Pablo José Cortes Santos · Sindicato de Estudiantes de Guadalajara
La precariedad laboral son dos palabras que conocemos bastante bien los jóvenes que estudiamos en la escuela pública, en especial en estos últimos años la hemos escuchado imponerse como una bomba, precariedad en las aulas, en los materiales, en la cantidad de profesores y al salir de la de la escuela, en el mundo laboral.
En Castilla-La Mancha la educación pública siempre había arrastrado el peso la falta de financiación, pero la llegada de Cospedal al gobierno marcó un antes y un después en los ataques a la escuela pública, siguiendo las políticas que arrasaron la educación en Madrid, Cospedal impuso una serie de medidas como el despido de miles de profesores y el recorte y congelación de las partidas presupuestarias lo que provocó que aumentaran los ratios en la aulas y el aumento de horas lectivas para los profesores, por lo que miles de estudiantes decidimos tomar las calles igual que lo hicieron nuestras madres y padres antes que nosotros para defender la escuela pública.
Por desgracia, pese a las impetuosas promesas electorales del PSOE la cosa no cambió, pues el nuevo Gobierno de Page decidido continuar con la senda de recortes que había marcado el Partido Popular quienes continuaron regalando miles de euros a la escuela privada y concertada en manos de la Iglesia Católica y apenas revirtiendo algunos recortes e incluso aplicando los aspectos más retrógrados de la LOMCE.
Por eso hoy la Educación Pública en todo Castilla-La Mancha sigue siendo tremendamente precaria, por eso tenemos un instituto en Alovera construido para 600 alumnos en el que a día de hoy dan clase casi 1200, pese a las protestas que sacaron a las calles a todos los alumnos hace ya casi 3 años. Por eso seguimos teniendo institutos como el de Cifuentes que tienen una caldera de hace más de 30 años que tras haberse roto en varias ocasiones la semana pasada acabo dejando de funcionar, teniendo que mover a los alumnos a un colegio de primaria.
Las condiciones tampoco son mejores cuando tras haber conseguido superar las clases que se caen a trozos, la falta de profesores, la falta de financiación o el cierre de ciclos de Formación Profesional, salimos al mundo laboral y nos encontramos con trabajos tremendamente precarizados.
Los jóvenes somos los trabajadores con los sueldos más bajos, la brecha salarial entre los trabajadores de menos de 25 años y el resto es del 50%. La mayoría de los contratos temporales son de jóvenes que además ni tan siquiera responden a la mentira de que son los trabajadores menos cualificados lo que reciben este tipo de contratos, sino que encontramos esta dinámica en trabajadores de todo tipo, licenciados, diplomados o de formación profesional, que en muchos de los casos se ven obligados a trabajar como becarios de manera gratuita a cambio de “experiencia”.
Para ver algunos datos, de los 2.227.900 de contratos a jóvenes menores de 30 años la contratación indefinida fue la menos utilizada mientras que la más utilizada fue la de carácter temporal con dos formatos predominantes que seguramente a muchos nos suene. Los temporales por circunstancias de la producción representan el 20% mientras que las de obra y servicio, las más recurridas, han aumentado un 9% desde 2015. La duración de los contratos a jóvenes oscila entren 1 a 6 meses de duración mientras que los contratos temporales de 2 a 3 años suponen solo el 2%.
Por otro lado, vemos como las jornadas completas ni tan siquiera son la norma, como un número altísimo de contratos son a tiempo parcial (más las horas que no se cuentan) y no precisamente para dejar abierta la posibilidad a compaginarlo con los estudios u otras actividades, nada más lejos de la realidad,si no por la propia dinámica del mercado laboral que en muchas casos nos contrata a tiempo parcial para pagarnos el resto de la jornada en negro.
El hecho de que casi 90% de los contratos sean temporales es una muy mala noticia para los jóvenes de todo el Estado, pero no tanto así para algunas empresas de trabajo temporal como las ETTS que se llenan los bolsillos explotando con unas condiciones laborales vergonzosas a los jóvenes trabajadores. En el Corredor del Henares, parte de la carretera A2 a Barcelona, de donde venimos muchos compañeros del Sindicato de Estudiantes de Guadalajara, la inmensa mayoría son empresas de logística donde los trabajos de mozos de almacén son los más habituales.
Es prácticamente imposible trabajar si no es a través de una ETT con unas condiciones que rozan el esclavismo; con listas para trabajar uno o dos días donde van saltando de trabajador en trabajador y si no aceptas en la llamada que te hacen sin importar la hora para entrar a trabajar a las 5 de la mañana en un almacén, perdiendo así cualquier independencia, la más minina capacidad de organizar tu vida o compaginarla con los estudios.
Tenemos claro que para dejar atrás la precariedad necesitamos que acaben los recortes en educación, que vuelvan nuestros profesores, que se vuelva a invertir en nuestros centros de estudio, que al salir no existan los contratos temporales, que la jornada laboral baje a 35 horas, un salario mínimo por encima de los 1000, un subsidio de desempleo para jóvenes igual al SMI al finalizar los estudios hasta tener trabajo o que las practicas sean remuneradas.
Por eso los estudiantes sabemos que la única manera de acabar con la precariedad a la que nos condena el mercado laboral y que no solo devora la escuela publica, la sanidad e incluso las pensiones de nuestras abuelas y abuelos es saliendo a la calle a manifestarnos contra todos los recortes y contra todos los ataques como demuestra el ejemplo del movimiento feminista o la batalla incansable de los pensionistas.