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Bárbara Areal, Libres y Combativas / Izquierda Revolucionaria

Lamento mucho no haber sido violada, porque así podría dar fe de que una violación también se supera...1
Catherine Millet, mujer, millonaria y crítica de arte. Promotora del manifiesto contra MeToo

Los poderosos y las poderosas no ignoran que la rebelión que millones de mujeres estamos protagonizando desde Argentina hasta EEUU, desde Polonia hasta Egipto, constituye un acontecimiento histórico que hunde sus raíces en la larga crisis económica y se alimenta de la falta de esperanza en un futuro mejor para la mitad de la población mundial. Ellos y ellas —que forman parte de una misma plutocracia— son muy conscientes de que este gran desafío, que el próximo 8 de marzo se concretará en una huelga feminista sin precedentes, se ha convertido en uno de los escenarios fundamentales de la lucha de clases.

Con el fin de desvirtuar el gran movimiento de la mujer trabajadora por su liberación —limando su contenido revolucionario para asimilarlo—, los centros de propaganda del poder han puesto su maquinaría a pleno rendimiento. Como parte de esta ofensiva, uno de los ataques más despreciables contra quienes luchamos por acabar con la violencia machista ha sido el manifiesto lanzado por Catherine Millet y firmado por un centenar de mujeres francesas oponiéndose al movimiento MeToo.

Víctimas convertidas en verdugos

El Manifiesto además de calumniar el grito de justicia que representa MeToo, acusando a las víctimas de abusos sexuales de resucitar el “puritanismo sexual” y desatar una “caza de brujas” contra los hombres, ha puesto de relieve el carácter reaccionario y clasista que tiñe el mensaje de sus promotoras.

Catherine Millet, además de lamentar no haber sido violada, recomienda a las víctimas que no denuncien: “Hace poco leí una entrevista con una abogada que había sido violada de joven y que desaconsejaba a sus clientas denunciar e ir a juicio, porque eso solo te hace prisionera del sufrimiento. Salvo en casos donde haya consecuencias físicas graves, yo creo que la mente logra vencer al cuerpo…”2. Hay que tener una moral muy podrida para realizar estas afirmaciones en un país en el que se denuncian tres agresiones sexuales al día.3

La empatía nunca ha sido una virtud de la burguesía. “El ser social determina la conciencia”, afirmaba Marx, y este grupo de escritoras, actrices, filósofas, periodistas y críticas de arte, que disfrutan una vida exquisita rebosante de dinero, lujo, ropas exclusivas, casas hermosas y reconocimiento social, nos proporciona un ejemplo incomparable.

Género y clase: mujeres que oprimen a mujeres

 ¿No dicen las feministas que se ha liberado la palabra? Pues, si es así, nuestra palabra vale lo mismo que la suya.4

Catherine Millet.

La vida de la mujer trabajadora debe estar rodeada de las mismas comodidades, la misma limpieza, la misma higiene, la misma belleza, que hasta ahora constituía el ambiente de las mujeres pertenecientes a las clases adineradas.5

Alexandra Kollontai.

Sus condiciones materiales no tienen nada en común con las que soportan la inmensa mayoría de las mujeres oprimidas, discriminadas y abusadas en el hogar, en la fábrica o en el paro. Son mujeres de éxito gracias al capitalismo, y se entregan a su defensa incluyendo la reivindicación del machismo más brutal. Tan es así, que otra firmante, Brigitte Lahaie, afirma “que se puede tener un orgasmo durante una violación”.6 Otra colega, Élisabeth Lévy, considera “infecto” al movimiento MeToo.

No son opiniones individuales. Se trata de la ideología y los valores de la mujer burguesa y de sus portavoces. En Francia, en EEUU, en América Latina, los ejemplos sobran. Este egoísmo clasista es patrimonio también de las capitalistas españolas. Mónica Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios, prefiere “una mujer de más de 45 o de menos de 25 porque, como se quede embarazada, nos encontramos con el problema.” Y no pensemos que este comentario lo realizó en 13TV o en la COPE, departiendo relajadamente con colegas del Gato al agua o Jiménez Losantos, lo hizo en una reunión del Consejo Empresarial de América Latina de 2014, un evento que contó con la presencia en primera fila de Mariano Rajoy, Juan Carlos I o Felipe VI.

Honesto resumen de la supuesta ‘hermandad’ que nos une a asalariadas y empresarias. La maternidad, algo que teóricamente nos iguala desde el punto de vista biológico a las mujeres, se transforma en su contrario a consecuencia de la división de la sociedad en clases. Tal y como Oriol —madre de seis hijos— afirma, muchísimas trabajadoras no pueden ejercer su derecho a ser madres por la amenaza de perder el puesto de trabajo si se quedan embarazadas, así como por la precariedad laboral y los miserables salarios impuestos por las y los empresarios sin distinción de sexo.

A su vez, a otras mujeres se les pretende imponer una maternidad no deseada porque la Santa Madre Iglesia dice que abortar es un asesinato. Sin olvidar tampoco la homofobia y la transfobia practicadas por la mayoría de los líderes religiosos y los gobiernos, que impiden a innumerables personas disfrutar de la maternidad y la paternidad.

Pero si es cierto que estos obstáculos económicos, morales y jurídicos son muchas veces insalvables para una mayoría, saltan por los aires cuando se trata de ciudadanos de ‘primera’ —Miguel Bosé, Javier Cámara o Cristiano Ronaldo entre muchos otros y otras—, que disponen de un mercado de mujeres sin recursos para alquilar un vientre y ‘fabricarse’ un hijo/a a medida. De esta manera mercantilizan nuestro cuerpo y nos convierten en materia prima de sus granjas de mujeres para adinerados.

¿Igualdad? ¿Libertad?

Cuando un hombre te molesta, tienes la libertad de decirle que deje de hacerlo.7

Catherine Millet.

La libertad consiste, por tanto, en el dominio sobre nosotros mismos y sobre la naturaleza exterior (…) sin angustia por los medios de existencia individual…8

Federico Engels.

No, las mujeres no somos iguales por que tengamos el mismo género. No te expresas con la misma libertad en tu despacho parisino desde el que diriges la revista Art Press, que cuando estás en tu puesto de trabajo en El Corte Inglés y tu jefe te llama “chochito”.9 Nuestra libertad siempre está condicionada por la clase social a la que pertenecemos, por las posibilidades que tenemos de emanciparnos de la esclavitud doméstica, por la independencia económica y la instrucción cultural a la que podamos acceder.

Para millones de mujeres esa libertad es tan limitada, que no pueden escapar de quién las humilla, las golpea y las asesina. No hace falta ser marxista para comprenderlo. La ONU explica que las mujeres y niñas pobres que “sufren violencia doméstica o por parte de un compañero sentimental tienen menos opciones de escapar de relaciones violentas, debido a su falta de ingresos y recursos.”10

Nuestra libertad no es tal, porque además de mujeres somos trabajadoras y nuestras cadenas existen. Somos las esclavas de un esclavo, y todos, hombres y mujeres de la clase obrera, somos propiedad de la burguesía. Nuestro trabajo, como modernos esclavos asalariados, no se compra más que cuando un burgués lo necesita. Por eso, a diferencia de los esclavos de la antigüedad, no tenemos la existencia asegurada.

Este manifiesto de la infamia encabezado por la señora Millet, viene de la tierra de la Gran Revolución burguesa de 1789 que popularizó el grito ‘libertad, igualdad y fraternidad’. Afortunadamente hace tiempo que las trabajadoras y los trabajadores hemos aprendido que estas tres ideas tienen un sentido muy diferente dependiendo del género y la clase a la que pertenezcas.

¿Justicia?

La justicia tiene defectos y es innegable que se le escapan cosas, pero vivimos en una sociedad que acepta que es ella la encargada de juzgar y no un tribunal popular.

Catherine Millet

Las leyes son como las telarañas: los insectos pequeños quedan atrapados en ellas, los grandes las rompen.

El príncipe Anacarsis hablando a Solón de Atenas (narrado por Plutarco)

Las ideas de Millet sobre la justicia no son en absoluto inocentes: defienden que el mismo Estado capitalista, que ampara y socializa la violencia contra las mujeres, “vele” además por nuestra seguridad. Millet es muy consecuente al abogar por una justicia que cotidianamente demuestra su feroz carácter de clase, machista y patriarcal.

La verdad siempre es concreta. Los juzgados están siendo utilizados para golpear a mujeres que plantan cara al machismo con la intención de amedrentarnos a las demás. Analicemos el caso de Juana Rivas, que millones de personas siguen y con el que tantas nos hemos solidarizado. Lejos de ser protegida cuando defiende a sus hijos de un maltratador condenado, es convertida en una delincuente para la que el fiscal pide cinco años de prisión. ¿Y la víctima de la violación en grupo de La Manada? ¿Acaso la actuación judicial y el tratamiento de los medios de invitan a denunciar? ¿De verdad es un error que el jefe de El Corte Inglés fuera absuelto por dos tribunales a pesar de que la sentencia da por probado que “el acusado también era desconsiderado con otras dependientas llamándolas chochitos o pilón”?

No. No se trata de excepciones ni de decisiones individuales de un juez o una jueza sexista. Es todo un entramado legal machista y patriarcal al servicio de los capitalistas y su moral opresiva. Como explica Tarana Burke11 , activista del barrio neoyorkino de Harlem: “MeToo es la chispa que inició la conversación entre supervivientes: que sepas que no estás sola, a mí también me ha pasado.” Por estas razones las mujeres agredidas jamás encontraran consuelo ni justicia en la sociedad “libre” de Millet

Sexualidad

“Cuando era más joven, alguna vez vino algún hombre a frotarse contra mí en los transportes públicos, y no por eso me morí ni me convertí en una impedida”

Catherine Millet.

‘Haz el favor de no tocarme’, protestaba yo. Y él respondía: ‘Eres una reprimida. Si quieres ser una luchadora obrera tienes que liberarte sexualmente’. Y yo replicaba: ‘Me liberaré cuando y con quien me dé la gana. Pero no me vas a venir tú hurgándome, porque no paso por ahí. Y si eso es ser una reprimida, pues lo soy y se acabó’.

Paqui Jiménez. Mujer, trabajadora y dirigente de la huelga de Harry Walker en 1971.

El delirio de que Millet se convierta en adalid de la libertad sexual contra una supuesta moral victoriana, criticando a mujeres que exigen el control total de su propio cuerpo frente a hombres que las consideran objetos, no acaba ahí. Esta crítica de arte, que tiene la bondad de enseñarnos educación sexual a las mujeres que carecemos de su refinamiento intelectual, también ha declarado que “tener relaciones sexuales y experimentar deseo eran casi dos actividades separadas. (…) No exagero si digo que hasta alrededor de los 35 años no consideré que mi propio placer pudiera ser la finalidad de una relación sexual.”12

¿Esa es ‘su’ liberación sexual? ¿Sexo en el que la mujer carece de deseo? Millet va más lejos, pues no sólo justifica este tipo de relación sexual sino que se jacta de que aunque “no me procurasen mucho placer, o incluso si me desagradaban, o cuando el hombre me arrastraba a prácticas que no casaban demasiado con mis gustos, no por eso las cuestionaba”. Ya que somos el pueblo, le contestaremos con el refranero: Dime de que presumes y te diré de que careces. Machismo en estado puro.

Estas confesiones públicas, realizadas en torno a su libro La vida sexual de Catherine M., también incluyen la información de que hasta treinta hombres la han poseído en una hora. No seremos jueces ni gendarmes de su sexualidad, porque su moral no es la nuestra. No la calificaremos de promiscua, porque la moral puritana nos repele, porque el machismo nos repugna, al igual que la homofobia y la transfobia. Estamos en contra de invadir la intimidad de las personas, simplemente exigimos genuina libertad para que cada individuo decida qué quiere, y qué no, en sus relaciones sexuales —lo cual, por cierto, convierte la prostitución en una lacra criminal—. Y, por ello, a diferencia de Millet y sus colegas hombres y mujeres, seguiremos luchando para impedir que cualquier empresario, jefe, pareja, familiar, vecino o compañero de trabajo, violente a una mujer.

El palo y la zanahoria

Por supuesto habrá ahora alguna niña que ve cómo soy la primera mujer negra en ganar este premio. Es un honor y es un privilegio compartir la noche con todas ellas.

Discurso de Oprah Winfrey en los Globos de Oro.

El rico siempre traiciona al pobre.

Henry Joy McCracken 13

Somos conscientes de las habilidades de nuestros oponentes. La burguesía es una clase experimentada, capaz de aprender de la lucha de clases y entender que el enfrentamiento y el insulto no es el único camino para salvaguardar su dominio. Por ello, junto a la actitud agresiva y desafiante de Millet, encontramos a otras fieles servidoras del capital más amables, cuyo objetivo es domar el gran movimiento feminista que recorre el mundo para vaciarlo de contenido de clase y anticapitalista, hasta convertirlo en una protesta respetuosa con el sistema —táctica que les ha proporcionado siempre excelentes resultados con numerosos dirigentes sindicales y políticos de la izquierda reformista y del feminismo pequeño burgués—.

Ese es el papel que juegan muchas de las millonarias actrices de Hollywood, y una de las cabezas más visibles de esta maniobra es la locutora, actriz y, por supuesto, exitosa empresaria Oprah Winfrey, a quién los medios de comunicación de todo el mundo pretenden catapultar como líder feminista.

Descartamos desde ya que sus discursos lacrimógenos en pos de la igualdad tengan alguna consecuencia práctica en la vida de millones de estadounidenses, especialmente entre las mujeres trabajadoras negras, víctimas de la explotación laboral, de género y racial. Pero si para algo ha servido su nuevo look ‘feminista’, es para incrementar su fortuna personal que, según Bloomberg, supera a la de Donald Trump y alcanza los 3.000 millones de dólares. Su discurso en la gala de los Globos de Oro hizo crecer su patrimonio en 40 millones de dólares, al dispararse en bolsa el valor de la empresa Weigth Watchers de la que es accionista.

Cuando investigamos el mercado que explota Weigth Watchers (Controladores del peso en castellano), comprobamos la falta de escrúpulos de esta nueva ‘líder’. Miles de mujeres humildes en EEUU y México pagan para que esta empresa las ayude a adelgazar. Que nadie piense que se trata de un programa médico sin ánimo de lucro para la población femenina con problemas de salud provocados por el sobrepeso. Su negocio obtiene beneficios de todos los complejos y traumas que nos provocan los cánones estéticos de esta sociedad, intentando convencernos de que 5, 10 ó 15 kilos nos separan o acercan a la felicidad.

Oprah se lucra del drama de millones de mujeres. Recientemente Cruz Roja hacía público un informe que asegura que los factores de riesgo para padecer enfermedades como la anorexia y la bulimia son tres: “Ser mujer (proporción hombres-mujeres 9:1), ser adolescente y hacer dieta”14, y añade que “se nos vende que para ser aceptadas y aceptados socialmente debemos estar delgadas y delgados, convirtiéndose así la delgadez en sinónimo de autocontrol y éxito social.”

La lucha nos hace libres

Hay que dejar de creer que la mujer siempre es una víctima.

Catherine Millet

Organízate si no quieres que te organicen.15

Las Kellys, camareras de piso.

Una vez más, Millet juega malintencionadamente con las palabras. La opresión de las mujeres trabajadoras en la esfera sexual, laboral, doméstica y social es una realidad impuesta por este sistema. No se trata de una creencia que individualmente podemos procesar o no, sino de una evidencia palpable y documentada que provoca un terrible sufrimiento a la mitad de la humanidad.

Es precisamente el concepto burgués de “igualdad, libertad y justicia” de Millet, Angela Merkel, Esperanza Aguirre, Inés Arrimadas, Cristine Lagarde y sus compañeros de clase hombres, el que nos convierte en víctimas de la opresión moral, ideológica y económica. El capitalismo fue, es y será machista. Sin embargo, a ese respecto, Millet puede quedarse tranquila en su despacho parisino. No estamos dispuestas a ser víctimas indefensas. Somos espartanas y Kellys, nos queremos vivas, libres y combativas. Sabemos que costará esfuerzo y que nadie nos regalará nada. Pero estamos en marcha y no cejaremos en nuestro empeño.


1Citado en una entrevista de EL PAIS, 13 de enero de 2018.
2Ibid
3Una realidad que en el Estado español se traduce en 3 violaciones al día y en México alcanza la terrible cifra de 36.
4Citado en una entrevista de EL PAIS el 13 de enero de 2018.
5El comunismo y la familia, 1918.
6Citado en EL PAIS el 15 de enero de 2018.
7EL PAIS, 13 de enero de 2018.
8Anti-Dühring, escrito 1878, editado por la Fundación Federico Engels.
9Se trata de un jefe de departamento como informaba EL PAIS el 6 de septiembre de 2016.
10http://www.unwomen.org/es/news/in-focus/end-violence-against-women/2014/poverty
11eldiario.es, 11 de diciembre de 2017.
12 http://www.letraslibres.com/mexico/libros/la-vida-sexual-catherine-m-catherine-millet
13 Henry Joy McCracken, carta a su hermana (1798), citado por James Connolly en Las clases trabajadoras en la historia de Irlanda
14 http://www.cruzroja.es/crj/docs/salud/manual/005.pdf
15 https://laskellys.wordpress.com/2017/11/11/las-kellys-fuerteventura-en-el-forum-de-politica-feminista-gran-tarajal/

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