Hacia una movilización masiva de la clase obrera y la juventud contra la ofensiva de los capitalistas

http://sindicatodeestudiantes.org/images/fotosarticulos/estudiantes.jpgEstos primeros meses del curso académico estarán protagonizados por la movilización estudiantil y las luchas del profesorado. Con las dos huelgas convocadas por el Sindicato de Estudiantes para los días 22 de octubre y 13 de noviembre, se da continuidad, se profundiza, se unifican y se extienden las diversas convocatorias que desde hace más de un año se vienen produciendo a lo largo y ancho de todo el Estado contra la privatización y los recortes a la educación pública. 

Estos ataques no han partido exclusivamente de las comunidades gobernadas por la derecha (Madrid, Euskadi y Valencia están a la cabeza en privatización), sino también de por el PSOE. Por ejemplo, en Catalunya tratan de imponer la Ley de Enseñanza de Cataluña (LEC) que implicaría entregar la gestión de los centros públicos a empresas privadas. El curso pasado se cerró con impresionantes huelgas y manifestaciones en Catalunya y Madrid, donde salimos a la calle 150.000 y 90.000 profesores, padres y estudiantes a luchar contra los intentos de privatizar la educación.

 Zapatero llegó al gobierno aupado por un movimiento fortísimo de la juventud y de los trabajadores contra la derecha. Sin embargo, todas las promesas iniciales en materia educativa se han ido convirtiendo, en la práctica, en auténticos retrocesos. Es lo que siempre ocurre a los dirigentes reformistas y su incapacidad de ver ninguna alternativa más allá de los límites del sistema capitalista. La contrarreforma de la universidad que se inicia este curso (conocida como los Planes de Bolonia) supone el ataque más grave a la educación pública en los últimos veinte años y tiene como único objetivo expulsar a los hijos de los trabajadores de la universidad. Muy vinculado a los Planes de Bolonia está el endurecimiento de la selectividad que ha elaborado el gobierno del PSOE en plenas vacaciones de verano, a espaldas de los estudiantes y de la forma más antidemocrática. Con las huelgas y manifestaciones en todo el Estado los días 22 de octubre y 13 de noviembre queremos frenar en seco estos ataques.

Hay un claro ambiente de lucha en la comunidad educativa, las movilizaciones del curso pasado son un síntoma evidente. Sin embargo no se trata de que existan condiciones especiales en este sector, al margen de lo que ocurre en otros ámbitos. Simplemente, en el caso de la educación, está habiendo un cauce de expresión más claro de todo el malestar acumulado y el Sindicato de Estudiantes está jugando un papel activo e importante para que este cauce se produzca y se fortalezca, y por supuesto haremos lo que esté en nuestras manos para convertir la lucha en defensa de la educación pública en un movimiento que implique a todos los sectores del sector público que están siendo atacados y a toda la clase obrera, pues al fin y al cabo todo tiene un mismo problema de fondo.

El problema está en el sistema capitalista

El avance de la ofensiva privatizadora de los servicios públicos es una evidencia incontestable. Cada vez son más los trabajadores de este sector los que se movilizan para hacer frente a las condiciones laborales, a los recortes en plantilla y a la subcontratación de servicios. Hospitales y centros de atención primaria, empresas municipales de transportes, barrenderos, trabajadores de los juzgados, limpieza de edificios públicos, profesores de guarderías, colegios e institutos, los propios estudiantes,  bomberos, guardas forestales, etcétera. Fuera del sector público las cosas no están mucho mejor. Ante la crisis económica, la precarización y el aumento del paro se están disparando a una velocidad escalofriante.

El problema de la actual crisis económica no es la ausencia de normativa en el mundo financiero, de descontrol en determinado sector productivo o cualquier otro argumento en esta dirección. El único problema de esta situación es el propio sistema capitalista; que por su dinámica de producción anárquica en busca del máximo beneficio empresarial, y no social, crea toda una serie de desajustes que como dice con toda tranquilidad el Ministro Solbes, deben ser limpiados en cada crisis económica en base a su desaparición del mercado.

Si este análisis no llevara a la conclusión de que habrá consecuencias sociales dramáticas no tendríamos porqué preocuparnos, simplemente se trataría de esperar a que todo volviera a la “normalidad”. Pero como ya sabemos, en esta situación de crisis, se tomarán todas las medidas pertinentes por parte de los representantes de la burguesía para que no sean los capitalistas los que paguen las trágicas consecuencias que este sistema crea de manera cíclica. Harán lo posible para explotar aún más a la población pobre de los países más desfavorecidos, a la vez que degradarán monstruosamente las condiciones de vida del conjunto de la clase trabajadora de los países capitalistas desarrollados.

Una lucha política

La estrategia que va a llevar a cabo la burguesía parece estar clara y no tiene un límite claro salvo la dura resistencia que la clase obrera y la juventud ofrecerá a estos ataques. Medidas como las anunciadas por Esperanza Aguirre para privatizar el agua o cobrar 500 euros de matrícula anuales por el tramo educativo 0-3 años, y otras como las del gobierno de Zapatero, que hacer planes especiales para “socorrer” a las grandes constructoras, son el anticipo de una lucha gigantesca entre la burguesía y los trabajadores por el reparto de toda la riqueza social creada por estos últimos. Todo parece indicar que el centro de la ofensiva se va a dar en torno a la privatización de sanidad, educación y demás servicios que afectan al llamado salario social. Lo que está en mente de los grandes estrategas del capital es aprovechar la coyuntura para acercarnos lo más posible al modelo estadounidense en el que los servicios públicos están totalmente deteriorados y sólo aquellos que tengan dinero puedan acceder a una sanidad, una educación y una jubilación digna.

Por todo esto es por lo que la lucha que estamos llevando adelantes profesores y estudiantes hay que situarla dentro de la lucha abierta que enfrenta a capitalistas y trabajadores por el destino de los presupuestos del Estado y por el futuro de las infraestructuras sociales. Desde el Sindicato de Estudiantes daremos la batalla para que los días 22 de octubre y 13 de noviembre se conviertan en el primer paso de una lucha mucho más amplia.

La consigna de una Huelga General contra el desmantelamiento del sector público y por un cambio drástico en los presupuestos del Estado para defender los intereses de la clase trabajadora es una realidad que conecta con millones de jóvenes y trabajadores. Y por tanto es un objetivo por el que los dirigentes de CCOO y UGT deberían estar trabajando desde hace tiempo, poniendo al servicio de la clase trabajadora a sus miles de delegados sindicales, sus locales, sus medios, para garantizar una convocatoria exhaustiva. Si no lo han hecho es porque durante años y años los dirigentes sindicales han adoptado la línea política reformista, en una situación en la que no se pueden hacer reformas y cambios sustanciales sin enfrentarte directamente a los intereses de la burguesía. Ellos han preferido ceder continuamente a los empresarios y a los banqueros y evitar este choque, pero este choque sigue siendo inevitable.

Por todo lo dicho más arriba, la convocatoria de lucha del Sindicato de Estudiantes tiene no sólo una cara reivindicativa sino abiertamente política: la política de consensos ha fracasado en los últimos años, pero seguir manteniéndola ahora, cuando la burguesía está pasando a la ofensiva con la crisis, es sencillamente criminal. El Sindicato de Estudiantes defiende el consenso, sí, pero no con una minoría de parásitos, sino con todos los sectores de la clase obrera y de la juventud, por encima de sus diferencias nacionales, para cambiar profundamente nuestras condiciones de vida. Y para ello son necesarios una métodos de lucha basados en la movilización de masas y unas ideas claras, que demuestren que bajo este sistema capitalista no podemos resolver ningún problema y que cualquier mejora importante, por cualquiera que sea, sólo se podrá consolidar en una sociedad que no esté dirigida por bancos y monopolios, es decir, en una sociedad socialista.