Sindicato de Estudantes Galiza

¡Nuestros derechos se defienden con la lucha!

Hace menos de dos semanas la Xunta de Galicia del Partido Popular, tras la reunión de las CCAA con el Ministerio de Educación, anunciaba la vuelta voluntaria a las aulas para los estudiantes de 2º de Bachillerato y de 2º de Ciclos de Formación Profesional a partir del día 25 de mayo.

Esta asistencia voluntaria –con la excusa de la preparación de la EBAU– encubría el intento por parte de las administraciones centrales y autonómicas de introducir la idea de que es posible volver a la “normalidad” de forma inmediata. No tienen tiempo que perder. Por eso han convocado rápidamente elecciones autonómicas para el 12 de julio y por eso también plantearon que es totalmente viable que los y las estudiantes regresen a las aulas. Nada más lejos de la realidad.

Siguiendo el ejemplo de sus amigos del PNV al frente del Gobierno Vasco, la Xunta de Feijóo no está organizando una desescalada atendiendo a criterios sanitarios o educativos, sino al servicio de los grandes empresarios. La economía manda sin importar poner en riesgo la vida de miles de estudiantes y trabajadores.

La presión de la comunidad educativa ha frenado los planes clasistas de Feijóo

El Gobierno gallego y la Consellería de Educación, dirigida por Carmen Pomar, no querían un regreso voluntario a las aulas, sino obligatorio y en todos los niveles educativos. Hay que decirlo alto y claro: esta estrategia ha fracaso por el contundente rechazo de millones de estudiantes, profesores y padres y madres en Galiza y en todo el Estado contra aquellos que pretendían reabrir nuestros centros de estudio de forma totalmente irresponsable.

Esta indignación masiva es la que también consiguió hacer retroceder el intento de la Conselleria (en colaboración con FEUGA, un organismo privado) de implementar definitivamente la formación semipresencial en la Universidad gallega para así seguir expulsando a aquellos con menos recursos económicos de los estudios superiores.

El lunes 25 de mayo la supuesta vuelta a las aulas fracasaba estrepitosamente. Algunos equipos directivos, en los centros más masificados de las principales ciudades, han decidido abiertamente no abrir los edificios al no poder aplicar el protocolo sanitario establecido por la Xunta por falta de espacio. Un protocolo, además, muy genérico, que no tiene en cuenta esta carencia de espacio y cuya aplicación se ha hecho recaer sobre las espaldas de las directivas, que no han recibido ningún tipo de formación en prevención de riesgos laborales ni en gestión de pandemias, y que ha sido acompañado de un material totalmente insuficiente.

Nuestros profesores y profesoras también han dicho basta y se han negado a volver a los centros. Equipos directivos y maestros han organizado plantones y cierres de institutos, a pesar de los titubeos y el abandono por parte de las direcciones de los principales sindicatos de profesorado (CIG, CCOO, UGT) que siguen lanzando lamentos públicos sobre la mala gestión de la Xunta pero no han dado ninguna alternativa de lucha. La única de forma de pararle los pies a la derecha es como ha hecho estos días la comunidad educativa: ejerciendo una gran presión colectiva para proteger nuestra salud y nuestro derecho a dar y recibir una educación de calidad.

Pero sin duda, hemos sido los y las estudiantes quienes hemos dado el mayor golpe sobre la mesa. Rebelándonos contra el chantaje educativo que estamos recibiendo por parte de las administraciones educativas –nos hacen escoger entre nuestra salud o nuestras notas, en este caso, nuestros resultados en la EBAU–, no hemos pisado nuestros centros de estudio.

Los datos proporcionados por la propia Conselleria son arrolladores: la asistencia media a clase el lunes 25 de mayo en toda la comunidad autónoma apenas supera el 30% en 2º de Bachillerato (3.633 estudiantes de 12.113) y se sitúa entre un 2% y un 5% en FP (361 de aproximadamente 20.000 estudiantes ). En algunas zonas, principalmente en ciudades como Vigo o A Coruña, el porcentaje baja al 10%. Los centros donde se ha registrado una asistencia elevada han sido en su mayoría los privados. Estos centros para la élite –que funcionan como auténticas empresas– no han perdido la oportunidad de seguir haciendo negocio.

Por un plan de rescate a la educación pública

Los hijos e hijas de las familias trabajadoras hemos dejado claro que no permitiremos que la Xunta de Feijóo ponga nuestras vidas en riesgo ni que convierta nuestros centros en focos de infección del virus para que la patronal gallega se siga haciendo de oro.

Quienes estudiamos en la escuela pública, quienes venimos de familias humildes y estamos siendo golpeados por la brecha digital –Galiza es una de las zonas más afectadas– y hemos sufrido el abandono por parte del Ministerio de Educación, lo tenemos muy claro. Dijimos que no volveríamos a clase en estas condiciones, no lo hemos hecho y mantenemos nuestro llamamiento a los y las estudiantes y a los profesores a no volver a las clases. Ahora, tenemos que seguir batallando para que se cumplan todas nuestras reivindicaciones, empezando por la puesta en marcha de un plan de rescate a la educación pública que dote de recursos materiales, humanos y económicos nuestro sistema educativo. Solo así podremos garantizar una vuelta a las aulas segura en septiembre. ¡Revertir la situación de emergencia social de la enseñanza pública no puede esperar más!

¡Por una educación, sanidad y futuro dignos! La lucha es el camino

Desde el Sindicato de Estudantes conocemos muy bien las políticas educativas del Partido Popular gallego: recortes, privatización, despidos... y que esta crisis la paguemos la clase trabajadora y la juventud. La misma receta aplicada en la sanidad pública.

Estos últimos años, hemos sido decenas de miles quienes hemos tomado las calles de todo el territorio gallego. La Marea Verde, el movimiento feminista y muy destacadamente la Marea Blanca –que el pasado mes de febrero seguía demostrando su fuerza con una movilización de más de 10.000 en Santiago– se han convertido en la punta de lanza de la movilización social. La clase obrera y la juventud tenemos que levantar un plan de lucha claro y contundente para tumbar todos los ataques –no solo educativos, sino todos los ataques contra nuestros derechos– y para echar de una vez por todas al Partido Popular de la Xunta.

_ _ _ _ _

Aulas baleiras contra o regreso voluntario a clase en Galiza

Os nosos dereitos deféndense coa loita!

Hai menos de dúas semanas a Xunta de Galicia do Partido Popular, tras a reunión das CCAA co Ministerio de Educación, anunciaba a volta voluntaria ás aulas para os estudantes de 2º de Bacharelato e de 2º de Ciclos de Formación Profesional a partir do día 25 de maio.

Esta asistencia voluntaria –coa escusa da preparación da ABAU– encubría o intento por parte das administracións centrais e autonómicas de introducir a idea de que é posible volver á “normalidade” de forma inmediata. Non teñen tempo que perder. Por iso convocaron rapidamente eleccións autonómicas para o 12 de xullo e por iso tamén afirmaron que é totalmente viable que os e as estudantes regresen ás aulas. Nada máis lonxe da realidade.

Seguindo o exemplo dos seus amigos do PNV á fronte do Gobierno Vasco, a Xunta de Feijóo non está a organizar unha desescalada atendendo a criterios sanitarios ou educativos, senón ao servizo dos grandes empresarios. A economía manda sen importar poñer en risco a vida de miles de estudantes e traballadores.

A presión da comunidade educativa freou os plans clasistas de Feijóo

O Goberno galego e a Consellería de Educación, dirixida por Carmen Pomar, non querían un regreso voluntario ás aulas, senón obrigatorio e en todos os niveis educativos. Hai que dicilo alto e claro: esta estratexia fracasou polo contundente rexeitamento de millóns de estudantes, profesores e pais e nais en Galiza e en todo o Estado contra aqueles que pretendían reabrir os nosos centros de estudo de xeito totalmente irresponsable.

Esta indignación masiva é a que tamén conseguiu facer retroceder o intento da Consellería (en colaboración con FEUGA, un organismo privado) de implementar definitivamente a formación semipresencial na Universidade galega para así seguir expulsando a aqueles con menos recursos económicos dos estudos superiores.

O luns 25 de maio a suposta volta ás aulas fracasaba estrepitosamente. Algúns equipos directivos, nos centros máis masificados das principais cidades, decidiron abertamente non abrir os edificios ao non poder aplicar o protocolo sanitario establecido pola Xunta por falta de espazo. Un protocolo, ademais, moi xenérico, que non ten en conta esta carencia de espazo e cuxa aplicación recaeu sobre as costas das directivas, que non recibiron ningún tipo de formación en prevención de riscos laborais nin en xestión de pandemias, e que foi acompañado dun material totalmente insuficiente.

Os nosos profesores e profesoras tamén dixeron basta e negáronse a volver aos centros. Equipos directivos e mestres organizaron plantóns e peches de institutos, a pesar dos titubeos e o abandono por parte das direccións dos principais sindicatos de profesorado (CIG, CCOO, UGT) que seguen lanzando lamentos públicos sobre a mala xestión da Xunta pero que non deron ningunha alternativa de loita. A única de forma de pararlle os pés á dereita é como fixo estes días a comunidade educativa: exercendo unha gran presión colectiva para protexer a nosa saúde e o noso dereito para dar e recibir unha educación de calidade.

Mais sen dúbida, fomos os e as estudantes os que demos o maior golpe sobre a mesa. Rebelándonos contra a chantaxe educativa que estamos a recibir por parte das administracións educativas –fannos escoller entre a nosa saúde ou as nosas notas, neste caso, os nosos resultados na EBAU–, non pisamos os nosos centros de estudo.

Os datos proporcionados pola propia Consellería son esmagadores: a asistencia media a clase o luns 25 de maio en toda a comunidade autónoma apenas supera o 30% en 2º de Bacharelato (3.633 estudantes de 12.113) e sitúase entre un 2% e un 5% en FP (361 de aproximadamente 20.000 estudantes ). Nalgunhas zonas, principalmente en cidades como Vigo ou A Coruña, a porcentaxe baixa ao 10%. Os centros onde se rexistrou unha asistencia elevada foron na súa maioría os privados. Estes centros para a elite –que funcionan como auténticas empresas– non perderon a oportunidade de seguir facendo negocio.

Por un plan de rescate á educación pública

Os fillos e fillas das familias traballadoras deixamos claro que non permitiremos que a Xunta de Feijóo poña en perigo as nosas vidas nin que converta os nosos centros en focos de infección do virus para que a patronal galega siga a facerse de ouro.

Os que estudamos na escola pública, os que vimos de familias humildes e estamos sendo golpeados pola fenda dixital –Galiza é unha das zonas máis afectadas– e sufrimos o abandono por parte do Ministerio de Educación, témolo moi claro. Dixemos que non volveriamos a clase nestas condicións, non o fixemos e mantemos o noso chamamento aos e ás estudantes e aos profesores a non volver ás clases. Agora, temos que seguir pelexando para que se cumpran todas as nosas reivindicacións, empezando pola posta en marcha dun plan de rescate á educación pública que dote de recursos materiais, humanos e económicos ó noso sistema educativo. Só así poderemos garantir unha volta ás aulas segura en setembro. Reverter a situación de emerxencia social do ensino público non pode esperar máis!

Por unha educación, sanidade e futuro dignos! A loita é o camiño

Desde o Sindicato de Estudantes coñecemos moi ben as políticas educativas do Partido Popular galego: recortes, privatización, despedimentos... e que a clase traballadora e a mocidade paguemos esta crise. A mesma receita aplicada na sanidade pública.

Estes últimos anos fomos decenas de miles os que tomamos as rúas de todo o territorio galego. A Marea Verde, o movemento feminista e de xeito moi destacado a Marea Branca –que o pasado mes de febreiro seguía demostrando a súa forza cunha mobilización de máis de 10.000 en Santiago– convertéronse na vangarda da mobilización social. A clase obreira e a mocidade temos que levantar un plan de loita claro e contundente para tombar todos os ataques –non só educativos, senón todos os ataques contra os nosos dereitos– e para botar dunha vez por todas ao Partido Popular da Xunta.