imponer su ideología machista y franquista en las aulas con el Pin Parental.
Un nuevo ataque directo a la educación pública y científica
Escondiéndose tras el discurso de la libertad de elección de los padres sobre sus hijos y de la transparencia en la educación, esta medida no es más que una forma hacer de las aulas la plataforma ideológica de los reaccionarios que están al frente de la Junta de Andalucía.
No es la primera vez que Vox presenta el pin parental. Ya lo hicieron en Murcia, Madrid y Andalucía a pocas semanas del 8 de marzo del año pasado. De nuevo, para atacar a los cientos de miles de mujeres jóvenes y trabajadores que, junto a nuestros compañeros, hemos hecho de la lucha del movimiento feminista la de todas las oprimidas y oprimidos, señalando directamente a este sistema capitalista que sostiene y alimenta el machismo, la lgtbifobia y la violencia sobre nosotras y nosotros.
Pretenden prohibir cualquier tipo de referencia a la educación sexual, que se hable de libertad sexual, de derecho al aborto, de divorcio o de lo que ellos llaman “la ideología de género” para evitar la educación sobre la violencia machista, que según estos machistas es inexistente. Esta medida significa simple y llanamente el retorno de los centros públicos a los tiempos de las cavernas y legalizar el adoctrinamiento más extremo. Es decir, negar el derecho de todos y todas a recibir una educación científica, laica y de calidad, así como señalar y perseguir a los profesores y profesoras que defiendan estos derechos fundamentales.
La lucha es la única manera de acabar con la pandemia del machismo y el fascismo.
A pesar de la ofensiva de Vox, un año después, no han conseguido implantar el Pin Parental en ningún sitio. El año pasado cientos de miles de jóvenes llenamos las calles en la huelga estudiantil convocada por el Sindicato de Estudiantes y Libres y Combativas el 6M, contra la violencia machista y por una asignatura de educación sexual que enviase el pin parental y todas las medidas machistas al cubo de la historia. Dos días después, millones colapsamos todas las ciudades del Estado en las manifestaciones masivas del 8M.
Estas movilizaciones fueron la respuesta que frenó los planes de la ultraderecha y la Iglesia católica para imponer la censura y el adoctrinamiento en nuestras aulas. No fue la negativa del PP ni la de Cs, quienes con gusto aplicarían el Pin Parental en todo el Estado. Tampoco fue la confianza en los tribunales y la justicia, cuyos jueces y fiscales mantienen los mismos apellidos que en franquismo y son los mismos que censuran la ley de sólo sí es sí y que mandan a artistas a la cárcel por utilizar la libertad de expresión. Estas juezas y jueces no van a mover ni un solo dedo por nuestros derechos. Al contrario, seguirán pisoteándolos día tras día a golpe de sentencias que culpabilizan a la víctima y protegen a los agresores, como hemos visto con la Manada de Manresa. Fue la lucha decidida del movimiento feminista, de las millones de jóvenes, de trabajadoras, de trabajadores, que nos plantamos ante su intento por devolver las escuelas a la época de las cavernas.
Por eso este 8M volveremos a vaciar las aulas y salir a las calles para frenar estos ataques, y exigir la puesta en marcha inmediata de una asignatura de educación sexual inclusiva y en libertad en el sistema educativo para acabar con la lacra de la violencia machista, homófoba y racista. Una asignatura que debe ir de la mano de poner fin al gran negocio de la Iglesia en nuestros centros de estudio, no dando ni un solo euro a la educación privada y concertada y sacando definitivamente la religión de las aulas. Solo así, basándonos en la lucha y la movilización, con medidas concretas y contundentes, es como podemos poner fin a estas medidas reaccionarias dentro y fuera de nuestras aulas.
¡No pasarán!
El 8 de marzo, ¡todas y todos a la huelga!