En el último mes se han sucedido las movilizaciones de estudiantes y profesores en Chile en  defensa de una educación pública y democrática. Desde el mes de junio se han producido varios paros nacionales en educación y se han ocupado varios centros educativos, entre ellos la Casa Central de la Universidad de Chile, que se ha convertido en uno de los puntos de referencia de la movilización.

El pasado 30 de junio más de 400.000 personas salieron a las calles en todo Chile, con una manifestación de más de 200.000 en la capital, Santiago, en lo que están siendo las movilizaciones más grandes desde 1990. La lucha goza de una enorme fortaleza y el próximo paro nacional está previsto para el jueves 14 de julio.

Las estudiantes reivindican una educación estatal, laica, gratuita y de calidad, la supresión de los aranceles (tasas) en la universidad, transporte escolar gratuito, prácticas remuneradas, mejora de las infraestructuras de los liceos y la renuncia de Joaquín Lavín, ministro de Educación1.  Para conseguir los recursos necesarios para llevar adelante las reformas exigidas, los estudiantes en lucha aportan la solución, exigiendo a su vez la renacionalización de los recursos naturales que han sido privatizados, destacando entre ellos el del cobre.

El deterioro de la educación pública es la consecuencia natural de las políticas privatizadoras iniciadas en la dictadura por Pinochet y continuadas por el actual gobierno derechista de Sebastián Piñera. El descaro de la burguesía es completo, ya que mientras se dan ayudas a las universidades privadas, sólo se financia al conjunto de la educación pública con un 14% de los fondos que necesita para su funcionamiento 2. Esta situación hace que Chile sea uno de los países de América Latina con las tasas de matriculación más altas, lo que implica a su vez que miles de familias obreras tengan que endeudarse para poder costear los estudios superiores de sus hijos.

Para intentar frenar las movilizaciones el gobierno de Piñera combina la política del palo y la zanahoria, mientras por un lado reprime duramente las manifestaciones con los carabineros y amenaza a los estudiantes, por el otro ha anunciado el Gran Acuerdo Nacional por la Educación (GANE), que promete 4.000 millones de dólares para “reducir” las deudas de los estudiantes (sin ninguna fecha definida ni concreción) a costa, eso sí, de legalizar el principio de beneficio para las universidades, algo que, si bien ahora es ilegal, las universidades se saltan con todo tipo de triquiñuelas.

Lejos de perder apoyo con el paso del tiempo,el 81% de los chilenos comparte las reivindicaciones de los estudiantes3 , cada vez más sectores se suman a las movilizaciones estudiantiles. 

En estos momentos la lucha de los jóvenes chilenos ha coincidido en el tiempo con la de los trabajadores de la empresa estatal Codelco, principal productora de cobre del mundo, ante los intentos de privatización del gobierno4.  Sin duda la confluencia de estas luchas es sumamente positiva y podría ser un importante avance con el que lograr una victoria aplastante contra el gobierno derechista y privatizador. La perspectiva de que estudiantes y trabajadores confluyan y hagan de ambas una misma lucha podría hacer retroceder completamente al gobierno en sus pretensiones privatizadoras, a la vez que le obligaría a poner los recursos necesarios para garantizar una educación pública gratuita, laica y de calidad en todo el país.

Desde el Sindicato de Estudiantes mandamos un fraternal saludo y todo nuestro apoyo a los compañeros chilenos.

¡Vuestra lucha es nuestra lucha!
¡Viva la lucha de la clase trabajadora!
¡Obreros y estudianetes, unidos y adelante!