El capitalismo nos conduce a la catrástrofe ecológica

Desde el pasado mes de noviembre estamos asistiendo a movilizaciones multitudinarias en diferentes países del mundo en contra del cambio climático y todos los efectos catastróficos que este sistema provoca. Desde Suecia, Bélgica o Inglaterra hasta Australia pasando por Estados Unidos, decenas de miles de jóvenes están protagonizando huelgas estudiantiles y protagonizando marchas y protestas multitudinarias.

 Australia: estudiantes, profesores y padres y madres en pie

El 30 de noviembre, miles de estudiantes de más de 10 ciudades y pueblos de Australia llenaron las calles bajo la consigna "School Strike 4 Climate" con el apoyo activo de profesores, padres y madres que participaron también en las protestas.

La huelga estudiantil fue motivada por el anuncio de construcción de una mega-mina de carbón al norte de Queensland por el grupo empresarial y la corporación minera ADANI, la cual muchos manifestantes catalogaban de ser una "corporación salvaje" responsable en gran parte del cambio climático y la destrución del medio ambiente.

Uno de los puntos más importantes de esa jornada era la crítica consciente que miles de jóvenes lanzaban al primer ministro Scott Morrison y a todo el gobierno liberal por gobernar en beneficio de las grandes multinacionales que destruyen nuestro planeta. No es ninguna casualidad que criminalizaran a los estudiantes en huelga diciendo que "los jóvenes tendrían que estar más interesados en el presente de la mineria y los combustiles fósiles que en un futuro libre de catástrofes".

Un movimiento arrollador en Bélgica

El movimiento en contra del cambio climático está tomando cada vez más fuerza en Bélgica. En la última movilización en el país belga participaron más de 70.000 personas, consiguiendo agrupar de forma masiva a la juventud y la clase obrera del país.

Entre las consignas resaltan lemas contra el uso de plásticos, el maltrato animal o la energía nuclear, pero sin duda el epicentro de estas críticas es al gobierno belga que a lo largo de estos años ha llevado medidas totalmente insuficientes y nefastas para revertir los efectos del cambio climático en el país.

Sin duda, aunque la participación de los trabajadores es muy notable, el impulso para llevar hacía adelante esta lucha lo están dando las y los estudiantes. El pasado 10 de enero, 3.000 estudiantes abandonaron las aulas y salieron a la calle para exigir al primer ministro belga una política climática con medidas reales.

Después de ésta, las protestas continuaron. La siguiente manifestación que se celebraró agrupaba ya a 12.000 pero la explosión social llegó con la huelga estudiantil del pasado jueves, dónde más de 35.000 jóvenes, acompañados de sus profesores y profesoras, llenaron las calles de las principales ciudades de Bélgica.

El planteamiento de los estudiantes en Bélgica es organizar una huelga por el cambio climático todos los jueves y la determinación con la que han paralizado las clases demuestra que los jóvenes no retrocederán hasta que se consigan medidas reales, como nuevas políticas para mejorar la reducción de residuos, el ahorro de energía, la conservación de la biodiversidad o una movilidad más sostenible.

La gran demostración de fuerza de los jóvenes belgas a través de movilizaciones masivas, ha generado una presión muy fuerte al gobierno del país y ha colocado en el centro del debate el cambio climático y la posibilidad de poner en marcha medidas que consigan revertir algunos de los efectos más debastadores.

La lucha contra la catástrofe ecológica debe ser de clase y revolucionaria

Sin embargo, hace falta señalar quién es el responsable directo de la amenaza medioambiental que hoy sufre nuestro planeta: el sistema capitalista y los gobiernos a su servicio, que han puesto encima de la mesa el posible fin de la humanidad. Esta atrocidad sólo puede ser frenada con la lucha organizada de la juventud y la clase obrera mundial.

Es necesario impulsar un movimiento ecológico anticapitalista que no acepte la lógica del sistema y que, basándose en la fuerza de los movimientos que hemos visto estos últimos años, una las reivindicaciones ecológicas con las reivindicaciones sociales, para que cada vez más jóvenes, trabajadores y trabajadoras, se unan a este poderoso movimiento que debe apuntar de forma colectiva a la raíz del problema y luchar por la transformación socialista de la sociedad.