¡Luchar contra el capitalismo para alcanzar la libertad!
En la noche del 14 de Julio una terrible matanza tenía lugar en las calles de Niza. Miles de personas que asistían en el paseo marítimo de la ciudad a las actividades y fuegos artificiales con motivo de la fiesta nacional francesa, fueron atacadas por un individuo en un camión que atropellaba y disparaba indiscriminadamente con arma de fuego a quien se encontraba a su paso. El saldo final de esta terrible matanza es por el momento de 84 personas muertas y más de cien heridos, muchos de ellos niños. Desde el Sindicato de Estudiantes queremos trasladar nuestro apoyo y solidaridad a los familiares de las víctimas y a todos los que tuvieron que pasar por esa experiencia espantosa de temer por su vida.
Después de horas de confusión, las últimas informaciones señalan que el Estado Islámico (Daesh) puede haber reivindicado la autoría del ataque, aunque parece claro que el autor era un lobo solitario, un perturbado, conocido maltratador que actuaba solo y sin motivos religiosos. Pero eso parece interesar poco a los medios de comunicación y al propio presidente Hollande, que no ha dudado ni un minuto en utilizar esta carnicería para tomar de medidas que traerán más muerte y horror, como la intensificación de la intervención militar en Siria e Iraq, y la prolongación del Estado de sitio y la suspensión de lbertades democráticas en territorio francés.
Las guerras imperialistas no han traído paz y prosperidad sino muerte y terror
Es inevitable que en estos días, cuando vemos cómo la lacra del terrorismo se extiende también a Europa y EEUU sembrando barbarie, nos preguntemos sobre los verdaderos intereses que mueven a los dirigentes mundiales de occidente a seguir promoviendo intervenciones militares en terceros países y también, que hagamos balance de los efectos de éstas.
Ya hace trece años desde que en 2003 se lanzó la intervención imperialista en Iraq, instigada por el entonces presidente americano Bush, Blair y Aznar. Desde entonces hasta ahora hemos asistido a un auténtico desastre en la zona. Estas intervenciones militares no han traído la libertad ni la prosperidad a estos países pero las han ahogado en la barbarie y el terror. El resultado no ha sido otro que hundir en una situación desesperada a la población que sólo ha empeorado sus condiciones de vida, desestabilizando por completo la zona y creando así el caldo de cultivo perfecto para el fortalecimiento de grupos terroristas que, día sí y día también, llevan a cabo atentados en estos países cobrándose la vida de cientos de hombres, mujeres y niños inocentes. Hace apenas una semana, un atentado del Daesh provocaba la muerte de 250 personas en la ciudad de Badgad. Si algo nos recuerdan los cientos de miles de refugiados que huyen de esta situación y que se juegan la vida en el mediterráneo, es que las cosas no han mejorado sino que son absolutamente insoportables.
Los jóvenes y trabajadores no tenemos nada que ganar con las intervenciones imperialistas: son vuestras guerras, son nuestros muertos.
La otra cosa que nos recuerdan estos cientos de miles de refugiados que huyen despavoridos poniendo en riesgo su vida y de la de sus hijos es que a Hollande, Merkel, Obama o Rajoy les dan exactamente igual las libertades y los derechos humanos.
Ellos son los que han pactado con un dictador como Erdogán para que les haga el trabajo sucio. Son los que han encerrado en campos de concentración a cientos de miles de hombres, mujeres y niños inocentes en condiciones infrahumanas. Son los que han hecho grandísimos negocios con Arabia Saudí vendiendo ingentes cantidades de armamento. Son los que en su día apoyaron y financiaron a los grupos terroristas que hoy nos dicen que combaten. Son los que lloran en público por las muertes de París, de Bruselas, de Turquía y de Niza pero utilizan las muertes para hacerse de oro con nuevas intervenciones militares que sólo benefician a las grandes multinacionales. A los trabajadores y a los jóvenes, en Niza, en París o en Iraq, nunca nos han traído ningún beneficio estas aventuras imperialistas. Todo lo contrario. Nos han traído el peor de los escenarios. El que en Oriente Próximo se sufre cada día desde hace muchos años y el que en Europa sufrimos cada vez que un atentado acaba con las vidas de personas inocentes, gente normal y corriente como nosotros que terminan por pagar muy caro los negocios de otros.
Militarización y recorte de derechos: Hollande pretende aplastar la lucha de los jóvenes y trabajadores contra la Loi Travail (Ley de Trabajo)
Pero la intensificación de la intervención en Siria e Iraq no es la única medida anunciada por Hollande. También ha anunciado la prolongación del estado de excepción en Francia durante otros tres meses y la movilización de la reserva operacional, es decir, del cuerpo militar, para el reforzamiento de la policía y los gendarmes. Estas medidas de recorte de libertades en nombre de la seguridad de todos, han tenido un uso completamente interesado en estos últimos meses. Gracias a ellas, el gobierno francés ha podido detener y retener en sus casas sin explicación alguna a cientos de activistas sociales, sindicalistas que participaban en las tremendas movilizaciones que los jóvenes y trabajadores franceses han protagonizado masivamente contra la Ley de Trabajo (equivalente en su contenido a la reforma laboral aprobada por el PP en el Estado español) que el gobierno de Hollande pretende imponer. El movimiento Nuit Debout que tomó las plazas de forma multitudinaria— y las huelgas que en este tiempo se han extendido contra la Ley de Trabajo, han puesto en jaque al gobierno. Y el gobierno ha decidido utilizar la legislación antiterrorista contra el movimiento obrero y la juventud que lucha.
Desde el Sindicato de Estudiantes denunciamos la enorme hipocresía de Hollande, de Rajoy y del resto de mandatarios que, en Europa y EEUU, manipulan el miedo y el dolor que todo el mundo siente hoy por los terribles sucesos de Niza para justificar las intervenciones imperialistas y el recorte de derechos de los jóvenes y trabajadores franceses. Da lo mismo nuestro país de origen, religión o color de piel. Al final siempre somos los mismos, las familias trabajadores, personas inocentes y anónimas, los que pagamos los platos rotos de las guerras imperialistas. Por eso debemos ser conscientes de que para terminar con este horror necesitamos de la movilización masiva y unitaria de todos los oprimidos para trasformar la sociedad y barrer el sistema capitalista.
¡Ni recorte de derechos democráticos, ni intervenciones imperialistas! ¡No en nuestro nombre!