¿Qué intereses esconden los medios de comunicación burgueses respecto a Bolonia?

“Bolonia, una inofensiva declaración destinada a homologar las titulaciones en la UE, ha desatado los temores de los alumnos a que la Universidad acabe enseñando sólo lo que necesitan las empresas” Así empieza el artículo publicado por El País el 7 de diciembre sobre el Proceso de Bolonia. Desde los medios de comunicación se insiste una y otra vez que Bolonia tiene como objetivo “facilitar la homologación de títulos en el sistema universitario europeo y la movilidad de alumnos y profesores”. Sin embargo, tal afirmación está muy lejos de la verdad.

Argumentos a favor de Bolonia… o falacias de la burguesía

Hoy, el título de tal carrera que ofrece una determinada universidad del Estado español, en teoría está homologado con los que ofrece otra universidad cualquiera de otra parte del Estado. Sin embargo, las ofertas de empleo hablan muy claro cuando especifican: “abstenerse licenciados de tal universidad”. ¿Qué significa esto? Pues que a pesar de que formalmente hay una homologación, lo que determina el valor de un título universitario no es lo que pueda decir el Estado, sino el prestigio de la universidad, su calidad, etc.

La universidad en el Estado español tiene un atraso histórico con respecto a la universidad en Europa. Los propios rectores lo reconocen. Dos datos muy elocuentes al respecto: En Europa la universidad recibe de promedio el 2% del PIB en inversión. Aquí este porcentaje apenas supera el 1%. En Europa el 40% de los estudiantes universitarios reciben beca. Aquí las ayudas sólo alcanzan al 15%.

Los rectores responden acusando a los estudiantes que se oponen a Bolonia de defender un sistema educativo que ha heredado muchos de los defectos del franquismo. Ellos son los que quieren modernizar la universidad y nosotros somos los inmovilistas. ¡Qué vil mentira! ¡Nosotros no defendemos el actual modelo universitario! Sin embargo, Bolonia no implicará la tan cacareada modernidad. Somos los principales defensores de una reforma educativa que realmente suponga una universidad pública de calidad para los hijos de los trabajadores.

Pero sin inversión, sin recursos… las universidades públicas seguirán sin tener calidad por mucha Bolonia que haya. La calidad de la enseñanza la trae la desmasificación de la universidad, contratando a más profesores y reduciendo el número de alumnos por aula,  la dignificación de los laboratorios, la dotación de bibliotecas, etc. Bolonia no implica nada de eso.

En cuanto a la movilidad… desde luego nos parece muy positivo que un estudiante que empiece sus estudios en Cádiz los pueda finalizar en Berlín. Desgraciadamente, con Bolonia lo podrán hacer los mismos que lo pueden hacer hoy en día. Es decir, aquellos estudiantes cuyos padres puedan permitirse enviar al extranjero a sus hijos.

Muchos defensores de Bolonia tratan de agarrarse como a un clavo ardiendo a los mejores métodos pedagógicos que se supone que traerá Bolonia. Aseguran que ésta nueva metodología viene implícita en los “créditos europeos” y en la nueva estructura grado/postgrado. Dicen que Bolonia terminará con las clases magistrales, que se potenciarán los trabajos del estudiante en equipo, la investigación, etc. A más de uno esta verborrea le recordará a la antigua LOGSE (ley educativa para la enseñanza no universitaria impulsada por el PSOE en los noventa, hoy derogada). Cuando se planteó sobre el papel, la LOGSE parecía que supondría grandes mejoras en la pedagogía. Sin embargo, como ya denunciamos desde el Sindicato de Estudiantes en su momento, la LOGSE sin recursos, sin inversión, se convirtió en su contrario: un estimulo al fracaso escolar, abandonando a su suerte a los estudiantes con más dificultades, frustración para  una capa de profesores de izquierdas y facilitar el camino a la privatización de la educación pública.

Con Bolonia será aún peor. Al menos la LOGSE si suponía alguna mejora como fue aumentar la edad obligatoria de la educación hasta los 16 años. Las clases no-magistrales para Bolonia están pensadas para 40 o menos estudiantes por aula. ¿Qué sucederá con el resto? ¿Construirá el gobierno suficientes aulas universitarias? Por supuesto que no. Con la actual crisis económica, lejos de aumentar la inversión en educación, lo que vendrá es una reducción constante del dinero destinado. Lo que ha hecho Esperanza Aguirre con las universidades madrileñas, recortando un 30% su financiación, es un aviso de lo que pasará en los próximos cursos en todo el Estado. Por supuesto hay dinero suficiente… pero Zapatero está ahora muy ocupado entregándoselo a los banqueros.

Qué es realmente Bolonia

Bolonia trae una nueva estructura educativa que expulsará a los hijos de los trabajadores de la universidad. Antes del verano publicamos un documento extenso donde se analizaba punto a punto las consecuencias de Bolonia: unos grados devaluados en relación a las actuales licenciaturas, unos postgrados de más de 2.000 euros al año que seleccionarán a sus alumnos y que serán obligatorios para conseguir un título de calidad, más competencia entre universidades para ofrecer grados y postgrados y la consecuente disgregación del sistema universitario entre universidades de primera y universidades de segunda y, la constante y paulatina entrega de la universidad a manos de las grandes empresas, a través de la financiación directa de la universidad, a través de los préstamos para estudiantes, que irán sustituyendo a las actuales becas, y a través de la investigación.

¿Quién podrá pagarse los postgrados? ¿Por qué tenemos que deberle dinero a los bancos para poder estudiar en la universidad? ¿No han tenido suficiente negocio con las abusivas hipotecas? Detrás de toda la fraseología sobre Bolonia, no hay más que un ataque a nivel europeo que busca hacer una universidad al servicio de los grandes empresarios.

¿Y qué necesitan los empresarios? Desde luego lo que no necesitan es tener una clase obrera formada y cualificada. Ellos buscan mano de obra barata para la sobreexplotación. Sólo necesitan una pequeña minoría de técnicos especializados (que a poder ser, sean sus propios hijos). No es casualidad que nos hayamos cansado de oír que sobran licenciados. ¡Otra falacia! Hay muchas necesidades sociales que cubrir. Hacen falta un montón de licenciados universitarios para construir un mundo hermoso en el que vivir. Pero estas necesidades nunca serán rentables para los capitalistas. Si alguien quiere un servicio de calidad… ¡qué se lo pague!

Muchos periodistas preguntan sorprendidos: ¿Cómo es posible que os opongáis a que las empresas aumenten su peso en la universidad si son ellas las que tienen que daros trabajo? Si algo está demostrando la actual crisis es el cínico interés de las grandes empresas. Los capitalistas españoles –y los de todas partes- no tienen ningún interés en desarrollar la economía, ni mejorar las condiciones de vida de la clase obrera. En definitiva un empresario sólo invierte si obtiene beneficio. Y si ese beneficio lo consigue especulando… no invertirá en el proceso productivo. ¿Debemos entregar nuestro futuro a esta gentuza? Los empresarios actuarán con la universidad como un vulgar parásito en el cuerpo humano. Tomarán de la universidad todo lo que necesitan y después se desharán del resto. ¿Qué interés pueden tener Repsol o Telefónica en las filologías, o en historia, o en psicología, o en tantas otras carreras? ¿Para qué va a invertir una gran empresa en su propio laboratorio de investigación si puede conseguir que sea la universidad la que trabaje para ella casi gratis? ¿Qué se investigará, aquello que necesita la sociedad, o aquello que traerá más ganancias a la empresa? ¿Qué beneficio obtendrá el trabajador de todo esto?

Vemos, por tanto, que Bolonia no es algo “inofensivo”, todo lo contrario: nos encontramos ante un ataque clave de la burguesía europea. Los gobiernos europeos se han embarcado en una guerra contra la clase obrera con el objeto de destruir todos los derechos sociales conquistados por el movimiento obrero en el pasado: educación y sanidad pública, seguridad social,  derechos sindicales y laborales… el proceso de Bolonia, la jornada laboral de 65 horas, la directiva de la vergüenza contra los inmigrantes forman parte de una misma política. Una apuesta estratégica de la burguesía europea que en el terreno de la educación busca, por una parte, mano de obra barata y con poca cualificación que pueda ser sobreexplotada por los capitalistas, y por otro lado, garantizar un lucroso negocio, el de la educación, para todo aquel que pueda permitírselo.

Cómo continuar la lucha contra Bolonia


El 25 de noviembre, los rectores de las principales universidades escribieron al Ministerio de Ciencia e Innovación una carta filtrada a El País en la que exigían al gobierno una ofensiva en defensa del Proceso de Bolonia. En esta carta, los rectores señalaban que “El sentimiento anti-Bolonia se ha ido extendiendo por los centros de secundaria, sembrando la inquietud y preocupación no sólo entre los estudiantes que en los próximos años han de llenar las aulas, sino también entre el profesorado y las familias". Inmediatamente, el Ministerio respondió a la llamada convocando a los rectores a una reunión urgente, donde coordinar una ofensiva pública para tratar de convencer a la clase obrera de las bondades de Bolonia.

La petición de auxilio de los rectores se produce después de las dos convocatorias de huelga y manifestaciones organizadas por el Sindicato de Estudiantes en todo el Estado los pasados 22 de octubre y 13 de noviembre en institutos y universidad. El 22 de octubre salieron a la calle 50.000 estudiantes en 46 pueblos y ciudades del Estado. El 13 de noviembre fueron ya más de 150.000 los que tomaron las calles en más de 60 localidades.  Ambos días el seguimiento de la huelga fue masivo. Ha sido al calor de estas dos convocatorias estatales cuando se han generalizado encierros y otros actos reivindicativos en diversas universidades, principalmente en Barcelona.

Curiosamente los medios de comunicación están dando un amplio espacio a estos encierros, mientras que las dos jornadas de huelga fueron absolutamente silenciadas. Así, por ejemplo,  mientras que el artículo antes citado de El País del domingo 7 de diciembre era un especial a todo color de cinco páginas dedicadas a los encerrados contra Bolonia, el mismo periódico dedicó el 14 de noviembre para cubrir la jornada de huelga del 13 un recuadro con no más de cien palabras, con una foto de un policía cacheando a un estudiante. Sin desmerecer a los encierros, creemos que es bastante interesado por parte del principal diario de la burguesía destacarlos, contraponiéndolos a dos movilizaciones estatales secundadas por cientos de miles de jóvenes. Y tampoco es inocente por parte de este diario  incidir “a todo color” en los argumentos más reformistas que hay dentro del movimiento y que no cuestionan el sistema capitalista ni los intereses de fondo que esconden estos planes.

El movimiento contra Bolonia vive un intenso debate sobre cómo continuar la lucha. En este debate hay dos posiciones diferentes. Por un lado están las “asambleas contra Bolonia” que están impulsando los encierros y que promueven “huelgas a la japonesa”. Estos compañeros señalan que la lucha tiene que estar centrada en el “No a Bolonia”, sin mezclarla con otras cuestiones y sin “politizarla”, a través de un modelo “asambleario” donde no participen organizaciones, pero sí puedan hacerlo los “estudiantes de derechas”. No creen que se pueda derrotar a Bolonia y confían en convencer a los rectores de la maldad de Bolonia y que con su ayuda se puedan modificar los reglamentos y los anexos, es decir, planteamientos socialdemócratas y reformistas.

Por otro lado está el Sindicato de Estudiantes. Sin rechazar los encierros, creemos que es el momento de salir a la calle contra Bolonia para explicar a la clase obrera qué es Bolonia, mediante movilizaciones lo más masivas posibles. Defendemos unificar la lucha contra Bolonia con los movimientos contra los ataques que sufrimos los hijos de los trabajadores. De esta manera seremos más fuertes. Por eso, también defendemos la necesidad de una huelga general convocada por los sindicatos de clase, CCOO y UGT porque sólo a través del movimiento obrero podremos frenar Bolonia. Para organizar el movimiento usamos las asambleas democráticas, donde individuos y organizaciones puedan debatir democráticamente y decidir, pero no confiamos ni en los “estudiantes de derechas” que no tienen ningún interés en luchar contra Bolonia, ni en los rectores, que han demostrado en numerosas ocasiones qué intereses defienden. Sólo confiamos en la fuerza de la clase obrera, una fuerza que organizada, sí puede detener Bolonia y los demás ataques que están, hoy en día, encima de la mesa.

Qué defiende el Sindicato de Estudiantes


El Sindicato de Estudiantes siempre ha explicado que la clave para frenar el Proceso de Bolonia no era limitarse al ámbito universitario, sino unificar la lucha con los estudiantes de secundaria y explicar al movimiento obrero qué significa realmente Bolonia. Las declaraciones de los rectores confirman lo acertado de nuestro análisis. Mientras Bolonia no dejó de ser un plato cocinado en las aulas universitarias, podía ser manejado por sus defensores. En el momento en que el Sindicato de Estudiantes se dirigió a los  institutos y consiguió que trascendiera los campus, para alcanzar a los estudiantes de secundaria y las fábricas, es cuando se ha convertido en un problema para el gobierno.

En los últimos años se habían producido movilizaciones contra el Proceso de Bolonia, sobre todo en Barcelona, Madrid y Sevilla. Sin embargo, ha sido este curso, a través de las convocatorias del 22 de Octubre y 13 de Noviembre cuando el movimiento ha adquirido una mayor extensión. No es casualidad que sea ahora cuando los rectores exigen medidas al gobierno, preocupados del cariz que está alcanzando el movimiento. Así, los propios rectores afirman que se trata de un "movimiento que tiene dimensión estatal".

Desde el Sindicato de Estudiantes entendemos que Bolonia forma parte del conjunto de ataques  que la burguesía está lanzando contra la educación pública en todas sus etapas. Es más conocida la situación de infantil, donde se está produciendo una descarada privatización masiva, pero está pasando desapercibida la situación de la Formación Profesional que se enfrenta a un grave ataque.

El gobierno está elaborando una contrarreforma que, con la excusa de ayudar a los trabajadores que no tienen ninguna titulación, pretende dar los títulos de Formación Profesional a los que puedan certificar dos años de formación laboral, aunque no tengan ni siquiera el título de ESO. Nosotros queremos mejorar las condiciones laborales y de vida de los trabajadores que no pudieron completar sus estudios, pero la manera de hacerlo es a través de una formación teórica pública y gratuita, en horario laboral y sin pérdida salarial que complemente su experiencia laboral para alcanzar el título de FP. Pero con la medida del gobierno no sólo se devaluará la actual Formación Profesional, sino que se empujará a cientos de miles de jóvenes de dieciséis años a que abandonen sus estudios y se conviertan en mano de obra barata sin ninguna cualificación. El País que tanto dedica ahora a Bolonia, no ha escrito ni una sola línea de lo que supondría esta medida: acabar con la FP. ¿No debemos salir también a la calle en defensa de una Formación Profesional pública y de calidad?

Lo cierto es que las movilizaciones contra Bolonia han coexistido en el tiempo con movilizaciones de profesores y padres en numerosas Comunidades Autónomas en defensa de la educación pública (Catalunya, Madrid y Valencia entre otras). ¿No era más adecuado por tanto unificar todas estas luchas cuando realmente se trataba de luchar contra el mismo problema, la privatización de la educación pública?

Las convocatorias del 22 de Octubre y el 13 de Noviembre buscaban precisamente unificar todos estos conflictos. En esa línea, desde el Sindicato de Estudiantes buscamos la unidad de estudiantes universitarios con estudiantes de secundaria, profesores, personal laboral y padres, a través de los sindicatos CCOO, UGT y STES y la CEAPA. Sólo en Catalunya los sindicatos USTEC, CGT y ASPEC decidieron confluir con nosotros y convocar unitariamente el 13 de noviembre vinculando la lucha contra Bolonia a la lucha contra la Ley de educación de Catalunya, la LEC, que también pretende privatizar la educación pública. El resultado fue una manifestación en Barcelona con 80.000 estudiantes y profesores. Todo un éxito. No es casualidad que haya sido Barcelona donde el actual movimiento de encierros haya agrupado a más estudiantes.

En el resto del Estado, a pesar de nuestros constantes llamamientos, los dirigentes sindicales decidieron ignorarnos e incluso convocaron en días diferentes movilizaciones que también se caracterizaron por su masividad, demostrando la enorme voluntad de lucha por parte de la comunidad educativa.

Pero los profesores y los estudiantes y sus padres, no viven en una burbuja. Este trimestre se ha desvelado con toda su crudeza el comienzo de la grave crisis económica que atraviesa todo el planeta y que está golpeando de lleno al Estado español. El paro está disparándose y ya afecta a tres millones de trabajadores. En todas partes las empresas están anunciando ERES o están, directamente, rescindiendo los contratos. No podíamos ignorar esta realidad. Además… ¿no está la lucha contra Bolonia directamente vinculada a la lucha por un futuro digno para la juventud? Nosotros creemos que sí, por eso el 22 y el 13 también luchábamos para que la crisis económica no la pagáramos los hijos de los trabajadores, sino sus responsables, los capitalistas.

Y también denunciábamos, por considerarlo una vergüenza y un escándalo, que el gobierno de Zapatero, aupado al poder con el voto de millones de trabajadores, destine 150.000 millones de euros a los grandes bancos para garantizar los beneficios de sus dueños, y luego diga que no hay dinero para la sanidad, para la educación, o para garantizar los demás gastos sociales.

Pero no sólo lo entendíamos así nosotros. La inmensa mayoría de los manifestantes el 22 y el 13 también “politizaron” la manifestación como nosotros. Los lemas más coreados no fueron sólo contra Bolonia, sino aquellos con un contenido claramente anticapitalista y reivindicativo, contra la crisis y en defensa de los derechos de los trabajadores: “¡Sí hay dinero, lo tienen los banqueros!, “Beneficios millonarios y mi madre se va al paro”, “¡Qué la crisis, la paguen los banqueros!”, etc. El ambiente de las manifestaciones era contagioso y numerosos trabajadores nos aplaudían emocionados a lo largo del recorrido.

Ahora entendemos la hostilidad de El País y del resto de los medios de comunicación a la convocatoria del Sindicato de Estudiantes. TVE, por ejemplo, cubrió la manifestación del 13 con un flash de apenas 20 segundos y a continuación emitió un reportaje de varios minutos sobre la “violencia en las aulas”. ¡Cómo van a permitir que “la opinión pública” vea a miles de jóvenes gritando consignas anticapitalistas, contra la crisis, exigiendo a CCOO y UGT que convoquen una huelga general! Cualquier obrero que viera esas imágenes simpatizaría inmediatamente con los estudiantes. Es más, diría a sus dirigentes sindicales: ¡hay que hacer como los estudiantes! Y por tanto, los medios, cuyos dueños, no podemos olvidar, son los mismos accionistas de los bancos, grandes constructoras, multinacionales, etc. deciden políticamente ocultar y distorsionar la verdad.

Sin embargo, ni siquiera los poderosos medios de comunicación han podido silenciar la movilización. Cada panfleto del Sindicato de Estudiantes repartido en cientos de institutos y facultades, no sólo ha llegado a los estudiantes, sino también a sus padres, obreros. Y muchos estudiantes han explicado a sus padres los motivos de la huelga y después han narrado cómo fue la manifestación y que se dijo en ella. Y los peatones que pasaban… y los coches que circulaban… los conductores de autobús que nos veían (y que nos vieron cuando se movilizó la EMT en Madrid y la TMB en Barcelona y el Sindicato de Estudiantes acudió para solidarizarse con su lucha)… El 22 de Octubre y el 13 de Noviembre no ha podido ser silenciado por la burguesía.  Y como la lucha contra Bolonia es innegable, mejor sacar a los que sólo están en contra de Bolonia, que a los que están contra Bolonia y contra el sistema capitalista.

Nuestra alternativa a Bolonia


No basta con luchar contra Bolonia, sin más. Hay que dotarse también con una alternativa  con que enfrentar a los planes de la burguesía. En el programa del Sindicato de Estudiantes hay una elaborada tabla reivindicativa para la universidad que, por supuesto, el gobierno conoce. No obstante sí es importante señalar los aspectos más importantes y explicarlos un poco:

    1.Desde el Sindicato de Estudiantes defendemos una nueva reforma universitaria en beneficio de la clase obrera y no de las grandes empresas. Para ello exigimos la derogación de la LOU y la paralización del Proceso de Bolonia. Esta nueva reforma tiene que elaborarse con la participación democrática de la comunidad educativa (profesores, personal laboral, estudiantes, padres) y también de la sociedad, los sindicatos, organizaciones de izquierdas y las asociaciones de vecinos para orientar a la universidad pública a cubrir las necesidades sociales que existen actualmente y no los intereses empresariales. Si se legisla de espaldas a los trabajadores, el resultado será siempre en beneficio de los capitalistas.


    2. Ésta universidad pública tiene que ser gratuita para evitar las cribas económicas que ahora sufren los hijos de los trabajadores. Queremos que el estudiante pueda dedicarse sin presiones de ningún tipo a sus estudios, pero para eso es necesaria una reforma del sistema actual de becas. No a través de los préstamos bancarios, como pretende el gobierno, sino a través de una beca-salario para los estudiantes con más dificultades económicas, muchos de los cuales tienen que simultanear hoy en día estudios con trabajo. El transporte, el material, el alquiler de una vivienda está por las nubes, por eso, exigir que la beca-salario sea de mil cien euros al mes no es ninguna locura, sólo hay que hacer cuentas. En todo caso, exigimos la equiparación del número de estudiantes con beca con el que se da en Europa.

    3.Nos oponemos al dominio de la empresa de la universidad pública. La universidad  no puede gestionarse como si fuera una empresa. Por eso es fundamental la participación democrática de la comunidad educativa y los derechos democráticos de los estudiantes. En el gobierno de la universidad no pueden estar las empresas. La financiación de la universidad tiene que depender del Estado, no de las empresas privadas y los laboratorios de las universidades deben destinarse a investigar las verdaderas necesidades de los trabajadores y no los intereses egoístas de unos pocos.

    4. La segregación de la universidad del Ministerio de Educación fue una expresión muy clara de la voluntad del gobierno de entregar los estudios universitarios a las grandes empresas. No es casualidad que la Ministra de Ciencia e Innovación fuera miembro de la junta directiva de la CEOE. Además así el gobierno trata de dividir el movimiento. Exigimos un único Ministerio de Educación. El gobierno del PSOE fue elegido con el voto de millones de trabajadores. ¡Basta ya de gobernar para los banqueros y los capitalistas, para eso ya existe el PP!

   5.Para garantizar una universidad pública de calidad el gobierno tiene que destinar suficientes recursos. Sólo así podrán garantizarse plazas públicas suficientes en las universidades para los estudiantes, reducir el número de estudiantes por aula, etcétera. Hemos contabilizado las necesidades de la universidad pública en, por un lado, un plan de choque de 8.400 millones de euros inmediatos y un 2% del PIB para la universidad pública. Dinero hay a espuertas, sólo que lo tienen los banqueros. Como creemos que ese dinero tiene que destinarse a mejorar las condiciones de vida de la clase obrera y la juventud exigimos la expropiación de la banca, bajo control obrero, para ponerla al servicio de las necesidades sociales. ¿No está demostrando acaso el sistema financiero mundial su más absoluta ineptitud?

  6.Como explicábamos más arriba no sobran licenciados. En una sociedad donde la riqueza generada se orientara a cubrir las necesidades sociales podríamos elaborar un plan estratégico para dotar a los barrios obreros de suficientes hospitales, colegios, institutos, instalaciones deportivas y culturales, vivienda digna, etc. con el personal necesario para dar un servicio de calidad. Mediante la planificación democrática de la economía se podría garantizar un puesto de trabajo digno al acabar los estudios y mientras tanto exigiremos un subsidio indefinido de desempleo de mil cien euros porque los jóvenes y trabajadores no tenemos la culpa del paro que provoca el capitalismo.

Los que nos acusan de politizar el discurso se llevarán las manos a la cabeza y gritarán: “¡Ya están otra vez con el socialismo!” A lo que nosotros responderemos: efectivamente, defendemos el socialismo. No hay término medio entre Bolonia y lo que nosotros estamos planteando. El capitalismo sólo puede ofrecer Bolonia y la lucha sólo puede ser triunfante si contrapone a Bolonia una universidad que realmente cubra las necesidades de la clase obrera y que se gane el oído de los trabajadores.

Por eso defendemos que la riqueza que produce la clase obrera con su trabajo y hoy es utilizada por un puñado de parásitos para llevar una vida de lujo obsceno mientras millones luchan por sobrevivir, debe pasar a ser controlada por la mayoría de la sociedad de forma democrática. Para ello el Sindicato de Estudiantes defiende la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores y sus organizaciones, para poder planificar la economía, no en función del beneficio y el lucro de unos cuantos, sino para satisfacer las necesidades sociales de la mayoría.

Los rectores dicen en su carta que la lucha contra Bolonia "no es un fenómeno pasajero" y añaden que "No confiamos en que vaya a desvanecerse, sino que esperamos un recrudecimiento". Desde el Sindicato de Estudiantes suscribimos estas palabras: La lucha contra Bolonia, en defensa de la educación pública y de un futuro digno para la juventud continúa.