Emma Sánchez · Sindicato de Estudiantes Burdeos
El pasado miércoles 13 de abril, centenares de estudiantes se movilizaron en diversas facultades de París para protestar contra el resultado “inaceptable” de la primera vuelta en las elecciones presidenciales francesas, que determinaban el “duelo” entre el ultraliberal Emmanuel Macron y la candidata de la extrema derecha Marine Le Pen.
Tras la celebración de una asamblea general dentro de uno de los anfiteatros de la universidad de la Sorbona, en la que participaron más de 500 estudiantes, se votó por la ocupación del local a modo de rebelión “contra la estafa de la segunda vuelta”, bajo la consigna “el fascismo no es una opción”. A lo largo de la tarde del miércoles y prácticamente toda la jornada del jueves, los estudiantes se concentraron a las afueras de la universidad en apoyo a la ocupación y colgaron carteles en las ventanas de las facultades con mensajes tales como “La revolución es un deber”, “Ni Macron ni Le Pen” y “No a la extrema derecha”. Una acción que buscaba ante todo agitar el ambiente para continuar la lucha en las calles y que no tardó en ser criminalizada y reprimida por las fuerzas policiales, haciendo uso de gases lacrimógenos para dispersar las protestas.
A la indignación de las autoridades universitarias y los medios de comunicación burgueses, condenando los “daños al mobiliario y las violencias intolerables” que tuvieron lugar durante la ocupación, se sumó la brutal represión por parte de los CRS (la policía francesa), que hicieron uso de gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes reunidos frente a las facultades. Además, ciertos grupúsculos de extrema derecha se sumaron a los ataques contra los protestantes frente a la facultad de Ciencias Políticas de París con el fin de disolver la movilización, actuando de fieles colaboradores de las fuerzas represivas. Tras más de 24 horas de resistencia, los estudiantes abandonaron la Sorbona en la tarde del jueves entre amenazas de detenciones, la intervención de los gendarmes y la colaboración entre las autoridades universitarias y la policía.
Los acontecimientos de los últimos días han puesto en evidencia el enorme descontento de la juventud en medio de una crisis social y política provocada por la decadencia capitalista que sacude Francia con fuerza. Además, la intención de Macron de privatizar la enseñanza universitaria, un ataque directo a los jóvenes de la clase obrera, ha sido la gota que ha colmado el vaso. Han sido sus políticas liberales y racistas a lo largo de los últimos 5 años las que han asfaltado el terreno a la extrema derecha.
Sin embargo, como hemos visto de nuevo estos últimos días, la clase obrera y la juventud han respondido de manera contundente en las calles, pero también en el terreno electoral: los resultados históricos obtenidos por Mélenchon y la Unidad Popular (que obtuvieron el 21,95% de los votos, quedándose a tan solo 1,2 puntos de Le Pen) son realmente sintomáticos del potencial que existe para levantar una alternativa antifascista y anticapitalista en Francia, que plante cara de manera combativa a la extrema derecha y al macronismo a través de la lucha en las calles. De hecho la Unidad Popular ha sido la fuerza más votada en 6 de las 10 ciudades más grandes del país (Marsella, Toulouse, Nantes, Estrasburgo, Montpellier y Lille), arrasando también entre la juventud de entre 18 y 24 años con un 34,8% de los votos y convirtiéndose en la primera fuerza entre los votantes de esta franja de edad.
Los estudiantes han demostrado contundentemente su rechazo frente a la elección del próximo “rey de la burguesía”, frente a la elección entre “la peste y el cólera”, pero también su determinación a luchar. La mejor muestra de ello fueron las manifestaciones convocadas en más de una treintena de ciudades francesas el pasado sábado 16 de abril, en las que participaron más de 150.000 personas, 40.000 solo en París, según los datos de los organizadores, y en las que confluyeron militantes de diversas organizaciones de izquierdas, así como la vanguardia del movimiento de los chalecos amarillos.
Unas manifestaciones de nuevo caracterizadas por la represión desmedida de la policía, que hizo uso de cañones de agua y gases lacrimógenos, pero que no consiguió disolver las movilizaciones, que volverán a tener lugar este domingo electoral.
La fuerza y el potencial que ha demostrado la juventud anticapitalista francesa en los últimos días ha puesto en evidencia la necesidad de organizarse para levantar una auténtica alternativa de izquierda que ponga contra las cuerdas a Macron, a Le Pen y a todos los garantes de este sistema que solo ofrece barbarie y devastación, en Francia y en todo el mundo. Desde el Sindicato de Estudiantes enviamos todo nuestro apoyo y solidaridad a esta lucha, que solo será posible defendiendo un programa verdaderamente socialista y anticapitalista que se apoye en la movilización y la lucha en las calles, y que marque el camino a seguir en la conquista de los derechos de la juventud y la clase obrera.