El movimiento necesita una estrategia y una alternativa

No se puede mostrar la imagen “http://sindicatodeestudiantes.org/images/fotosarticulos/estudiantes.jpg” porque contiene errores.Esta semana, los rectores de las principales universidades escribieron al Ministerio de Ciencia e Innovación una carta filtrada a El País en la que exigían al gobierno una ofensiva en defensa del Proceso de Bolonia. En esta carta, los rectores señalaban que “El sentimiento anti-Bolonia se ha ido extendiendo por los centros de secundaria, sembrando la inquietud y preocupación no sólo entre los estudiantes que en los próximos años han de llenar las aulas, sino también entre el profesorado y las familias". Inmediatamente, el Ministerio respondió a la llamada convocando a los rectores a una reunión urgente la semana próxima, donde coordinen una ofensiva pública para tratar de convencer a la clase obrera de las bondades de Bolonia.


La petición de auxilio de los rectores se produce después de las dos convocatorias de huelga y manifestaciones organizadas por el Sindicato de Estudiantes en todo el Estado los pasados 22 de octubre y 13 de noviembre en institutos y universidad. El 22 de octubre salieron a la calle 50.000 estudiantes en 46 localidades del Estado. El 13 de noviembre fueron ya más de 150.000 los que tomaron las calles en más de 60 lugares. Por supuesto ambas huelgas fueron absolutamente silenciadas por los medios de comunicación. Al calor de estas dos convocatorias estatales se están produciendo encierros y otros actos reivindicativos principalmente en Barcelona.

En los últimos años se habían producido movilizaciones contra el Proceso de Bolonia, sobre todo en Barcelona, Madrid y Sevilla. Sin embargo, ha sido este curso cuando el movimiento ha adquirido una mayor extensión. No es casualidad que sea ahora cuando los rectores exigen medidas al gobierno, preocupados del cariz que está alcanzando el movimiento. Así, los propios rectores afirman que se trata de un "movimiento que tiene dimensión estatal".

El Sindicato de Estudiantes siempre ha explicado que la clave para frenar el Proceso de Bolonia no era limitarse al ámbito universitario, sino unificar la lucha con los estudiantes de secundaria y explicar al movimiento obrero qué significa realmente Bolonia. Las declaraciones de los rectores confirman lo acertado de nuestro análisis. Mientras Bolonia no dejó de ser un plato cocinado en las aulas universitarias, podía ser manejado por sus defensores. En el momento en que trascendió a los campus, para alcanzar los institutos y las fábricas, es cuando se ha convertido en un problema para el gobierno.

Argumentos a favor de Bolonia, o falacias de la burguesía

Desde los medios de comunicación se insiste una y otra vez que Bolonia tiene como objetivo “facilitar la homologación de títulos en el sistema universitario europeo y la movilidad de alumnos y profesores”, así por ejemplo se expresa El País, fiel defensor del proceso. Sin embargo, tal afirmación está muy lejos de la verdad.

Hoy, el título de tal carrera que ofrece una determinada universidad, en teoría está homologado con los que ofrece otra universidad cualquiera. Sin embargo, las ofertas de empleo hablan muy claro cuando especifican: “abstenerse licenciados de tal universidad”. ¿Qué significa esto? Pues que a pesar de que formalmente hay una homologación, lo que determina el valor de un título universitario no es lo que pueda decir el Estado, sino el prestigio de la universidad, su calidad, etc.

La universidad en el Estado español tiene un atraso histórico con respecto a la universidad en Europa. Los propios rectores lo reconocen. Dos datos muy elocuentes al respecto: En Europa la universidad recibe de promedio el 2% del PIB en inversión. Aquí este porcentaje apenas supera el 1%. En Europa el 40% de los estudiantes universitarios reciben beca. Aquí las ayudas sólo alcanzan al 15%.

Los rectores responden acusando a los estudiantes que se oponen a Bolonia de defender un sistema educativo que ha heredado muchos de los defectos del franquismo. Ellos son los que quieren modernizar la universidad y nosotros somos los inmovilistas. ¡Qué vil mentira! ¡Nosotros no defendemos el actual modelo universitario! Sin embargo, Bolonia no implicará la tan cacareada modernidad. Somos los principales defensores de una reforma educativa que realmente suponga una universidad pública de calidad para los hijos de los trabajadores.

Pero sin inversión, sin recursos… las universidades públicas seguirán sin tener calidad por mucha Bolonia que haya. La calidad de la enseñanza la trae la desmasificación de la universidad, contratando a más profesores y reduciendo el número de alumnos por aula,  la dignificación de los laboratorios, la dotación de bibliotecas, etc. Bolonia no implica nada de eso.

En cuanto a la movilidad… desde luego nos parece muy positivo que un estudiante que empiece sus estudios en Cádiz los finalice en Berlín. Desgraciadamente, con Bolonia lo podrán hacer los mismos que lo podían hacer hoy en día. Es decir, aquellos estudiantes cuyos padres puedan permitirse enviar al extranjero a sus hijos.

Muchos defensores de Bolonia tratan de agarrarse como un clavo ardiendo a los mejores métodos pedagógicos que se supone que traerá Bolonia. Aseguran que esta nueva metodología viene implícita en los “créditos europeos” y en la nueva estructura grado/postgrado. Dicen que Bolonia terminará con las clases magistrales, que se potenciarán los trabajos del estudiante en equipo, la investigación, etc. A más de uno esta verborrea le recordará a la antigua LOGSE. Cuando se planteó sobre el papel, parecía que supondría grandes mejoras en la pedagogía. Sin embargo, la LOGSE sin recursos, sin inversión se convirtió en su contrario: un estimulo al fracaso escolar, abandonando a su suerte a los estudiantes con más dificultades y frustrando a una capa de profesores de izquierdas.

Con Bolonia será aún peor. Al menos la LOGSE si suponía alguna mejora como fue aumentar la edad obligatoria de la educación hasta los 16 años. Las clases no-magistrales para Bolonia están pensadas para 40 o menos estudiantes por aula. ¿Qué sucederá con el resto? ¿Construirá el gobierno suficientes aulas universitarias? Por supuesto que no. Con la actual crisis económica, lejos de aumentar la inversión en educación, lo que vendrá es una reducción constante del dinero destinado. Lo que ha hecho Esperanza Aguirre con las universidades madrileñas, recortando un 30% su financiación, es un aviso de lo que pasará en los próximos cursos en todo el Estado. Por supuesto hay dinero suficiente… pero Zapatero está ahora muy ocupado entregándoselo a los banqueros.

Qué es realmente Bolonia

Bolonia trae una nueva estructura educativa que expulsará a los hijos de los trabajadores de la clase obrera de la universidad. Antes del verano publicamos un documento extenso donde se analizaba punto a punto las consecuencias de Bolonia: unos grados devaluados en relación a las actuales licenciaturas, unos postgrados de más de 2.000 euros al año que seleccionarán a sus alumnos y que serán obligatorios para conseguir un título de calidad, más competencia entre universidades para ofrecer grados y postgrados y la consecuente disgregación del sistema universitario entre universidades de primera y universidades de segunda y, la constante y paulatina entrega de la universidad a manos de las grandes empresas, a través de la financiación directa de la universidad, a través de los préstamos para estudiantes, que irán sustituyendo a las actuales becas, y a través de la investigación.

¿Quién podrá pagarse los postgrados? ¿Por qué tenemos que deberle dinero a los bancos para poder estudiar en la universidad? ¿No han tenido suficiente negocio con las hipotecas suprime? Detrás de toda la fraseología sobre Bolonia, no hay más que un ataque a nivel europeo que busca hacer una universidad al servicio de los grandes empresarios.

¿Y qué necesitan los empresarios? Desde luego lo que no necesitan es tener una clase obrera formada y cualificada. Ellos buscan mano de obra barata y sobreexplotada. Sólo necesitan una pequeña minoría de cuadros técnicos (que a poder ser, sean sus propios hijos). No es casualidad que nos hayamos cansado de oír que sobran licenciados. ¡Otra falacia! Hay muchas necesidades sociales que cubrir. Hacen falta un montón de licenciados universitarios para construir un mundo hermoso en el que vivir. Pero estas necesidades nunca serán rentables para los capitalistas. Si alguien quiere un servicio de calidad… ¡qué se lo pague!

Muchos periodistas pregunta sorprendidos: ¿Cómo es posible que os opongáis a que las empresas aumenten su peso en la universidad si son ellas las que tienen que daros trabajo? Si algo está demostrando la actual crisis es el cínico interés de las grandes empresas. Los capitalistas españoles –y los de todas partes- no tienen ningún interés en desarrollar la economía, ni mejorar las condiciones de vida de la clase obrera. En definitiva un empresario sólo invierte si obtiene beneficio. Y si ese beneficio lo consigue especulando… no invertirá en el proceso productivo. ¿Debemos entregar nuestro futuro a esta gentuza? Los empresarios actuarán con la universidad como un vulgar parásito en el cuerpo humano. Tomarán de la universidad todo lo que necesitan y después se desharán del resto. ¿Qué interés puede tener Repsol o Telefónica en las filologías, o en historia, o en psicología, o en tantas otras carreras? ¿Para qué va a invertir una gran empresa en su propio laboratorio de investigación si puede conseguir que sea la universidad la que trabaje para ella casi gratis? ¿Qué se investigará, aquello que necesita la sociedad, o aquello que traerá más ganancias a la empresa? ¿Qué beneficio obtendrá el trabajador de todo esto?

Bolonia es un ataque político en toda regla orquestado por la burguesía europea. Y luchar contra este ataque requerirá toda la fuerza posible. El Sindicato de Estudiantes no apela a la unidad con los trabajadores por una cuestión sentimental, sino porque es precisamente a los hijos de éstos a los que el gobierno pretende excluir de la universidad. Y, lo más importante, sólo frenaremos Bolonia a través de un movimiento masivo, en la calle, mediante manifestaciones multitudinarias, donde salgamos estudiantes de instituto y universidad, y nos ganemos la simpatía de los profesores y los demás trabajadores de la enseñanza, y del conjunto de la clase obrera.

Ésta fue la enorme fuerza de las convocatorias del 22 de octubre y del 13 de noviembre. La clase obrera comenzó a comprender el verdadero fondo de Bolonia. Y éste es el camino. Sólo la clase obrera puede frenar Bolonia. Por eso es importante presionar a los sindicatos. Aunque su dirección defienda hoy en día Bolonia, su posición cada vez es más indefendible.

Nuestra alternativa a Bolonia

Pero no basta con luchar contra Bolonia, sin más. Hay que dotarse también con una alternativa que enfrentar a los planes de la burguesía. En el programa del Sindicato de Estudiantes hay una elaborada tabla reivindicativa para la universidad que, por supuesto, el gobierno conoce. No obstante si es importante señalar los aspectos más importantes:

1.       Desde el Sindicato de Estudiantes defendemos una nueva reforma universitaria en beneficio de la clase obrera y no de las grandes empresas. Para ello exigimos la derogación de la LOU y la paralización del Proceso de Bolonia. Esta nueva reforma tiene que elaborarse con la participación democrática de la comunidad educativa (profesores, personal laboral, estudiantes, padres) y también de la sociedad, los sindicatos, organizaciones de izquierdas y las asociaciones de vecinos para orientar a la universidad pública a cubrir las necesidades sociales que existen actualmente y no los intereses empresariales. Si se legisla de espaldas a los trabajadores, el resultado será siempre en beneficio de los capitalistas.

2.       Esta universidad pública tiene que ser gratuita para evitar las cribas económicas que ahora sufren los hijos de los trabajadores. Queremos que el estudiante pueda dedicarse sin presiones de ningún tipo a sus estudios, pero para eso es necesaria una reforma del sistema actual de becas. No a través de los préstamos bancarios, como pretende el gobierno, sino a través de una beca-salario para los estudiantes con más dificultades económicas, muchos de los cuales tienen que simultanear hoy en día estudios con trabajo. El transporte, el material, el alquiler de una vivienda está por las nubes, por eso, exigir que la beca-salario sea de mil cien euros al mes no es ninguna locura, sólo hay que hacer cuentas. En todo caso, exigimos la equiparación del número de estudiantes con beca con el que se da en Europa.

3.       Nos oponemos al dominio de la empresa de la universidad pública. La universidad  no puede gestionarse como si fuera una empresa. Por eso es fundamental la participación democrática de la comunidad educativa y los derechos democráticos de los estudiantes. En el gobierno de la universidad no pueden estar las empresas. La financiación de la universidad tiene que depender del Estado, no de las empresas privadas y los laboratorios de las universidades deben destinarse a investigar las verdaderas necesidades de los trabajadores y no los intereses egoístas de unos pocos.

4.       La segregación de la universidad del Ministerio de Educación fue una expresión muy clara de la voluntad del gobierno de entregar los estudios universitarios a las grandes empresas. No es casualidad que la Ministra de Ciencia e Innovación fuera miembro de la junta directiva de la CEOE. Además así el gobierno trata de dividir el movimiento. Exigimos un único Ministerio de Educación. El gobierno del PSOE fue elegido con el voto de millones de trabajadores. ¡Basta ya de gobernar para los banqueros y los capitalistas, para eso ya existe el PP!

5.       Para garantizar una universidad pública de calidad el gobierno tiene que destinar suficientes recursos. Sólo así podrán garantizarse plazas públicas suficientes en las universidades para los estudiantes, reducir el número de estudiantes por aula, etcétera. Hemos contabilizado las necesidades de la universidad pública en, por un lado, un plan de choque de 8.400 millones de euros inmediatos y un 2% del PIB para la universidad pública. Dinero hay a espuertas, sólo que lo tienen los banqueros. Como creemos que ese dinero tiene que destinarse a mejorar las condiciones de vida de la clase obrera y la juventud exigimos la expropiación de la banca, bajo control obrero, para ponerla al servicio de las necesidades sociales. ¿No está demostrando acaso el sistema financiero mundial su más absoluta ineptitud?

6.       Como explicábamos más arriba no sobran licenciados. En una sociedad donde la riqueza generada se orientara a cubrir las necesidades sociales podríamos elaborar un plan estratégico para dotar a los barrios obreros de suficientes hospitales, colegios, institutos, instalaciones deportivas y culturales, vivienda digna, etc. con el personal necesario para dar un servicio de calidad. Mediante la planificación democrática de la economía se podría garantizar un puesto de trabajo digno al acabar los estudios, mientras tanto exigiremos un subsidio indefinido de desempleo de mil cien euros porque los jóvenes y trabajadores no tenemos la culpa del paro que provoca el capitalismo.

Algunos nos acusarán de politizar el discurso y de estar “obsesionados” con el socialismo. Sin embargo, un observador sagaz comprenderá que no hay término medio entre Bolonia y lo que nosotros estamos planteando. El capitalismo sólo puede ofrecer Bolonia y la lucha sólo puede ser triunfante si contrapone a Bolonia una universidad que realmente cubra las necesidades de la clase obrera y que se gane el oído de los trabajadores.

Los rectores dicen en su carta que la lucha contra Bolonia "no es un fenómeno pasajero" y añaden que "No confiamos en que vaya a desvanecerse, sino que esperamos un recrudecimiento". Desde el Sindicato de Estudiantes suscribimos estas palabras.