Durante este curso la lucha estudiantil contra Bolonia ha adquirido una dimensión mayor que en cursos anteriores. Los encierros en varias universidades y varias huelgas de estudiantes y profesores han hecho que amplias capas de estudiantes se incorporen a la lucha,
haciéndose una pregunta: ¿Esta lucha se puede ganar? Y sobretodo, ¿cómo luchar contra Bolonia?Dependiendo a quien preguntes, la respuesta será diferente. Esto es natural y positivo.En un movimiento de lucha, según las tradiciones democráticas del movimiento obrero y la izquierda, siempre hay diferentes concepciones de la lucha, y es la experiencia de la lucha de clases y el debate democrático el que resuelve estas diferencias tácticas entre organizaciones, colectivos e individuos.
El Plan de Bolonia es el mayor ataque a la universidad pública en tres décadas, un plan para expulsar al hijo del obrero de la universidad (http://www.sindicatodeestudiantes.org/index.php?option=com_content&task=view&id=101&Itemid=111). Está relacionado con los planes de privatización de la educación pública en general, y forma parte de los planes de los capitalistas para que seamos los trabajadores los que paguemos la crisis de su sistema: despidos y recortes en los servicios públicos.
Partiendo de esto, consideramos que la fuerza del movimiento estudiantil reside en la capacidad de influir, conectar y vincular la lucha en defensa de la educación pública al movimiento obrero. Si la lucha de la juventud adquiere un nivel importante de participación y masividad en la lucha, y se dota de un programa de lucha claro, vinculando las reivindicaciones en defensa de la educación pública como parte de la lucha en defensa de los intereses de los trabajadores (contra los despidos, contra la precariedad, por una vivienda digna,...), puede conseguir ganarse las simpatías y el apoyo de la clase obrera, multiplicando por diez o por cien su fuerza.
Al fin y al cabo, la educación pública es una conquista histórica de la lucha de los trabajadores. Esto se consigue organizando e impulsando un movimiento masivo de estudiantes, democrático y lo más participativo posible, con manifestaciones en la calle.
Por nuestra parte, no consideramos que la clave de la lucha sea convencer a los rectores de las universidades, como plantean algunas organizaciones, porque no creemos que el Plan Bolonia sea un malentendido, o un mal plan para la universidad hecho por técnicos ajenos a la universidad. El Plan Bolonia es negativo para los estudiantes (especialmente los hijos de los obreros) pero positivo para aquellos que quieren elitizarla y privatizarla: gobierno central, tripartit y multinacionales.
La experiencia de este curso es muy enriquecedora y está llena de lecciones. Después de las magníficas huelgas de estudiantes y profesores del curso anterior en Catalunya (14 febrero 2008) y Madrid (mayo 2008), el Sindicat d’Estudiants hicimos una propuesta pública a las organizaciones de estudiantes y los sindicatos de profesores de elaborar un plan de lucha estatal en defensa de la educación pública. Desgraciadamente, la respuesta que recibimos fue la negativa o el silencio. En cualquier caso, consideramos que había ambiente y motivos para luchar, y convocamos huelgas de estudiantes el 22 de octubre y el 13 de noviembre. Las dos movilizaciones agruparon a decenas de miles de estudiantes.
Después del magnífico movimiento del 13 de noviembre, con 200.000 manifestantes a nivel estatal en más de 60 manifestaciones, con Barcelona a la cabeza de la lucha con más de 50.000 estudiantes y profesores contra la LEC y contra Bolonia.
Una semana después, el 20 de noviembre, una manifestación de varios miles de estudiantes de universidad acabó en la ocupación y encierro de la Universitat de Barcelona. La semana siguiente hubo asambleas de estudiantes con una asistencia muy numerosa, con centenares de estudiantes, en varias facultades. Nuevas capas de estudiantes se incorporaron entonces a la lucha.
Durante estos meses los encierros han adquirido un protagonismo en los medios de comunicación mucho mayor que el movimiento del 13 de noviembre o que la reciente huelga en Catalunya del 19 de marzo. Éste hecho jugó al principio un papel positivo en la medida que situaba el debate acerca de que es Bolonia en la mente de millones de jóvenes y trabajadores. Pero la otra cara de la moneda es que, tal y como explicamos entonces, los medios de comunicación burgueses nunca destacan los elementos más combativos de cualquier lucha, sino todo lo contrario.
¿Cuál es la posición del Sindicat d’Estudiants acerca de los encierros? Por principios no estamos en contra ni a favor de los encierros, sino que depende de si esta medida supone un paso adelante para la lucha: la incorporación de más capas a la lucha, una mayor presión sobre el gobierno, una mayor influencia sobre la clase obrera,...
Recientemente hemos visto como en Italia y en Grecia, las explosiones de lucha de la juventud se han expresado tanto en manifestaciones de masas, como en encierros en centenares de escuelas, institutos y facultades en los que participaban miles de personas. En otros momentos hemos visto procesos de ocupaciones masivas de facultades, como en mayo del 68 en Francia, aunque en un plano cualitativamente superior dado que se trataba del preludio de la mayor huelga general revolucionaria de la historia del país con millones de obreros en huelga y la ocupación de fábricas.
En cualquier caso, está claro que cualquier nueva acción de protesta en una lucha debe suponer un paso adelante, ampliando la base del movimiento e impulsando la lucha, siendo los principales instrumentos de lucha de la juventud y de la clase obrera las huelgas y las manifestaciones de masas.
En Catalunya, después del éxito de la huelga del 13 de noviembre, y con el conflicto sindical contra los despidos en Nissan, que provocó una manifestación de decenas de miles de trabajadores contra los EREs el 5 de noviembre, había ambiente para que la lucha estudiantil confluyera con el movimiento obrero de forma clara. Esto explica el ambiente electrizante que vivió la universidad y la asistencia significativa de estudiantes a las asambleas de facultad a finales de noviembre y primeros de diciembre.
Desde el Sindicat d’Estudiants participamos en las asambleas y actividades relacionadas con los encierros, explicando pacientemente nuestro programa y propuestas, que detallamos más adelante pero que se resumen en la idea siguiente: Nuestra apuesta era dar continuidad al movimiento magnífico del 13 de noviembre con una movilización masiva de la juventud vinculada directamente al movimiento obrero. Otras organizaciones universitarias optaron por los encierros como forma fundamental de lucha, con el peligro real de aislar a los estudiantes más activos del conjunto del movimiento, que claramente se dejaron impresionar por el enorme impacto mediático que parecían tener.
Desafortunadamente, la combinación de métodos ultraizquierdistas y sectarios, y el programa reformista de los organizadores de los encierros, más allá de las buenas intenciones subjetivas de algunos de ellos, desaprovecharon esta situación y la convirtieron en su contrario.
La insistencia en la reivindicación de un referéndum sobre Bolonia por parte de las encerrados desde nuestro punto de vista era un error. Lejos de impulsar la lucha hacia delante, transmitía la idea equivocada de que a través de un referéndum o de una votación en el Claustro podía detener Bolonia, o por lo menos, dar “legitimidad” a la lucha. Sin duda, tal y como anticipamos entonces, miles de estudiantes fueron a votar contra la implantación del EEES, pensando sinceramente que su voto valdría para algo.
Sin duda el referéndum se podría haber utilizado como una herramienta auxiliar de agitación contra Bolonia, para que el debate llegara a cada estudiante de la universidad y sobretodo que saliera otra vez fuera de las facultades.
Lamentablemente, los encerrados, lejos de combatir estas ilusiones en la democracia universitaria claustral (una forma de la democracia burguesa) diciendo “Compañero, vota en este referéndum que no servirá para frenar Bolonia en el claustro, pero que nos dará propaganda para continuar e intensificar la lucha”, lo que hicieron fue precisamente lo contrario: potenciar esas ilusiones, ilusiones que no tenían ninguna base real ya que el claustro es un órgano profundamente antidemocrático donde los estudiantes estamos infra-representados, el personal laboral tiene una presencia testimonial y los catedráticos están sobredimensionados. Depositar la más mínima confianza en que una institución así iba a frenar los Planes de Bolonia era un grave error.
Así pues, cuando se llevó a cabo la votación en el Claustro se destapó la farsa del referéndum. La obligación de votar contra los Planes de Bolonia que tenían los representantes de los estudiantes (por el resultado del referéndum), no impidió que una parte de los mismos no se presentaran, y otro sector se fue en señal de protesta. En cualquier caso, aunque todos los votos de los claustrales estudiantiles hubieran contado, en ningún caso se hubiera paralizado el Plan Bolonia en la medida que el Claustro es un órgano profundamente antidemocrático. Pero lo importante es que esto no impidió que los rectores y el gobierno pudieron presentarse como dialogantes, mientras en el terreno de práctica aceleraban la aplicación del Plan Bolonia y preparaban minuciosamente el desalojo del encierro y la brutal represión contra los estudiantes del 18 de marzo.
Por otro lado, aunque totalmente vinculado a este proceso, hemos visto como los métodos sectarios y antidemocráticos utilizados por parte de algunos estudiantes que se reclaman “asamblearios” no ayudan a sumar e impulsar la participación de más capas de estudiantes a la lucha, sino que la obstaculizan. En algunas facultades de la UB y de la UAB, el encierro no ha obstaculizado el desarrollo de las clases, lo cual facilitaba que se organizaran pasaclases y actividades para que aquellos estudiantes que no estaban encerrados (la aplastante mayoría) pudieran participar en las actividades.
Pero en otras facultades, algunos de los encerrados, en vez de tratar de convencer a través de la explicación y agitación a la mayoría de estudiantes, lo que hacían era erigirse en representantes de todos aquellos que no hubieran participado en la asamblea de facultad. Esto llevó a que se organizaran “piquetes” para impedir que se celebraran clases durante los días de huelga y durante las semanas que duró el encierro, convirtiéndose en huelga indefinida. Éstos métodos llevaron a enfrentamientos entre estudiantes en la puerta de las facultades, y consiguieron que estudiantes que están contra Bolonia se opusieran a los encierros, añadiendo elementos de confusión y desconfianza.
Esto es justo lo contrario que un piquete en una huelga obrera. Sin duda los piquetes juegan un papel importante, pero la clave siempre es que la mayoría de los trabajadores hayan decidido democráticamente en una votación tras un debate, si secunda la huelga. El piquete, que agrupa a los trabajadores más activos, vela porque la decisión de la mayoría de los trabajadores no sea boicoteada por la minoría de esquiroles y pelotas de la empresa. Pero en algunas facultades hemos tenido precisamente lo contrario: una minoría, en nombre de la “asamblea”, decide por la mayoría de estudiantes.
Ésta es la diferencia entre los métodos revolucionarios de lucha, que parten de la plena confianza en la capacidad de lucha y movilización de los jóvenes, y los métodos sectarios – reformistas, que parten de la plena desconfianza en la capacidad de lucha de la juventud. Algunos estudiantes que participan activamente en las asambleas de facultad también han protestado por el hecho de que las asambleas de facultad en realidad no decidían, sino que sancionaban o no los acuerdos de la asamblea de ocupación del rectorado, donde se decidían los aspectos centrales de la lucha.
El gobierno lanza una intensa campaña en los medios de comunicación para vender Bolonia, y después de la farsa del referéndum y de que las movilizaciones del 4 de marzo y del 12 de marzo no supongan un paso adelante respecto al 13 de noviembre, toman la iniciativa y organizan el desalojo del encierro. Que fuera el 18 de marzo, un día antes de la Huelga General de la Comunidad Educativa en Catalunya contra la LEC no es una simple casualidad. La brutal represión pretendía criminalizar a los estudiantes que luchamos contra Bolonia, y tratar de frenar la participación en la manifestación del 19 de marzo, aunque la brutalidad policial y la enorme repercusión pública que tuvo consiguió lo contrario.
El 19 de marzo 100.000 estudiantes y profesores salieron a la calle contra la LEC, pero también contra Bolonya y contra la represión. Y el jueves siguiente 26 de marzo por la tarde la manifestación pacífica contra la represión contó con más de 20.000 estudiantes universitarios, en un ambiente que recordaba en algunos aspectos a la lucha contra la guerra de 2003. Éstos dos acontecimientos confirman que la lucha estudiantil contra la privatización, puede dar nuevos pasos adelante, con la condición de que se dote de un programa y unos métodos de lucha correctos.
Sin duda seguirán existiendo diferencias entre organizaciones, en las ideas, programa, métodos y tradiciones. Esto explica la existencia de organizaciones separadas: Sindicat d’Estudiants, AEP, SEPC, CAE, AJEC,... Pero esto no entra en contradicción con llegar a acuerdos de unidad de acción en la lucha, siempre que la libertad de propaganda y expresión se mantenga. Lo contrario significa poner palos en las ruedas de la unidad de acción. Por nuestra parte, consideramos que el programa y los métodos para detener Bolonia están claros:
1. Asambleas democráticas anunciadas con suficiente antelación, con un orden del día claro, donde puedan participar individuos y organizaciones, que los debates no se eternicen, se discuta un plan de acción concreto y las decisiones se tomen votando por mayoría.
2. Comités de lucha, encargados de organizar y realizar las tareas cotidianas que requieren la movilización, escogidos democráticamente por las asambleas, que se puedan revocar inmediatamente y que no actúen a espaldas de los estudiantes. Una tarea principal de los comités de lucha es trasladar a todas las clases los debates y votaciones, para convencer a la mayoría de los estudiantes de la necesidad de participar activamente.
3. Plan de acción cuyo eje sea la movilización masiva y pacífica en la calle, la huelga general votada clase por clase, que vincule a estudiantes de universidad con estudiantes de institutos y piquetes informativos pacíficos.
4. Orientación a los profesores, el personal laboral de la universidad, los padres y la clase obrera en general. Debemos ir a los barrios, fábricas, a las manifestaciones de trabajadores a explicar que es realmente Bolonia.
5. Llamamiento a los sindicatos de trabajadores CCOO y UGT para que se unan a la lucha contra la privatización de la universidad pública.
6. Ningún tipo de confianza en los rectores. Ellos son firmes defensores del proceso de Bolonia y tratan constantemente de maniobrar para dividir y engañar a los estudiantes.
Los ataques a la educación pública continúan y se acentúan. En el País Valencia se ha celebrado una huelga de estudiantes y profesores el 28 de abril, donde en la manifestación participaron 55.000 personas, hubo huelga en Madrid el 25 de marzo y en Asturias también el pasado 28 de abril. En Catalunya se anuncian nuevas movilizaciones a final de curso. Desde nuestro punto de vista, es necesario unificar la lucha a nivel estatal en una Huelga General de toda la Comunidad Educativa para exigir al gobierno central y autonómicos: aumento de la inversión pública, paralización de los planes de privatización (LEC...), ni un euro a la concertada, y paralización de los Planes de Bolonia.
Por otro lado, el 21 de mayo los sindicatos de trabajadores ELA y LAB han convocado HUELGA GENERAL en Euskadi contra los despidos y contra la crisis. Éste es el camino. Es necesario organizar una campaña activa a favor de la convocatoria de una Huelga General de 24 horas. Esto es lo que deberían hacer los dirigentes de CCOO y UGT, convocarla en Euskadi y organizar una Huelga General a nivel estatal. Solo con medidas contundentes de lucha podremos detener los planes salvajes de la patronal y el gobierno contra la clase obrera y la juventud.
Plan Bolonia – Plan para expulsar al hijo del obrero de la universidad
El Plan de Bolonia es el mayor ataque a la universidad pública en tres décadas, un plan para expulsar al hijo del obrero de la universidad (http://www.sindicatodeestudiantes.org/index.php?option=com_content&task=view&id=101&Itemid=111). Está relacionado con los planes de privatización de la educación pública en general, y forma parte de los planes de los capitalistas para que seamos los trabajadores los que paguemos la crisis de su sistema: despidos y recortes en los servicios públicos.
Partiendo de esto, consideramos que la fuerza del movimiento estudiantil reside en la capacidad de influir, conectar y vincular la lucha en defensa de la educación pública al movimiento obrero. Si la lucha de la juventud adquiere un nivel importante de participación y masividad en la lucha, y se dota de un programa de lucha claro, vinculando las reivindicaciones en defensa de la educación pública como parte de la lucha en defensa de los intereses de los trabajadores (contra los despidos, contra la precariedad, por una vivienda digna,...), puede conseguir ganarse las simpatías y el apoyo de la clase obrera, multiplicando por diez o por cien su fuerza.
Al fin y al cabo, la educación pública es una conquista histórica de la lucha de los trabajadores. Esto se consigue organizando e impulsando un movimiento masivo de estudiantes, democrático y lo más participativo posible, con manifestaciones en la calle.
Por nuestra parte, no consideramos que la clave de la lucha sea convencer a los rectores de las universidades, como plantean algunas organizaciones, porque no creemos que el Plan Bolonia sea un malentendido, o un mal plan para la universidad hecho por técnicos ajenos a la universidad. El Plan Bolonia es negativo para los estudiantes (especialmente los hijos de los obreros) pero positivo para aquellos que quieren elitizarla y privatizarla: gobierno central, tripartit y multinacionales.
Un año de lucha: huelgas y encierros
La experiencia de este curso es muy enriquecedora y está llena de lecciones. Después de las magníficas huelgas de estudiantes y profesores del curso anterior en Catalunya (14 febrero 2008) y Madrid (mayo 2008), el Sindicat d’Estudiants hicimos una propuesta pública a las organizaciones de estudiantes y los sindicatos de profesores de elaborar un plan de lucha estatal en defensa de la educación pública. Desgraciadamente, la respuesta que recibimos fue la negativa o el silencio. En cualquier caso, consideramos que había ambiente y motivos para luchar, y convocamos huelgas de estudiantes el 22 de octubre y el 13 de noviembre. Las dos movilizaciones agruparon a decenas de miles de estudiantes.
Después del magnífico movimiento del 13 de noviembre, con 200.000 manifestantes a nivel estatal en más de 60 manifestaciones, con Barcelona a la cabeza de la lucha con más de 50.000 estudiantes y profesores contra la LEC y contra Bolonia.
Una semana después, el 20 de noviembre, una manifestación de varios miles de estudiantes de universidad acabó en la ocupación y encierro de la Universitat de Barcelona. La semana siguiente hubo asambleas de estudiantes con una asistencia muy numerosa, con centenares de estudiantes, en varias facultades. Nuevas capas de estudiantes se incorporaron entonces a la lucha.
Durante estos meses los encierros han adquirido un protagonismo en los medios de comunicación mucho mayor que el movimiento del 13 de noviembre o que la reciente huelga en Catalunya del 19 de marzo. Éste hecho jugó al principio un papel positivo en la medida que situaba el debate acerca de que es Bolonia en la mente de millones de jóvenes y trabajadores. Pero la otra cara de la moneda es que, tal y como explicamos entonces, los medios de comunicación burgueses nunca destacan los elementos más combativos de cualquier lucha, sino todo lo contrario.
¿Cuál es la posición del Sindicat d’Estudiants acerca de los encierros? Por principios no estamos en contra ni a favor de los encierros, sino que depende de si esta medida supone un paso adelante para la lucha: la incorporación de más capas a la lucha, una mayor presión sobre el gobierno, una mayor influencia sobre la clase obrera,...
Recientemente hemos visto como en Italia y en Grecia, las explosiones de lucha de la juventud se han expresado tanto en manifestaciones de masas, como en encierros en centenares de escuelas, institutos y facultades en los que participaban miles de personas. En otros momentos hemos visto procesos de ocupaciones masivas de facultades, como en mayo del 68 en Francia, aunque en un plano cualitativamente superior dado que se trataba del preludio de la mayor huelga general revolucionaria de la historia del país con millones de obreros en huelga y la ocupación de fábricas.
En cualquier caso, está claro que cualquier nueva acción de protesta en una lucha debe suponer un paso adelante, ampliando la base del movimiento e impulsando la lucha, siendo los principales instrumentos de lucha de la juventud y de la clase obrera las huelgas y las manifestaciones de masas.
En Catalunya, después del éxito de la huelga del 13 de noviembre, y con el conflicto sindical contra los despidos en Nissan, que provocó una manifestación de decenas de miles de trabajadores contra los EREs el 5 de noviembre, había ambiente para que la lucha estudiantil confluyera con el movimiento obrero de forma clara. Esto explica el ambiente electrizante que vivió la universidad y la asistencia significativa de estudiantes a las asambleas de facultad a finales de noviembre y primeros de diciembre.
Desde el Sindicat d’Estudiants participamos en las asambleas y actividades relacionadas con los encierros, explicando pacientemente nuestro programa y propuestas, que detallamos más adelante pero que se resumen en la idea siguiente: Nuestra apuesta era dar continuidad al movimiento magnífico del 13 de noviembre con una movilización masiva de la juventud vinculada directamente al movimiento obrero. Otras organizaciones universitarias optaron por los encierros como forma fundamental de lucha, con el peligro real de aislar a los estudiantes más activos del conjunto del movimiento, que claramente se dejaron impresionar por el enorme impacto mediático que parecían tener.
Acerca del referéndum y de los métodos de lucha
Desafortunadamente, la combinación de métodos ultraizquierdistas y sectarios, y el programa reformista de los organizadores de los encierros, más allá de las buenas intenciones subjetivas de algunos de ellos, desaprovecharon esta situación y la convirtieron en su contrario.
La insistencia en la reivindicación de un referéndum sobre Bolonia por parte de las encerrados desde nuestro punto de vista era un error. Lejos de impulsar la lucha hacia delante, transmitía la idea equivocada de que a través de un referéndum o de una votación en el Claustro podía detener Bolonia, o por lo menos, dar “legitimidad” a la lucha. Sin duda, tal y como anticipamos entonces, miles de estudiantes fueron a votar contra la implantación del EEES, pensando sinceramente que su voto valdría para algo.
Sin duda el referéndum se podría haber utilizado como una herramienta auxiliar de agitación contra Bolonia, para que el debate llegara a cada estudiante de la universidad y sobretodo que saliera otra vez fuera de las facultades.
Lamentablemente, los encerrados, lejos de combatir estas ilusiones en la democracia universitaria claustral (una forma de la democracia burguesa) diciendo “Compañero, vota en este referéndum que no servirá para frenar Bolonia en el claustro, pero que nos dará propaganda para continuar e intensificar la lucha”, lo que hicieron fue precisamente lo contrario: potenciar esas ilusiones, ilusiones que no tenían ninguna base real ya que el claustro es un órgano profundamente antidemocrático donde los estudiantes estamos infra-representados, el personal laboral tiene una presencia testimonial y los catedráticos están sobredimensionados. Depositar la más mínima confianza en que una institución así iba a frenar los Planes de Bolonia era un grave error.
Así pues, cuando se llevó a cabo la votación en el Claustro se destapó la farsa del referéndum. La obligación de votar contra los Planes de Bolonia que tenían los representantes de los estudiantes (por el resultado del referéndum), no impidió que una parte de los mismos no se presentaran, y otro sector se fue en señal de protesta. En cualquier caso, aunque todos los votos de los claustrales estudiantiles hubieran contado, en ningún caso se hubiera paralizado el Plan Bolonia en la medida que el Claustro es un órgano profundamente antidemocrático. Pero lo importante es que esto no impidió que los rectores y el gobierno pudieron presentarse como dialogantes, mientras en el terreno de práctica aceleraban la aplicación del Plan Bolonia y preparaban minuciosamente el desalojo del encierro y la brutal represión contra los estudiantes del 18 de marzo.
Por otro lado, aunque totalmente vinculado a este proceso, hemos visto como los métodos sectarios y antidemocráticos utilizados por parte de algunos estudiantes que se reclaman “asamblearios” no ayudan a sumar e impulsar la participación de más capas de estudiantes a la lucha, sino que la obstaculizan. En algunas facultades de la UB y de la UAB, el encierro no ha obstaculizado el desarrollo de las clases, lo cual facilitaba que se organizaran pasaclases y actividades para que aquellos estudiantes que no estaban encerrados (la aplastante mayoría) pudieran participar en las actividades.
Pero en otras facultades, algunos de los encerrados, en vez de tratar de convencer a través de la explicación y agitación a la mayoría de estudiantes, lo que hacían era erigirse en representantes de todos aquellos que no hubieran participado en la asamblea de facultad. Esto llevó a que se organizaran “piquetes” para impedir que se celebraran clases durante los días de huelga y durante las semanas que duró el encierro, convirtiéndose en huelga indefinida. Éstos métodos llevaron a enfrentamientos entre estudiantes en la puerta de las facultades, y consiguieron que estudiantes que están contra Bolonia se opusieran a los encierros, añadiendo elementos de confusión y desconfianza.
Esto es justo lo contrario que un piquete en una huelga obrera. Sin duda los piquetes juegan un papel importante, pero la clave siempre es que la mayoría de los trabajadores hayan decidido democráticamente en una votación tras un debate, si secunda la huelga. El piquete, que agrupa a los trabajadores más activos, vela porque la decisión de la mayoría de los trabajadores no sea boicoteada por la minoría de esquiroles y pelotas de la empresa. Pero en algunas facultades hemos tenido precisamente lo contrario: una minoría, en nombre de la “asamblea”, decide por la mayoría de estudiantes.
Ésta es la diferencia entre los métodos revolucionarios de lucha, que parten de la plena confianza en la capacidad de lucha y movilización de los jóvenes, y los métodos sectarios – reformistas, que parten de la plena desconfianza en la capacidad de lucha de la juventud. Algunos estudiantes que participan activamente en las asambleas de facultad también han protestado por el hecho de que las asambleas de facultad en realidad no decidían, sino que sancionaban o no los acuerdos de la asamblea de ocupación del rectorado, donde se decidían los aspectos centrales de la lucha.
El gobierno contraataca
El gobierno lanza una intensa campaña en los medios de comunicación para vender Bolonia, y después de la farsa del referéndum y de que las movilizaciones del 4 de marzo y del 12 de marzo no supongan un paso adelante respecto al 13 de noviembre, toman la iniciativa y organizan el desalojo del encierro. Que fuera el 18 de marzo, un día antes de la Huelga General de la Comunidad Educativa en Catalunya contra la LEC no es una simple casualidad. La brutal represión pretendía criminalizar a los estudiantes que luchamos contra Bolonia, y tratar de frenar la participación en la manifestación del 19 de marzo, aunque la brutalidad policial y la enorme repercusión pública que tuvo consiguió lo contrario.
El 19 de marzo 100.000 estudiantes y profesores salieron a la calle contra la LEC, pero también contra Bolonya y contra la represión. Y el jueves siguiente 26 de marzo por la tarde la manifestación pacífica contra la represión contó con más de 20.000 estudiantes universitarios, en un ambiente que recordaba en algunos aspectos a la lucha contra la guerra de 2003. Éstos dos acontecimientos confirman que la lucha estudiantil contra la privatización, puede dar nuevos pasos adelante, con la condición de que se dote de un programa y unos métodos de lucha correctos.
Sin duda seguirán existiendo diferencias entre organizaciones, en las ideas, programa, métodos y tradiciones. Esto explica la existencia de organizaciones separadas: Sindicat d’Estudiants, AEP, SEPC, CAE, AJEC,... Pero esto no entra en contradicción con llegar a acuerdos de unidad de acción en la lucha, siempre que la libertad de propaganda y expresión se mantenga. Lo contrario significa poner palos en las ruedas de la unidad de acción. Por nuestra parte, consideramos que el programa y los métodos para detener Bolonia están claros:
1. Asambleas democráticas anunciadas con suficiente antelación, con un orden del día claro, donde puedan participar individuos y organizaciones, que los debates no se eternicen, se discuta un plan de acción concreto y las decisiones se tomen votando por mayoría.
2. Comités de lucha, encargados de organizar y realizar las tareas cotidianas que requieren la movilización, escogidos democráticamente por las asambleas, que se puedan revocar inmediatamente y que no actúen a espaldas de los estudiantes. Una tarea principal de los comités de lucha es trasladar a todas las clases los debates y votaciones, para convencer a la mayoría de los estudiantes de la necesidad de participar activamente.
3. Plan de acción cuyo eje sea la movilización masiva y pacífica en la calle, la huelga general votada clase por clase, que vincule a estudiantes de universidad con estudiantes de institutos y piquetes informativos pacíficos.
4. Orientación a los profesores, el personal laboral de la universidad, los padres y la clase obrera en general. Debemos ir a los barrios, fábricas, a las manifestaciones de trabajadores a explicar que es realmente Bolonia.
5. Llamamiento a los sindicatos de trabajadores CCOO y UGT para que se unan a la lucha contra la privatización de la universidad pública.
6. Ningún tipo de confianza en los rectores. Ellos son firmes defensores del proceso de Bolonia y tratan constantemente de maniobrar para dividir y engañar a los estudiantes.
Los ataques a la educación pública continúan y se acentúan. En el País Valencia se ha celebrado una huelga de estudiantes y profesores el 28 de abril, donde en la manifestación participaron 55.000 personas, hubo huelga en Madrid el 25 de marzo y en Asturias también el pasado 28 de abril. En Catalunya se anuncian nuevas movilizaciones a final de curso. Desde nuestro punto de vista, es necesario unificar la lucha a nivel estatal en una Huelga General de toda la Comunidad Educativa para exigir al gobierno central y autonómicos: aumento de la inversión pública, paralización de los planes de privatización (LEC...), ni un euro a la concertada, y paralización de los Planes de Bolonia.
Por otro lado, el 21 de mayo los sindicatos de trabajadores ELA y LAB han convocado HUELGA GENERAL en Euskadi contra los despidos y contra la crisis. Éste es el camino. Es necesario organizar una campaña activa a favor de la convocatoria de una Huelga General de 24 horas. Esto es lo que deberían hacer los dirigentes de CCOO y UGT, convocarla en Euskadi y organizar una Huelga General a nivel estatal. Solo con medidas contundentes de lucha podremos detener los planes salvajes de la patronal y el gobierno contra la clase obrera y la juventud.
Barcelona, 16 de abril de 2009