Un levantamiento popular recorre Hong Kong desde hace más de tres meses. Millones de personas han protagonizado las mayores protestas de la región desde que dejó de ser una colonia británica en 1997. El motivo fue la reforma de la Ley de Extradición, una ley que permitiría la entrega de ciudadanos hongkoneses a las autoridades de China y Taiwán para que sean juzgados allí. Este ataque generó una enorme indignación entre jóvenes y trabajadores porque el régimen chino podría utilizar esta ley para extraditar a cualquiera de sus oponentes políticos para encarcelarlos según las leyes chinas.

Las protestas comenzaron el pasado mes de febrero y desde entonces el descontento ha ido en aumento hasta convertirse en un movimiento de masas que ya ha organizado manifestaciones de más de dos millones de personas y huelgas generales, como la del pasado 5 de agosto, que han paralizado la vida social y económica de Hong Kong.

El combustible de las protestas

A pesar de que Hong Kong es uno de los principales centros financieros internacionales, es una de las ciudades más caras y desiguales del mundo: una quinta parte de la población (1,4 millones) vive en la pobreza. Otro de los problemas que golpea con fuerza a las masas hongkonesas es la grave crisis de la vivienda en la ciudad, provocada por la falta de espacio y los precios inmobiliarios más elevados del mundo. El coste medio de una vivienda equivale a 19,4 veces el ingreso medio de una familia. Esta situación obliga a que decenas de miles de personas vivan en las conocidas como “casas jaulas”, que miden poco más de 1x2 metros y carecen de todo tipo de condiciones de higiene y seguridad, y que pueden llegar a costar hasta 500 dólares mensuales.

Un factor que ha provocado que la juventud esté en primera línea de batalla desde el inicio de las marchas ha sido los precios desorbitados de las matrículas escolares. No es ninguna exageración afirmar que sólo los ricos o aquellas familias que se endeudan de por vida con los bancos pueden acceder a la educación. Hong Kong es el lugar más caro del mundo también para estudiar: la escolarización de una sola persona puede suponer un gasto de 131.161 dólares de media y el precio por un año de matrícula en la universidad oscila entre los 12.000 y 34.000 dólares.

Toda esta situación social absolutamente dramática para la juventud y la clase trabajadora es la que ha alimentado las protestas. Fruto de éstas, a primeros de septiembre la jefa del Gobierno autónomo, Carrie Lam, anunciaba la retirada definitiva de la Ley de Extradición, en un intento de sacar a al movimiento de las calles. Pero la respuesta de los manifestantes ha sido contundente: “llega demasiado tarde”. Esto refleja que este estallido va más allá de la oposición a la Ley, también expresa la rabia de la población contra una élite superrica que controla la ciudad y disfruta de todos los beneficios mientras la mayoría lucha por sobrevivir.

El papel de la juventud

La participación de centenares de miles de jóvenes y estudiantes en estos tres meses de movilizaciones, paros y huelgas es innegable, y todo ello a pesar de la brutal represión de la que están siendo objeto. La educación, junto con los sectores ferroviarios, de construcción, el metal, el bancario, aeropuertos…, quedó totalmente paralizada el pasado 5 de agosto en una huelga general histórica que marcó un punto de inflexión en la lucha contra la Ley de Extradición, por la libertad sin cargos de todos los encarcelados y detenidos y por los plenos derechos democráticos en Hong Kong.

El lunes 2 de septiembre se iniciaba el nuevo curso escolar y los jóvenes le han dado la bienvenida demostrando su determinación para conseguir todas sus reivindicaciones. Además de ocupaciones y una concentración de más de 10.000 jóvenes en el campus de la Universidad de China, ocho universidades públicas y otras cinco instituciones de educación superior han iniciado una huelga de dos semanas y los institutos de secundaria han declarado que cada lunes paralizarán las clases.

En el comunicado leído en la concentración se decía: “La amenaza de una ofensiva con munición real es inminente. ¿Cómo es posible, cuando el Gobierno desgarra brutalmente a Hong Kong y convierte cada calle y distrito en un campo de batalla, que nos sentemos en nuestros pupitres en la escuela como si nada hubiera pasado?”.

La represión no frenará al movimiento

Estas últimas semanas se ha intensificado aún más la represión policial llegando a lanzar gas pimienta dentro de estaciones de metro abarrotadas o recurriendo a fuego real contra los manifestantes.

Desde el 27 de junio todas las acciones de protesta son ilegales, pero eso no ha impedido que sigan siendo multitudinarias y diarias, como se ha demostrado durante todo el mes de agosto con la convocatoria de manifestaciones, cortes de carreteras, cadenas humanas… que han desafiado la prohibición policial.

Ni la presión del régimen chino ni la violenta represión policial desatada por el Gobierno de Carrie Lam conseguirá echar atrás este maravilloso movimiento que sigue manteniendo todo su vigor y que ya ha conseguido importantes victorias como la retirada del proyecto de la Ley de Extradición.

Este es el camino para vencer. La movilización debe continuar hasta conseguir la libertad de todos los presos políticos, la caída del Gobierno de Carrie Lam, la celebración de elecciones libres y democráticas basadas en el sufragio universal, por las libertades democráticas, entre otras reivindicaciones.

Desde el Sindicato de Estudiantes nos sentimos profundamente inspirados por la batalla que los jóvenes y trabajadores hongkoneses están librando contra el autoritarismo de los capitalistas chinos y hongkoneses y por una vida digna y con derechos para la mayoría. ¡La lucha es el único camino!