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Por una movilización masiva en defensa de nuestros derechos democráticos y de la enseñanza pública
    ¡Dimisión de Saura (conseller de interior), Huguet (conseller de universidad) y de Ramírez (rector de la UB)!
     ¡Juicio y castigo a los responsables de la represión contra los estudiantes!
 
El pasado miércoles 18 de marzo las fuerzas policiales de los mossos de escuadra,
 bajo las órdenes directas del líder de Iniciativa per Catalunya y conseller de interior en el gobierno del Tripartit, Joan Saura,  desalojaron a los estudiantes encerrados en el edificio del rectorado de la Universidad de Barcelona (UB) y reprimieron salvajemente sucesivas concentraciones de rechazo.

Los mossos causaron decenas de heridos, no sólo entre los estudiantes, sino entre los periodistas que cubrían la noticia y todo viandante que mostrara cualquier gesto de repulsa a la actuación policial, desde un anciano que esperaba a una ambulancia, hasta un matrimonio con sus tres hijos pequeños. El que los responsables policiales hayan pedido disculpas a los periodistas sólo es una pequeña muestra de la brutalidad empleada y del cinismo de la Conselleria de interior, que en todo momento ha defendido incondicionalmente la actuación policial frente a las críticas recibidas desde muchos sectores, incluidas organizaciones de derechos humanos de Catalunya.

Con un simple cambio en el color del uniforme, los porrazos de los mossos nos traen a la memoria la represión de la policía nacional de Aznar en las manifestaciones contra la guerra de Iraq, o, más lejos en el tiempo, las habituales cargas de "los grises" contra los obreros y estudiantes que luchaban contra la dictadura franquista. Mossos, "nacionales" o ertzaintzas, una vez más se pone de manifiesto que el papel de cualquier cuerpo de policía es el de reprimir a los jóvenes y trabajadores que luchamos por nuestros derechos, nuestros puestos de trabajo o en defensa la enseñanza pública. No sólo eso. Volvemos a comprobar que el aparato del Estado sigue siendo un nido de franquistas, heredado de la dictadura.

El Sindicat d'Estudiants quiere transmitir toda su solidaridad con las víctimas de las cargas policiales. Pero después de lo ocurrido es necesario depurar responsabilidades. Exigimos la dimisión de Joan Saura, responsable político de brutal represión policial. Que todo esto haya ocurrido bajo un gobierno que se declara de izquierdas como es el Tripartit es un agravante mayor. Pero el Govern nos tiene acostumbrados a actuaciones más propias de gobiernos de derecha que de izquierdas, como ha puesto de manifiesto en numerosas ocasiones: con leyes de privatización de la educación y la sanidad pública, medidas a favor de los empresarios en su ofensiva de despidos masivos de trabajadores, aprobando una legislación con tintes racistas, como los centros guettos para inmigrantes...Los sindicatos de clase, las organizaciones políticas de la izquierda, incluyendo la base del PSC, de ICV y EUiA, las asociaciones de vecinos y de derechos humanos, el movimiento estudiantil, debemos obligar al Govern a que abandone esta política contraria a los intereses de la mayoría. Hay que exigir que destituya inmediatamente al Conseller Saura, que se depuren responsabilidades, y que se detenga y juzgue a toda la cadena de mandos que dio la orden o permitió esta acción brutal, además de los agentes que directamente golpearon con una saña propia de un Estado policial a los estudiantes. Un gobierno de izquierdas, si merece tal nombre, debería de depurar inmediatamente el aparato del Estado de todos los elementos fascistas.

Pero no sólo el Departament d'Interior es responsable de lo sucedido. Los rectores, en especial Dídac Ramírez, rector de la UB, y Josep Huguet, conseller de Innovación, Universidad y Empresa (de ERC), son también parte activa de lo ocurrido. El desalojo de la UB y las cargas policiales formaban parte de un plan elaborado en los despachos gubernamentales. Ellos también deberían dejar inmediatamente sus cargos por la responsabilidad directa que tienen.

Un plan para criminalizar a la juventud y dar un escarmiento

Las movilizaciones de los pasados 22 de octubre y 13 de noviembre convocadas por el Sindicato de Estudiantes y otras organizaciones del movimiento estudiantil fueron recibidas por los rectores con enorme preocupación. Por primera vez, el Proceso de privatización de la universidad pública, conocido como Plan de Bolonia, comenzaba a ser conocido entre los trabajadores, fuera de los muros de la universidad.

Hasta entonces, aunque había habido importantes movilizaciones de rechazo, en general Bolonia era todo un desconocido entre las familias obreras. Mucha responsabilidad de esto recae en los dirigentes de CCOO y UGT que hasta el momento niegan que Bolonia suponga la elitización y privatización de la universidad pública.

A gobierno y rectores les urgió elaborar una táctica que desactivara la lucha contra el Proceso de Bolonia para evitar que, en un contexto de crisis económica como el que vivimos, las luchas de los jóvenes pudieran ser una espita que desatara un movimiento masivo, no sólo de estudiantes, sino también de trabajadores. Para ello trabajaron en varios frentes.

Por un lado, iniciaron  una campaña muy intensa de desinformación en los medios de comunicación sobre el contenido de Bolonia, tratando de crear confusión y engañar a los estudiantes y las familias trabajadoras. Por otro, trataron de aparentar que negociaban con los estudiantes y que incluso cedían a algunas de sus exigencias, para demostrar su "voluntad" de dialogo. Por último, sobredimensionaron en los medios de comunicación la táctica de los encierros como método de lucha contra Bolonia, para contraponerla a la movilización masiva en la calle del 22 de octubre y 13 de noviembre.

Simultáneamente, mientras intensificaban los actos a favor de Bolonia, aceptaron la propuesta de referéndum defendida por algunas organizaciones universitarias, conscientes de que era absolutamente inofensiva y que no cuestionaría lo más mínimo la implantación de los Planes de Bolonia. De esta manera, tanto el Govern como los rectores se presentaban con un "talante" dialogante, dispuestos a negociar con los estudiantes y de llegar a acuerdos. Pero realmente lo que buscaban era desactivar la lucha contra Bolonia.

Cuando las huelgas y manifestaciones convocadas posteriormente contra los Planes de Bolonia resultaron más pequeñas de lo esperado, rectores y gobierno pasaron a la siguiente fase del plan: aceleraron la implantación de Bolonia, aumentando la incorporación de más carreras a la nueva estructura grado/postgrado y haciendo público algunas otras medidas que se tenían guardadas en la recámara (como aumentar las multas a repetidores hasta el 100% del coste de la plaza -actualmente es el 30% y 50% en segunda y tercera convocatoria respectivamente). Pero también recurrieron a la represión.

El objetivo de la violenta intervención policial contra los estudiantes era presentar la situación completamente distorsionada, como muchas otras veces han hecho, de cara a la opinión pública: una minoría de "antisistemas" violentos provocan una algarada callejera que tiene que ser controlada por la policía. A pesar de que hay grupos minoritarios que consideran la violencia gratuita como el método ideal de demostrar su "espíritu revolucionario", y de esta manera le hacen el juego a las provocaciones policiales, la carga brutal de los mossos contra miles de estudiantes formaba parte de una estrategia bien calculada por los responsables políticos: primero desalojaron a los estudiantes encerrados de manera sorpresiva y luego sacan las porras y los escudos para dar un escarmiento general a quién osa protestar.

Querían meter el miedo en el cuerpo a los estudiantes que participaran en las protestas y lanzar un serio aviso de que no permitirían ninguna movilización más contra Bolonia. Además, ante el conjunto del movimiento obrero volverían a presentar a los jóvenes como unos vándalos descontrolados: querían criminalizar a los estudiantes para aislarlos de los trabajadores.

No es casualidad que el desalojo y la represión fuera el 18 de marzo. El 19 de marzo estaba convocada una huelga general contra la LEC por los sindicatos de profesores y el Sindicat d'Estudiants. Sin embargo, nosotros no convocamos sólo contra la LEC, sino que también incluimos en las reivindicaciones la retirada de los Planes de Bolonia. Si la carga policial podía introducir miedo a las familias obreras, muchos estudiantes, sobre todo de secundaria, dejarían de participar en la manifestación convocada al día siguiente.

Éxito de la movilización del 19 de marzo

Durante los meses de encierro, los métodos, a menudo sectarios, empleados por grupos que se denominan a sí mismos "asamblearios", provocaron descontento entre muchos estudiantes y profesores de la propia universidad. En esas condiciones, los rectores y el Govern valoraron que había llegado el momento de dar un escarmiento y que nadie movería un solo dedo por los universitarios apaleados.

Sin embargo, una cosa es el rechazo de muchos estudiantes a los métodos sectarios, y otra bien distinta que la clase obrera contemplara impasible como los mossos golpeaban con saña a miles de jóvenes. El que los mossos también agredieran a decenas de periodistas que cubrían las concentraciones tuvo mucho que ver en esto: Al día siguiente, los periodistas indignados publicaron las imágenes de las palizas que llegaron a cientos de miles de personas.

Por eso los intentos de desviar la atención del Govern han fracasado miserablemente. La represión no desanimó la movilización del 19 de marzo, al contrario, la jornada de lucha en Catalunya contra la LEC y Bolonia ha sido todo un éxito. Los profesores y estudiantes paralizaron la enseñanza catalana. La manifestación de Barcelona contó con cien mil asistentes. Con o sin cargas, la huelga hubiera sido un éxito. En el cortejo del Sindicat d'Estudiants, compuesto fundamentalmente por estudiantes, el rechazo a la represión policial estuvo en todo momento presente. "El hijo de los mossos a la universidad, para que no sea como su papá" fue la consigna coreada por miles de estudiantes en varias ocasiones entre otras. Algunos universitarios también se incorporaron a la manifestación, principalmente para mostrar su rechazo a lo sucedido el día anterior.

Toda esta experiencia de lucha demuestra que debemos rehuir de los métodos que dividen y enfrentan a los estudiantes (como los piquetes sectarios, las asambleas antidemocráticas o las demostraciones gratuitas de violencia), pero también de las ilusiones en que los referendos o el claustro de la universidad pueden paralizar Bolonia, o en que se puede convencer a los rectores de las maldades del proceso de privatización.

El 19 de marzo volvió a señalar que la clave de cualquier lucha estudiantil está en vincularse estrechamente al movimiento obrero, mediante la explicación paciente, la movilización masivamente en la calle y una orientación consciente hacia las organizaciones obreras para que lleven adelante una política correcta.

Defendamos nuestros derechos democráticos

En algún medio de comunicación ha aparecido el anuncio de SEPC de convocar una huelga general para el 26 de marzo contra la represión. En caso de concretarse consideramos que sería un paso adelante, y ofrecemos nuestra ayuda y apoyo para que la huelga en la universidad sea un éxito y para que la manifestación sea masiva y pacífica. No obstante, sí recalcamos que creemos que tiene que ser una huelga y una manifestación pacífica. Cualquier otro escenario sería absolutamente contraproducente y daría argumentos a los que han orquestado la represión del miércoles. Caer en cualquier provocación será utilizado para seguir criminalizando a la juventud.

Hacemos un llamamiento a todas las organizaciones de izquierdas a que respondamos unidas a esta agresión. Sin duda, un posicionamiento claro de los sindicatos CCOO y UGT contra la brutalidad policial tendría un efecto positivo entre el conjunto de la población. Si convocaran una movilización en solidaridad con los agredidos y para exigir responsabilidades, ésta tendría un seguimiento masivo y probablemente pondría contra las cuerdas al Govern. Desde el Sindicat d'Estudiants creemos que es necesaria la movilización unitaria y masiva de toda la izquierda para defender los derechos democráticos de los obreros y estudiantes. Al fin y al cabo, lo que han hecho con los estudiantes lo han hecho ya también con los trabajadores. Cuando los trabajadores se movilizan para defender sus puestos de trabajo, para evitar los despidos que se están produciendo a consecuencia de la crisis económica, los empresarios no dudan en exigir a los gobiernos que actúen enviando a la policía. Los casos de criminalización de las luchas obreras son cada día más abundantes.

Para evitar la represión, para poner fin a las agresiones policiales, para obligar al Govern a defender los intereses de la mayoría, es necesaria la movilización masiva y unitaria de la clase obrera y la juventud.

Barcelona, 20 de marzo de 2009