La comparecencia del ministro de Universidades,  Manuel Castells, en su rueda de prensa del 23 de abril, ha sido escandalosa. No sólo no ha dado ninguna solución y alternativa a la problemática real que sufrimos la inmensa mayoría de los y las estudiantes de universidad, sino que los que contamos con menos recursos económicos y estamos teniendo más dificultades para conectarnos a las clases online hemos sido abandonados nuevamente.

Lavándose las manos a lo Poncio Pilatos, el ministro hace como si no pasase nada y deja en manos de las facultades la decisión concreta de finalizar un curso académico que saltó por los aires a principios de marzo.

Hemos sido muchos y muchas los que hemos exigido la cancelación de todos los exámenes y la readaptación de los contenidos para poder cursarlos en el próximo semestre. A pesar de ello y de que más de 36.000 estudiantes universitarios -según los datos del propio Ministerio- no pueden seguir la evaluación telemática, el Ministerio de Universidades, ha hecho caso omiso a todas nuestras reivindicaciones y demandas.

La posición del Ministerio de Universidades ha abierto la puerta a la más sofocante incertidumbre y descoordinación. Según el propio ministro, tras más de un mes debatiendo con los rectores y consejeros autonómicos, “no se ha consensuado ninguna medida más allá de que el curso no se alargue”. No sólo se mantiene el curso, los exámenes y se nos sobrecarga con trabajos como si no pasara nada, sino que encima ¡Ni siquiera sabemos de qué manera se nos evaluará! ¡Basta ya de echar balones fuera!

Castells nos dice que la Universidad está “al servicio de los estudiantes”, pero lo que parece evidente es que el  Ministerio se pone una venda en los ojos y piensa que se nos puede calificar como si no viviéramos inmersos en una pandemia y una crisis social y económica que nos afecta de lleno.

Desde el Sindicato de Estudiantes exigimos al ministro que rectifique urgentemente y se pongan en marcha las siguientes medidas:

  1. Que ningún estudiante sea expulsado de la universidad. Todos los estudiantes deben obtener el apto y promocionar de curso y aquellos que puedan acceder a los exámenes online y estén en condiciones de poder presentarse, puedan mejorar su nota haciéndolos.
  2. Devolución íntegra de las matrículas universitarias del segundo semestre y del pago de los alquileres y residencias universitarias desde el mes de marzo.
  3. ¡Basta ya de castigar a los estudiantes con menos recursos! Eliminación de las segundas, terceras y cuartas matrículas.
  4. Ampliación drástica del plan de becas y bajada de la nota al 5 para acceder a ellas. Que todos los y las estudiantes que habían obtenido una beca este año la mantengan el próximo curso.
  5. Puesta en marcha de un plan de rescate a la universidad pública para garantizar nuestro derecho a la educación.

La universidad pública no puede ser un coto de las élites

Los y las estudiantes de familias trabajadoras somos una auténtica minoría en la universidad, concretamente un 10’6%. La realidad es abrumadora. La universidad pública cada vez se parece más a la privada en muchos aspectos: tasas por las nubes que son un veto completo a los estudiantes de familias humildes. Una política de becas que ha sufrido recortes constantes. Notas de corte para acceder a las facultades cada vez más elevadas, y que obviamente benefician a aquellas clases sociales que disponen de todos los medios materiales y humanos para garantizar una educación de calidad para sus hijos.

Con esta crisis, todas las desigualdades sociales están adquiriendo un nivel extremo y somos los y las estudiantes con menos recursos quienes nos estamos viendo duramente golpeados por esta situación. Perderemos este semestre, tendremos dificultades para poder recuperarlo o directamente seremos expulsados de la universidad por la situación económica de nuestras familias, golpeadas duramente por los ERTEs y el desempleo.

Como era de esperar la derecha ha tardado muy poco en lanzar una campaña contra los que hemos exigido la promoción de curso y que no haya suspensos en una situación como la que vivimos.

Es francamente indignante que miembros del Partido Popular a quienes les han regalado masters, o los hijos e hijas de los ricos que estudian en la privada y que independientemente de las notas que obtengan tienen un puesto de trabajo garantizado, hablen de la “cultura del esfuerzo” y nos acusen de aprovecharnos de esta crisis para “sacarnos mejor el curso”. La hipocresía de la derecha y la burguesía no tiene límites y es un insulto descarado a los estudiantes y a nuestros profesores y profesoras.

Por un plan de rescate a la universidad pública

A los hijos e hijas de la clase trabajadora nadie nos ha regalado nada nunca. Ni queremos que lo hagan ahora. No queremos títulos que sean papel mojado, sino ejercer nuestro derecho a una educación de calidad, y que esta crisis no suponga una escabechina para los que no tenemos dinero.

Para ello, el Gobierno debe poner en marcha un plan de rescate a la universidad y educación públicas, que pase por el aumento drástico de los recursos del plan de becas, garantizar las plazas necesarias en la universidad pública, la supresión de las notas de corte y la selectividad… Es decir, garantizar una universidad pública, gratuita y de calidad.

Ningún Gobierno progresista y que se diga de izquierdas puede estar orgulloso del “escudo social” que se ha aplicado. ¡No hemos visto nada que merezca tal nombre! Han regalado 100.000 millones de euros a los capitalistas mientras se tiran migajas a la clase obrera y la educación y la sanidad públicas sufren las consecuencias de años de recortes y privatizaciones.

El  Gobierno debe dejar de ceder ante la patronal, los empresarios de la educación privada y los bancos y escuchar más a los trabajadores y a la juventud resolviendo nuestras necesidades.

Una cosa está clara. El próximo curso volveremos con más fuerza a defender en las calles una universidad y una enseñanza secundaria pública, digna y gratuita que responda a las necesidades sociales y no a los intereses empresariales.