Tras la catástrofe sanitaria del coronavirus somos más de diez millones de estudiantes en todo el Estado los que nos vemos afectados por el cierre de las aulas. A pesar de que no sabemos cuándo se retomarán las clases presenciales, de la ausencia de un plan de estudios telemático con los recursos humanos y materiales necesarios y de que muchas familias trabajadoras no disponen de un ordenador o siquiera de conectividad, el gobierno PSOE-UP nos dice que no nos preocupemos de nada y nos presenta las clases online como la gran solución.

Los recortes en educación y sus consecuencias dramáticas en esta crisis

Las plataformas educativas online no funcionan. Poniendo el ejemplo de la Comunidad de Madrid, la plataforma de la Consejería de Educación (EducaMadrid) colapsó rápidamente el primer día que se ponían oficialmente en marcha las clases online, con decenas de fallos en el sistema, con alumnos acostumbrados al sistema presencial y con profesores que daban teleclase por primera vez, sin medios y sin orientación ¡Una situación desastrosa que se carga sobre sus hombros de forma completamente injusta!. Un tweet de EducaMadrid lo corrobora, diciéndonos que hay que evitar las franjas horarias más habituales que son de 10:30 a 13:30 y de 16:30 a 19:30, pero entonces ¿cuándo hay que dar las clases?

Sin embargo, la presidenta de la CAM Isabel Díaz Ayuso afirmaba que “los docentes y personal del sector educativo han demostrado que es posible”. Díaz Ayuso ignora los grandes problemas que presenta un sistema poco preparado, que funciona a pedales gracias a la falta de inversión en educación: según los datos del estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), la comunidad de Madrid es la comunidad que menos invierte en educación.

Las clases online o cómo negar el derecho a la educación de los hijos de los trabajadores

Ya vemos también cómo el cierre las clases conlleva desigualdades educacionales. Sabemos perfectamente que a quien va a afectar más a su rendimiento académico es a los estudiantes de las familias más humildes, ya que las familias con mayor nivel adquisitivo tienen mayores recursos, que en este caso van a poder compensar la pérdida de horas de clase presencial.

Los hijos e hijas de clase trabajadora no tenemos ordenador o solamente uno para toda la familia, nuestros barrios no disponen de una buena infraestructura de comunicaciones y conectividad a internet, no disponemos de grandes estudios o salas en nuestras casas para poder estudiar en las mejores condiciones. Nosotros y nosotras, las familias humildes, vivimos en pisos pequeños y estamos padeciendo los recortes en la sanidad pública y los despidos. Somos nosotros los que estamos pagando las consecuencias dramáticas de esta crisis.

Según los datos del informe PISA el 44% de los alumnos tiene un solo ordenador en casa y un 14% no posee ninguno. Y eso no es todo: entre las familias que ingresan menos de 900 euros al mes, el 42% no tiene ordenador en casa y un 22% no tiene acceso a internet. La brecha digital es una realidad y estamos viendo ahora sus grandes efectos en la comunidad educativa. Según datos oficiales, el 12% de los estudiantes de todo el Estado no puede conectarse a las teleclases de ninguna manera. Pero es que considerando los que tienen conectividad pero sufren enormes complicaciones para que ésta sea estable y duradera, la cifra de estudiantes afectados podría llegar al 30%. Solamente en Catalunya, hay 55.000 familias que no tienen la opción de seguir las clases por internet.

Si ya había familias sin acceso a internet por su nivel económico, tras la oleada de ERTEs y despidos que se están aplicando por todo el Estado esto se va a acentuar aún más, aumentando lo que todos ya sabemos, que en la educación no hay igualdad de oportunidades.

Pero es que este problema no ha surgido con la crisis del coronavirus. Según los datos del INE, uno de cada diez hogares del Estado no tenían acceso a internet en 2018, mientras que dos de cada diez no tiene ordenadores en casa. Sin ordenador y sin internet no hay clases en línea que valgan.

Ya hemos visto que el Gobierno ha decidido aplazar la Evaluación para el Acceso a la Universidad (EvAU), una medida que afecta a 217.000 estudiantes matriculados en segundo de bachillerato. La suspensión de clases no para de alargarse y podemos afirmar que el curso está ya cerrado. El aplazamiento de la EvAU no supone ninguna solución, ya que las familias con menos recursos serán las que más difícil por no decir imposible lo tendrán para prepararse; en cambio, las familias con más recursos pueden permitirse clases particulares y teleclase en academias privadas y con sus ordenadores de última generación sin los problemas que sufrimos la mayoría.

Si los estudiantes de familias trabajadoras ya lo tenían difícil para acceder a la universidad, ahora lo tendrán aún más. Y es que el acceso a la universidad siempre ha dependido de la clase social y se han visto agravados por las reformas educativas como los planes de Bolonia, el 3+2, la subida de tasa o el recorte de becas de los últimos años; hay decenas de estudios que afirman que en la actualidad sólo un 10% de universitarios tienen provienen de la clase trabajadora.

En defensa de nuestros profesores. Por una educación pública con los recursos necesarios

Nuestros docentes también están padeciendo en sus carnes las consecuencias de esta situación. 23.000 profesores en Madrid están impartiendo teleclase. ¡Tienen que gestionar al día 2.064.000 correos! Un efecto embudo hacia los profesores que tienen como única herramienta un monitor para comunicarse con sus alumnos. Muchos profesores intentan ayudar al alumnado con más dificultades a través de llamadas telefónicas o a través de Whatsapp, pero es algo totalmente insostenible. Agradecemos profundamente el enorme esfuerzo que nuestros profesores y profesoras realizan para intentar que nadie se quede atrás, pero su impresionante sacrificio y voluntad no pueden solucionar las consecuencias dramáticas que los miles de profesores despedidos y en general los recortes en la educación han provocado.

Sabemos que el gran responsable de todo esto es la falta de inversión en educación en todo el Estado. Todas estas situaciones demuestran una gran necesidad, y es que hace falta una educación pública y gratuita. El sistema educativo necesita un aumento drástico de inversión económica para ofrecer todos los medios necesarios para que los estudiantes de familias trabajadoras puedan recibir una educación digna.

¡No a la expulsión de los estudiantes de clase trabajadora del sistema educativo!

¡Reversión de los recortes ya! ¡Por un plan de choque para salvar la educación pública!