El juez hace estas gravísimas acusaciones sin ningún tipo de prueba a
lo largo de un auto de procesamiento de varios supuestos miembros de
ETA. Sin embargo, las 26 páginas del auto están plagadas de continuas
referencias a Venezuela y a su Presidente, Hugo Chávez, acusando a su
gobierno de cooperación con los dos grupos armados. ¿Pruebas? No
existen, parece que el juez de este atípico tribunal (recordemos,
heredero directo del antiguo Tribunal de Orden Público franquista),
considera que una acusación contra un Estado y contra su jefe de Estado
de tal magnitud puede hacerse a la ligera. Con su firma y palabra,
bastan. Bastan, al menos, para que vergonzosamente la práctica
totalidad de la “independiente” prensa española haya dado por cierto el
auto del juez sin cuestionarlo lo más mínimo, colgando en sus versiones
digitales durante horas estas graves acusaciones contra el legítimo
gobierno de Venezuela, sin réplica ni contrastación alguna de la
información, lo que anticipaba las portadas y ríos de tinta
descalificadora que hoy contiene la casi totalidad de los diarios
escritos españoles.
Un circo con muchos payasos
La acusación no se sostiene, y su planteamiento es tan ridículo que se
basa incluso en la vinculación laboral con la Administración venezolana
de la pareja de un supuesto miembro de ETA que residía en Venezuela,
hecho provocado por un acuerdo bilateral de 1989, entre los entonces
gobiernos del español Felipe González y el venezolano, Carlos Andrés
Pérez. Pero a este acuerdo no se hace referencia en el auto, que
destila cinismo y carece de fundamentos de ningún tipo, más que
ideológicos. Y quien quiera intentar encontrar en las páginas
redactadas por el juez alguna prueba concreta, pierde el tiempo: es
absolutamente inútil buscarlas, más allá del odio visceral y la
militancia reaccionaria de quien firma ese escrito.
Pero entonces, ¿qué hay detrás de semejante circo? Generalmente, detrás
de un circo siempre hay trapecistas, funambulistas y, sobre todo,
payasos. Muchos payasos. De todos es sabido que el Gobierno de
Venezuela no genera demasiadas simpatías entre la derecha y la extrema
derecha españolas, representadas por el Partido Popular (PP). El
partido dirigido por Aznar y, actualmente, por Mariano Rajoy siempre ha
sido la punta de lanza de los ataques a Chávez en España. En 2002,
durante los sucesos del golpe de estado, el gobierno español -con Aznar
al frente- apoyó el golpe claramente y, en la actualidad, los
dirigentes del PP, como la madrileña Esperanza Aguirre, no dejan pasar
ninguna ocasión de calumniar la Revolución bolivariana. También
elementos hostiles se agrupan en entornos de la derecha nacionalista
vasca, con el diputado de origen venezolano Iñaki Anasagasti al frente.
Y ahora, todos juntos, a propósito de las calumnias del juez, han
vuelto al ruedo a continuar con el show.
El juez Eloy Velasco y la derecha española
Pero, ¿quién es este juez? El juez Eloy Velasco está en la Audiencia
Nacional española nombrado por un Consejo del Poder Judicial que tenía
mayoría de la derecha. Además, ocupó el cargo de Director de Justicia
con el gobierno del PP en Valencia, nada menos que de la mano del
reaccionario ex-ministro español Eduardo Zaplana, miembro del gobierno
de Aznar (que, hoy ha pasado a mejor vida: trabaja como directivo de
Telefónica con un moderado salario de un millón de euros anuales).
Quién quiera buscar pruebas, ahí las tiene todas: las pruebas de que la
justicia -por si a estas alturas alguien pensaba lo contrario- no sólo
no es independiente, sino que está vinculada a los intereses de la
clase social que la controla. Este auto no es más que el enésimo ataque
contra la Revolución bolivariana, y como tal ha de ser respondido. Sin
embargo, hay que responder con contundencia y firmeza, pero con calma.
La acusación es tan falsa como grave e, incluso, desde el punto de
vista del derecho de todo punto cuestionable por su carencia de
argumentos y, sobre todo, de fundamentos jurídicos: ayer mismo, el
analista político antaño vinculado al grupo Prisa, Ernesto Ekáizer
(nada sospechoso de ser partidario de la Revolución venezolana),
criticó este aspecto. Por ello, hay que ser conscientes de que una
zafiedad del tamaño de la de este juez con aires de grandeza demuestra
también cierta desesperación y torpeza.
Zapatero pide explicaciones en el bando equivocado: los que hoy acusan a Chávez, ayer mismo lo acusaban a él
Sin embargo, creo que un aspecto a tratar en esta situación, y que
reviste importancia, es la actitud de ciertos dirigentes del Partido
Socialista (PSOE). Es obvio que muchos de ellos han cruzado (hacia el
otro lado) la barrera que les mantenía en el terreno de la izquierda
hace tiempo, pero siempre procuraban guardar las formas. Sin embargo,
lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, la mayoría han tenido
actitudes confusas e injustas -por utilizar adjetivos cautos- y
reaccionarias -por ser realistas- para con la izquierda venezolana y la
Revolución bolivariana y ahora se han unido al circo de la derecha, por
acción u omisión. El propio Zapatero ha aparecido ante los medios
pidiéndole a Chávez las explicaciones que debiera pedirle al juez de su
país. Esta actitud es un profundo error y coloca al Presidente español
en el campo de juego de los mismos que ayer mismo lo acusaban a él de
lo mismo: cooperar con ETA [1]. El presidente Zapatero debiera pedir
explicaciones, sí, pero al juez Velasco y a todos los que con impunidad
acusan a un gobierno democrático día sí y día también de no serlo,
solamente porque sus orientaciones políticas, sus negocios económicos o
sus intereses de cualquier tipo, no concuerdan con lo que el pueblo
venezolano ha decidido en más de doce citas electorales en los últimos
10 años. Estos falsos demócratas que hoy hostigan al gobierno de
Chávez, igual que ayer lo hicieron con el de Evo en Bolivia, o con su
apoyo velado al golpe en Honduras hace tan solo unos meses deben ser
retratados y denunciados como lo que son: reaccionarios que no dudarían
en apoyar un nuevo golpe fascista en Venezuela con tal de frenar la
Revolución. El gobierno español debe cuidar mucho a que lado de la
barricada quiere situarse.
Los apoyos de la Revolución bolivariana en España deben defenderla con más firmeza que nunca
Sin embargo, pese a la histeria de la contrarrevolución, contamos con
ejemplos que demuestran que, si bien sería imprudente negar con
rotundidad que la campaña masiva y brutal de intoxicación mediática en
España contra Chávez tenga ciertos efectos, es obvio que la sociedad
española no ve en Chávez el monstruo que pretenden pintar. Es más, el
hecho de que algunos elementos, extremadamente identificados en España
por sus ideas reaccionarias (con Aznar a la cabeza, pero la lista sería
bien larga) hablen mal de Chávez, también provoca en ocasiones en quien
lo observa el efecto contrario: que Chávez cause simpatías en sectores
amplios de la izquierda, organizaciones juveniles y sindicales que lo
apoyan. Ejemplos, entre otros: la mayoritaria -según el propio gobierno
español- organización estudiantil del Estado español (Sindicato de
Estudiantes), el tercer partido en número de votos (Izquierda Unida),
numerosas organizaciones y plataformas de izquierdas y amplios sectores
de los sindicatos e, incluso, sectores de la base del propio partido en
el gobierno (PSOE), organizaciones todas ellas donde decenas de miles
de militantes honestos ven con simpatía el proceso revolucionario en
Venezuela.
[1] Ver, sin ir más lejos, artículo “ZP y los cubasunos”, del pasado 1 de marzo de 2010, firmado por el periodista de extrema derecha Federico Jiménez Losantos en el diario español El Mundo: http://www.elmundo.es/opinion/columnas/federico-jimenez-losantos/2010/03/22922023.html